Natalie Clifford Barney: la heroína de las letras féminas

Nació en Dayton, Estados Unidos, el 31 de octubre de 1876, en una mansión cerca de Cincinnatti. Hija de Albert Clifford Barney, un magnate conservador estadounidense del ferrocarril, y de Alice Pike, una pintora heredera y desprejuiciada de Washington D. C. que trabajó para convertir la ciudad en un centro de las artes, Natalie ya desde pequeña despuntaba como amazona (cuestión que le valdría el apodo de “Amazone” en su edad adulta, gracias a Remy de Gourmont[1] que la bautizó así por su impecable estilo montando a caballo). Tuvo una educación privilegiada, estudió composición y violín (instrumento que para sus quince años tocaba con virtuosismo), además de literatura, gramática y griego con destacados profesores del momento de forma privada. Habló francés (idioma que se convertiría en su lengua literaria) tempranamente gracias a los libros de Julio Verne que le leía su niñera y al viaje con su familia a París a sus diez años, donde supieron vivir una luenga temporada y tanto ella como su hermana menor Laura asistieron a Les Ruches, un internado para niñas fundado por la feminista Marie Souvestre[2]. Entre las cartas que escribió durante sus días en el internado destaca una a su madre (a quien adoraba visceralmente y no soportaba que su padre coerciera y culpabilizara por su capacidad creativa y espíritu libre), donde su fuerte personalidad y determinismo por ser ella misma se hicieron patentes: “¿Qué has ganado sometiéndote durante 19 años? Cuando estás en lo cierto, lucha por tus derechos, te lo debes como mujer… (…) Me parece que las que tienen el coraje de rebelarse a cualquier edad son las que hacen posible la vida…, son las rebeldes quienes amplían las fronteras de los derechos, poco a poco… (…) Mientras haya mujeres como tú que lo perdonan todo, habrá hombres que lo intenten todo… (…) Nadie necesita llevar la vida que tú llevas. Sé fuerte y exige lo que te corresponde y lo que debes, cuando se presente la ocasión. Papá es como un niño malcriado, y en parte tú lo has malcriado. Te lo debes a ti misma, y también a él, demostrarle de que “ya no agrada a las mujeres ser parte del ganado que se mueve en torno al hombre”. (…) Tú me recuerdas lo que han hecho otras mujeres durante siglos, y con cuánta paciencia se sometieron. Ves cómo ocurre lo mismo una y otra vez, pero yo no conozco ningún caso en particular en el que haya salido algo bueno de esa injusta sumisión. Todo lo contrario… ¿Cómo mejorarán la sociedad, el mundo o la humanidad si quienes saben cómo deben ser las cosas no actúan…?”.

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Natalie Barney adolescente
Natalie Barney adolescente

 

En 1893, ya bachillerada y vuelta a su país natal, durante unas vacaciones de verano en Bar Harbor junto a su madre y hermana, Natalie se enamoró de una chica de su edad llamada Eva Palmer[3] (echo que asumió con total naturalidad y que determinó cabalmente su orientación sexual). Compartían el interés por la poesía, la literatura y los paseos a caballo. Estuvieron emparejadas por varios años, los cuales pasaron mayormente en París (donde Natalie se radicó por el resto de su longeva vida), compartiendo un piso en la rue Chalgrin, hasta que Eva decidió dejarla para viajar a Grecia junto a los Duncan (Raymond Duncan, el hermano de la bailarina Isadora Duncan, y su esposa Penélope, la hermana del poeta lírico y dramaturgo Ángelos Sikelianos[4], compartían con Eva el interés por la ropa y arte griego, lo cual los llevó a entablar una cofradía artística y a crear un telar con el cual confeccionar túnicas que igualaran en calidad a las de antaño). En Grecia, Eva conoció al hermano poeta de Penélope y se enamoró impetuosamente de él (se casaron en 1907, en el mismo pueblo estadounidense donde había conocido a Natalie, después de presentárselo a su madre, la filántropa Catherine Amory Bennet Abbe). La relación lesboerótica, por más abierta y poliamorosa que insistían sus protagonistas en que fuera (Natalie publicó dos libros en defensa del poliamor: “Cinq Petits Dialogues Grecs” [Cinco pequeños diálogos griego, 1901], en el que abogaba en favor de las relaciones múltiples y en contra de los celos, y “Éparpillements” [Dispersiones, 1910], en el que escribió: “Una es infiel a aquellos que una ama para que su encanto no se convierta en mero hábito), no sobrevivió a ese giro de los acontecimientos. -El “amor libre” es conceptualmente idílico hasta que aparece un “otro” que cobra relevancia afectivo-sexual y todo lo desvanece-. Natalie tenía una mala opinión de Ángelos, lo que provocó un exaltado intercambio epistolar que convergió en desavenencia y desunión capital (cuestión que duró por algunos años, hasta que los buenos recuerdos pudieron más que el rencor y recuperaron la amistad).

