El orgasmo al poder: la extraña historia del Dr. Wilhelm Reich

Lo que sabemos de sus primeros años, es lo que el Dr. Wilhelm Reich (1897-1957) nos cuenta en su libro Pasión de juventud, la vida de un joven judío, nacido en el medio rural del Imperio Austrohúngaro.

“Fue el mejor de los tiempos y también el más aciago”, diría Dickens en su “Historia de dos ciudades”, y esto se puede aplicar al fin del siglo XIX en Viena, donde una serie de artistas y pensadores (desde Egon Schiele a Sigmund Freud, de Ludwig Wittgenstein a Gustav Klimt) desatan la Caja de Pandora del inconsciente, el Eros y Tánatos, y las represiones sexuales.

Reich no podía permanecer ajeno a las tentaciones del sexo, había sido testigo de la infidelidad de su madre, el suicidio celopático de su padre y la ruina económica de la familia, que lo obligó a participar como simple soldado en la Primera Guerra Mundial. Vuelto del frente, retomó sus estudios de medicina y hacia 1922 se convirtió en el discípulo más brillante del profesor Freud. Junto a él descubrió la fuente de energía que impulsaba la actividad humana: el sexo.

Pronto el maestro chocó con sus discípulos, un grupo de jóvenes que rodeaban a Freud entraron en conflicto con sus ideas, desde Sandor Ferenczi a Ernest Jones, pasando por Carl Jung.

En el caso del Dr. Reich, atrás quedó el Eros y el Tánatos, ya que para él solo existía el sexo y el trabajo. “La salud mental de una persona se puede medir por su potencial orgásmico”, afirmaba el joven doctor, quien se oponía al interminable discurso terapéutico freudiano. Las personas tenían miedo de romper su bloqueo con la exposición oral de sus problemas. Para que mejorasen era necesario franquear las barreras que obstaculizaban el flujo de la energía psíquica que todos poseemos.

Reich relacionaba los miedos de un individuo con su tensión muscular, como una armadura corporal. Mientras Freud y los suyos rechazaban el contacto físico, manteniendo distancia con el paciente, el Dr Reich hacía uso de ese elemento. Para terminar con estos ciclos de tensión y liberación, creía necesaria una intensa vida sexual sin ataduras. La llamaba Vegetoterapia.

Obviamente, estos principios terapéuticos generaron un escándalo. Reich había redescubierto en occidente lo que los orientales llamaban el chi, o el flujo de energía vital.

Mientras desarrollaba sus teorías, Wilhelm se interiorizó de la escuela marxista y buscó conjugarla con las teorías psicoanalíticas, creando otro punto de fricción con Freud, al que acusaba de burgués. Para Reich la sociedad capitalista atrofiaba la vida sexual de los individuos a fin que el proletariado acatase las órdenes de las clases dirigentes.

Mientras los freudianos trataban de superar la neurosis mediante la adaptación de paciente a la realidad, Reich sostenía que la curación de la neurosis estaba ligada a la transformación de la realidad, siguiendo las consignas marxistas. Por estas ideas, Reich fue rechazado tanto por los freudianos, que no querían politizar su terapéutica, como por los mismos marxistas, que no querían sexualizar su política. En 1931, Wilhelm creó la asociación para la Política Sexual Proletaria.

El Dr. Reich no eligió un buen momento para publicar sus ideas. En 1932 editó La lucha sexual de los jóvenes, texto prohibido por los nazis un año más tarde. Este y otros libros de Reich, como “Psicología de Masas del fascismo y conciencia de clase” o “La lucha por la nueva forma de vida en la Unión Soviética”, terminaron alimentando las piras de libros que los nazis quemaban por considerarlos degenerados, o “patrañas semitas”.

Como ya señalamos, también las teorías de Reich entraron en conflicto con el partido comunista. Pronto la relación epistolar que el doctor mantenía con Trotsky, concluyó.

Las teorías del Dr. Reich comenzaron a tener un aire obsesivo o casi delirante cuando declaró al Orgón, cómo medida de la energía humana. Esta fuerza motora tenía color (azul), era omnipresente y lo más importante: era cuantificable, lo que otorgaba una pátina científica a sus teorías. Con su acumulador de energía orgónica (una caja de madera recubierta de metal), todo se podía curar redirigiendo la energía: el cáncer, la neurosis, las contracturas, los dolores crónicos. Era una panacea.

Reich se vio obligado a abandonar la Europa Nazi. Pasó por Inglaterra, Dinamarca, Suecia y Noruega, causando controversias con sus teorías. Después se dirigió a EE.UU. donde publicó junto al antropólogo Bronislaw Kasper Malinowski, el libro Reich habla de Freud.

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En EE.UU. desde su granja en Maine (llamada lógicamente, Orgonon), prometía curas milagrosas con su acumulador de energía. Esta afirmación creó suspicacias entre las autoridades norteamericanas. ¿Qué hacía éste médico de una nación enemiga, declarado marxista, promocionando una libertad sexual?

Reich trató de convencer de sus teorías a Einstein, y juntos desarrollaron una serie de pruebas que, según el físico, en nada demostraban las teorías del doctor.

El 12 de diciembre de 1941, Reich fue sacado de su cama por el FBI, y recluido en Ellis Island. Entre sus cosas hallaron 300 acumuladores, que al ser estudiados no se encontró evidencia de que éstos acumulasen energía alguna.

En 1954, el gobierno americano lo acusó de fraude y bajo las normas del Enemy Alien Act, lo mantuvo recluido. Reich murió en la prisión de Lewisburg de un cáncer, el 3 de noviembre de 1957. En su testamento donó su archivo a la Universidad de Harvard para que, a cincuenta años de su muerte, éstos fueran de libre acceso al público,

¿Genio o delirante? ¿Censura o fraude? ¿Conspiración o casualidad? Algunos afirman que las teorías de Wilhelm Reich fueron la llave de la revolución sexual de los’60, sus libros se han vuelto a publicar, y su granja de Orgonón se ha convertido en un lugar de peregrinación para sus seguidores, que aún creen que los orgasmos mueven al mundo.

 

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