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Eva Palmer-Sikelianos
Eva Palmer-Sikelianos

 

Para principios de 1899, ya separada de Eva y aún enemistadas, Natalie conoció a la famosa cortesana Liane de Pougy (1869-1950) (cuyo verdadero nombre era Anne-Marie Chassaigne), una mujer bellísima, que estudió en un colegio de monjas y que había abandonado a su primer marido en una oscura provincia francesa porque le pegaba y huido a Paris, donde devino en una demi-mondaine (una protegida por los hombres), después de haber sido bailarina del Follies-Bergére y haber consumado su primera gran conquista: el príncipe de Gales. A poco de haberla conocido, Natalie se le apareció en su mansión vestida como un paje, anunciando que ella era una “página de amor” enviada por Safo. Aunque Pougy era una de las mujeres más eminentes y deseadas de Francia, siempre rodeada de un grupo de admiradores ricos e influyentes, la actitud de Natalie la arrobó omnímodamente. Su romance de corta duración (nueve meses para ser precisos -la cantidad justa de tiempo para engendrar una vida y para ver desvanecerse a la oxitocina-) se convirtió en la base de la novela de Pougy, “Idylle Saphique” (Idilio sáfico). Publicado en 1901, el libro fue un éxito de ventas en París (tuvo que ser reimpreso en repetidas ocasiones debido a la exorbitante demanda). Natalie, además de haber sido musa inspiradora, contribuyó en un capítulo de la novela en el que se describió reclinada a los pies de Pougy en un palco de teatro, viendo a Sarah Bernhardt interpretar Hamlet. Durante el intermedio, Natalie (personificada en la obra como “Flossie”) compara la situación de Hamlet con la de las mujeres: “¿Qué hay de las mujeres que sienten pasión por la acción cuando el destino implacable dispone de ellas encadenándolas? El destino nos hizo mujeres en un momento en que la ley de los hombres es la única ley que se reconoce”. El personaje de Flossie se transformó, rápidamente, en un estereotipo de heroína. Paralelamente, Natalie también escribió “Lettres à une Connue” (Cartas a una mujer que conocí), una novela epistolar sobre su aventura con Pougy. Aunque la obra no encontró editor en ese momento, y la misma escritora se refirió más tarde a ella como “ingenua y torpe”, es conocida por su actitud hacia la homosexualidad (asunto que ella encontraba completamente natural y comparable con el albinismo). “Mi rareza”, escribió, “no es un vicio, no es deliberada y no perjudica a nadie”.

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Liane de Pougy
Liane de Pougy

 

Para finales de 1899, ya terminado el episodio pasional con la codiciada cortesana, Natalie conoció a la poeta británica Pauline Tarn, conocida como Renée Vivien (1877-1909). Por parte de Vivien, fue amor a primera vista, mientras que para Barney fue fascinación total cuando la escuchó recitar uno de sus poemas. La relación sexoafectiva que entablaron fue un estro divino para el trabajo de ambas (materializado en el caso de Renée en su libro de poemas “Une femme m´apparut” [Una mujer que se me apareció, 1905] y en el de Natalie en su poemario “Quelques portraits, sonets de femmes” [Algunos retratos, sonetos de mujeres, 1900], el cual fue ilustrado por su madre). Natalie le proporcionó a Renée un esquema teórico de inspiración feminista dentro del cual escribió sus poemas y Renee le aportó a Natalie cosmopolismo (era una mujer asazmente viajada), el gusto por las violetas (era conocida como la “Musa de las Violetas” debido a su amor por esas flores) y la romantización de la muerte (era tanática medular: alcoholéxica, toxicómana y suicida). Juntas adaptaron las imágenes de los poetas simbolistas y la convención del amor cortés para describir los sentimientos entre mujeres, y encontraron ejemplos de mujeres heroicas en la historia y la mitología. Fueron especialmente influenciadas por la figura de la poetisa griega de la época arcaica Safo, a quien Platón catalogó como “la décima Musa”, y a la que llegaron a entender en profundidad gracias a sus estudios de griego, lo que les permitió conocer los fragmentos originales de su poesía y extasiarse con la misma, y las impelió a aventurarse a viajar en el Oriente Express con la intención de instalarse en Lesbos y fundar una colonia de mujeres en Mitilene (propósito que no concretaron debido a una reyerta que tuvieron tras un ataque de celos por parte de Renée [las continuas conquistas sicalípticas de Natalie la guillaban hasta el enajenamiento], la cual sobrevino en separación y vuelta a casa).

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Renée Vivien
Renée Vivien

 

En la década de 1900, Natalie realizó sus primeras reuniones literarias en el salón de su casa de Neuilly (propiedad que compró con la herencia que le dejó su padre tras su muerte en 1902). El entretenimiento incluía lecturas de poemas y teatrillos (en los que en ocasiones actuaba Colette[5], quien fue una de sus amantes y, posteriormente, una de sus más íntimas amigas). Mata Hari realizó un baile una vez, entrando en el jardín montada en un caballo blanco con un arnés con cloisonné turquesa haciendo de Lady Godiva. Natalie abandonó Neuilly en 1909. Según un artículo de un periódico contemporáneo, su casero se negó a que realizara una representación al aire libre de una obra de Safo, considerando que “seguía la Naturaleza demasiado de cerca”. Canceló su contrato con el casero y alquiló el pabellón de dos plantas de la Rue Jacob 20 del barrio Latino de París, donde mantuvo su salón literario hasta finales de la década de 1960. Se trataba de una pequeña casa de dos plantas separada en tres lados del edificio principal que daba a la calle. Cerca del pabellón había un jardín grande y exuberante con un “Templo de la Amistad” dórico escondido en una esquina. En ese nuevo lugar, el salón creció con una cara externa más correcta, con lecturas de poemas y conversaciones (tal vez porque le habían dicho que el entablado no soportaría grandes fiestas con bailes). Pierre Louÿs[6], Paul Claudel[7], Philippe Berthelot y el traductor J. C. Mardrus[8] fueron algunos de los contertulios habituales. La duquesa de Clermont-Tonnerre, Elisabeth de Gramont (una aristócrata descendiente del rey Enrique IV de Francia conocida como la “duquesa roja” por su apoyo al socialismo), fue otra literata asidua (tanto del salón como de la vida sexoafectiva de Natalie). Se conocieron en la primavera de 1909 y se hicieron amantes el 1 de mayo de 1910 (fecha que celebraban como su aniversario). La duquesa aceptó la no-monogamia de Barney, quizás de mala gana al principio, y se desvivió para ser amable con las otras amantes de Natalie. Aunque ninguna de las dos era fiel a la otra sexualmente, se profesaron su amor durante toda su vida (Elisabeth murió en 1954 y Natalie, que murió dieciocho años más tarde, la siguió amando y recordando hasta su último día).

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 Elisabeth de Gramont
Elisabeth de Gramont

 

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Rue Jacob 20
Rue Jacob 20

 

Durante la Primera Guerra Mundial el salón se convirtió en un refugio para aquellos artistas que se oponían a la guerra, entre ellos Oscar Milosz[9], Auguste Rodin y el poeta Alan Seeger. Henri Barbusse[10] leyó en una ocasión su novela anti-bélica “Under Fire” y Barney organizó un Congreso Femenino por la Paz (Women’s Congress for Peace), al que inauguró diciendo: “Las mujeres no echarían a perder con tanta rapidez e inutilidad las vidas que gestaron con tanto cuidado y dolor. ¿Por qué deben someterse a la masacre de los inocentes, una generación tras otra… y permitirles que se críen como ganado para el ineludible matadero?”. Una de las concurrentes al congreso fue la pintora estadounidense Romaine Brooks (1874-1970) (otra heredera abiertamente lesbiana, que también se vestía y comportaba masculinamente, reconocida por sus retratos andróginos y acromáticos), de quien Natalie se enamoró instantáneamente cuando la conoció, en 1905, en una exhibición de sus obras en la galería Durand Ruel, y con quien mantuvo su relación más duradera (permanecieron devotas la una a la otra durante casi cinco décadas). Brooks toleraba los affaires esporádicos de Barney lo suficiente para bromear con ella de ellos, y tuvo algunos affaires propios a lo largo de los años. Aunque la retratista sentía unción por la escritora, no quería vivir con ella como una pareja a tiempo completo; París no le gustaba, desdeñaba las amistades de Natalie, odiaba la constante socialización con la que esta florecía y sentía que solo era ella misma cuando estaba completamente sola. Para satisfacer la necesidad de soledad de Brooks, construyeron una casa de veraneo que tenía dos alas separadas unidas por un comedor, que llamaron Villa Trait d’Union (la cual fue destruida en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial). Brooks también pasaba gran parte del año en Italia (lugar que eligieron para morar juntas durante la Segunda Guerra) o viajando por otras zonas de Europa, lejos de Barney.

A principios de la década de 1920, Natalie publicó “Pensées d´une Amazone” (Pensamientos de una Amazona, 1921), su trabajo más abiertamente político. En el desarrolló temas feministas y pacifistas y describió a la guerra como un “suicidio involuntario y colectivo ordenado por el hombre”, y dejó manifiesta su idea de que la agresión que conduce a ella es visible en todas las relaciones masculinas, y resumió su filosofía pacifista en un epigrama que decía: “Aquellos que aman la guerra carecen de amor por un deporte adecuado: el arte de vivir”. El libro se tituló así en homenaje a su amigo poeta, filósofo y crítico literario francés Remy de Gourmont, quien había escrito, antes de morir en 1915, una serie de cartas (que publicó en el Mercure de France), en las que narraba conversaciones que había tenido con “L’Amazone” (apodo con el que llamaba a Natalie, el cual la acompañaría por toda su vida). Paralelamente a la publicación del texto, junto al ensayista, músico y crítico estadounidense Ezra Pound (a quien Natalie había conocido en 1914 y de quien se había hecho muy amiga) planearon crear una institución con el nombre de “Bel Esprit” (Espíritu hermoso) que concedería dinero a escritores, uno francés y otro inglés, para que pudieran dejar sus trabajos y dedicarse de lleno a su escritura (los primeros elegidos fueron Paul Valéry y T. S. Eliot, pero por distintas razones ambos rechazaron la propuesta). Pound introdujo a Barney al compositor avant-garde George Antheil[11] y, aunque su gusto musical se inclinaba más a lo tradicional, organizó el estreno de la “Sinfonía para cinco instrumentos y el Cuarteto de Primera Cuerda” en la Rue Jacob, en el que Pound conoció a la que sería su amante por muchos años, la violinista Olga Rudge.

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Natalie Clifford Barney
Natalie Clifford Barney

 

En 1927 Barney inició una Académie des Femmes (Academia de Mujeres) para honrar a las mujeres escritoras. Se trataba de una respuesta a la influyente Academia Francesa fundada en el siglo XVII por Luis XIII y cuyos 40 “inmortale” no incluían a ninguna mujer en aquel entonces. Al contrario que la Academia Francesa, su Academia de Mujeres no era una organización formal, sino más bien una serie de lecturas que se realizaban como parte de los salones regulares de los viernes. Las honradas fueron: Colette, Gertrude Stein, Anna Wickham[12], Rachilde[13], Lucie Delarue-Mardrus[14], Mina Loy[15], Djuna Barnes[16] y de forma póstuma Renée Vivien. Dolly Wilde (1895-1941) (la sobrina de Oscar Wilde y la última persona que portó el apellido familiar), quien era famosa por su ingenio con los epigramas (pero que, al contrario que su famoso tío, nunca consiguió aplicar su talento en una obra escrita publicada; su único legado fueron sus cartas), también fue partícipe (tanto de la Academia de Mujeres como de la intimidad de Natalie). Ella, como Gramont y Brooks, significó en la vida de Natalie una odisea amorosa de larga duración, radicada en la deconstrucción de la posesividad que subyace tras los celos y la creación de nuevas realidades amatorias posibles, desprovistas de egos y subjetividades patriarcales penetradas. Se conocieron ese año (1927), en uno de los salones de los viernes y se enamoraron vehementemente. Mientras el amor entre ellas se extasiaba, Natalie seguía manteniendo su relación poliamorosa con Gramont y Brooks, concomitancia a la que Dolly se sumó al poco tiempo y concluyó con su muerte (murió en 1941 por causas que nunca llegaron a explicarse del todo, posiblemente por una sobredosis de paraldehído). En 1929, en “Aventures de l’Esprit” (Aventuras de la Mente, 1929) Barney dibujó un diagrama que recogía los nombres de más de cien personas que habían asistido al salón en un mapa aproximado de la casa, jardín y el “Templo de la Amistad”. La primera parte del libro contiene recuerdos de trece escritores masculinos que conocía o conoció a lo largo de los años, y la segunda contiene un capítulo para cada miembro de su Académie des Femmes. Esta estructura basada en el equilibrio de género no se trasladó al embalaje del libro, que nombraba a ocho de los escritores masculinos y luego añadía “…y algunas mujeres”.

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Templo de la Amistad
Templo de la Amistad

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Natalie dejó Paris y viajó a Florencia junto a Romaine. Barney era una octava parte judía, hecho por el cual durante la guerra en Italia podría haber sido mandada a un campo de concentración, espanto que evitó telegrafiando a su hermana Laura, pidiéndole un documento certificado de su confirmación. No obstante, utilizó una postura antisemita, no está claro si para evidenciar que no era judía (y así protegerse de posibles averiguaciones genealógicas) o por no haber tenido fuentes de información fidedignas y haber estado influida por las trasmisiones radiofónicas antisemitas de su amigo Ezra Pound, y creído la propaganda de los poderes Axis que describían a los aliados como agresores (por lo que el profascismo podría haber parecido una opción lógica a su pacifismo). En cualquiera de los casos, para el final de la guerra la postura de Natalie había cambiado, viendo a los aliados como libertadores. Regresó a la Rue Jacob 20 del barrio latino de París y continuó su relación con Brooks (quien rechazó su invitación a vivir con ella en París y se quedó en Italia), epistolarmente y monógamamente (Natalie viajaba a Italia a verla frecuentemente), hasta mediados de los años 50s, cuando conoció a la esposa de un embajador rumano retirado, Janine Lahovary. Lahovary, tras mucho esfuerzo (y sumado a las cartas que Natalie le escribía a Brooks garantizándole que su relación seguía estando en primer término), logró ganarse la simpatía de Romaine (aunque, igualmente, Brooks, que era una elitista, siempre la consideró por debajo de sus estándares y a leguas psicointelectuales de ella) y constituir un triángulo amartelado aparentemente estable (el cual duró algo más de una década). No mucho antes de que el ménage á trois comenzara, en 1949, el salón literario volvió a funcionar y continuó atrayendo a jóvenes escritores que lo veían como un sitio histórico, además de una entidad donde conseguir una reputación. Uno de los primeros fue Truman Capote, quien lo visitó de forma intermitente por casi diez años. Fascinado por la dicotomía de Natalie, en 1975, la describió en su novela inacabada “Plegarias atendidas” como “la primera estadounidense expatriada en París, una heredera de mentalidad independiente que tenía sus propias normas morales”.

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Natalie Clifford Barney
Natalie Clifford Barney

 

En 1969, después de que Brooks le pusiera punto final a su relación cincuentenaria, Natalie cerró su Salón, vendió la propiedad de la Rue Jacob y se retiró a un hotel de cuatro estrellas a orillas del Sena, el Meurice. Desde ahí escribió desesperadas cartas a su compañera, rogándole volver, las cuales Romaine no respondió (estaba muy enferma y dependía de una asistente para leer y no quería que nadie leyera su correspondencia, y menos una tan íntima como la de Natalie). Murió el 7 de diciembre de 1970. Natalie aceptó la trágica noticia con estoicismo, pero permaneció recluida en el Meurice donde recibió a muy poca gente. El 1 de febrero de 1972, tras una cena ligera, se acostó más temprano de lo habitual. Al día siguiente despertó con un agudo dolor en el pecho. El médico del hotel dijo que no era nada de cuidado intensivo, pero la mujer que nunca permitió que la viesen llorar tuvo un paro cardiaco a las 2:30 a.m. del 2 de febrero de 1972. Murió junto a su inseparable cuaderno de tapas grises. Se le dio cristiana sepultura muy cerca de Renée Vivien, según lo dispuesto por ella misma en su testamento, en el cementerio de Possy. Para su epitafio, dejó escrito: “Fue amiga del hombre y amante de la mujer, lo cual para la gente llena de ardor y de energía es mejor que lo contrario”. En definitiva, Natalie fue lo que deseó ser: el arco, la flecha y la diana.

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Entrevista a Natalia C. Barney de 1966

 

 

Entrevista a Natalia C. Barney de 1966

[1] Rémy de Gourmont (1858-1915), fue un novelista, periodista y crítico de arte francés.

[2] Marie Souvestre (1830-1905) fue una educadora feminista francesa, que trató de desarrollar una mente independiente en las mujeres jóvenes, fue conocida por sus altos estándares académicos y sus creencias políticas liberales.

[3] Evelina “Eva” Palmer-Sikelianos (1874-1952) fue actriz, bailarina, musicóloga y textilista estadounidense experta en temas de la Grecia antigua. La vida y sus esfuerzos artísticos se cruzaron con numerosos artistas a lo largo de su vida.

[4] Ángelos Sikelianós (1884-1951) fue un poeta y dramaturgo griego moderno. Uno de los más importantes poetas líricos del siglo XX en Grecia.

[5] Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954), fue una novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revistas y cabaré francesa.

[6] Pierre Louÿs (1870-1925) fue un escritor y poeta francés.

[7] Paul Louis Charles Marie Claudel (1868-1955) fue un diplomático y poeta francés. En toda su obra hace alarde, por extraña paradoja, de simbolismo y realismo, complejidad y sencillez, polifacetismo y profundidad, aparece informada por una honda inquietud religiosa en la que supo conciliar la ortodoxia con el modernismo.

[8] Joseph Charles Mardrus (1868-1949) fue un médico, poeta y traductor francés. Fue además un eminente orientalista.

[9] Oscar Vladislas de Lubicz Milosz (1877-1939) fue un escritor y diplomático franco lituano representante de Lituania en la Sociedad de Naciones. Como literato, Milosz era principalmente poeta, pero también escribió novelas y ensayos.

[10] Henri Barbusse (1873-1935) fue un escritor, periodista y militante comunista francés.

[11] George Carl Johann Antheil (1900-1959) fue un pianista y compositor estadounidense. Fue co-inventor junto a Hedy Lamarr de la primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia.

[12] Anna Wickham fue el seudónimo de Edith Alice Mary Harper (1883-1947), una poeta inglesa – australiana que fue pionera de la poesía modernista, y una de las poetas más importantes de la primera mitad del siglo XX.

[13] Rachilde, seudónimo de Marguerite Vallette-Eymery (1860- 1953) escritora francesa. Es una de las figuras literarias más complejas surgidas en un punto crítico entre el decimonoveno y vigésimo siglo. Bisexual, irreverente e independiente, sus tarjetas de presentación expresaban: “Rachilde – Hombre de Letras”

[14] Lucie Delarue-Mardrus (1874-1945) fue una periodista, poeta, novelista, escultora, historiadora y diseñadora francesa. Fue una escritora prolífica que escribió más de 70 libros.

[15] Mina Loy, seudónimo de Mina Gertrude Löwy (1882-1966) fue una artista, poeta, dramaturga, novelista, futurista, actriz, diseñadora de lámparas y bohemia. Aunque ya en su época debió principalmente su fama a encarnar a la moderna mujer emancipada y a ser musa de vanguardistas

[16] Djuna Barnes (1892-1982) fue una escritora estadounidense. Mujer rebelde, deseosa de probar cualquier experiencia nueva y transgresora de la moral burguesa, de la política y de las convenciones artísticas, plasmó su vida en sus obras, en las que aparecen el inconsciente, el onirismo, el lesbianismo, la transgresión y la fascinación.

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