La violencia organizada (Parte III: Grupos represores, paramilitares, parapoliciales, escuadrones y otros grupos de violencia armada)

Nota anteriores:

Los orígenes y objetivos de estos grupos varían según el contexto y la región en la que surjan. En general actúan a través de la intimidación, la coacción, la violencia y el terror; pueden surgir ante una sensación de indefensión e impotencia, ante la ausencia estatal o en momentos de inestabilidad política o social. Muchas veces surgen en connivencia con el poder político de turno, que no sólo hace la vista gorda ante sus acciones sino que las apaña y hasta las impulsa.

     Estos grupos suelen tener como objetivo imponer y mantener el poder y el control. Como eso coincide con las necesidades de los gobiernos, muchas veces el Estado “deja hacer” y cierra los ojos deliberadamente ante sus excesos. En ese sentido, a diferencia de lo que ocurre con los grupos guerrilleros, estos grupos violentos no suelen ser combatidos activamente por el Estado (que es quien, de acuerdo al  consagrado “contrato social”, es el único que puede hacer uso de la fuerza y de las armas, a través de sus instituciones u organizaciones armadas).

     Los grupos violentos paramilitares, ya sea que actúen bajo la sombra del Estado o de forma autónoma, lo hacen al margen de la ley; representan una amenaza para la seguridad de las personas y cometen delitos similares a los que dicen combatir.

     Con variaciones, los “grupos de tareas”, los “grupos de autodefensa” o los “escuadrones de la muerte” no son más que grupos violentos que buscan hacer justicia propia en forma sumaria, sin juicio, sin derecho a defensa, sin ninguna instancia en la cual la Justicia oficial del Estado tenga participación. De hecho, muchas veces son el lado oscuro del Estado: hacen el trabajo sucio que no puede conocerse oficialmente, ya sea para deshacerse de sus enemigos políticos o para conservar sus espacios de poder, dictan sus propios fallos, ejecutan sus propias condenas y tienen sus propios códigos, la mayoría de los cuales incluyen la muerte a quien sea y sin mucho (más bien ningún) miramiento.

     La cantidad de ejemplos es enorme e innumerable; aquí va un breve muestreo de los más conocidos, algunos históricos, otros actuales…

   Imposible no comenzar con las SS (Schutzstaffel), una nefasta organización paramilitar y parapolicial “de seguridad del Estado” pero sobre todo criminal, al servicio de Adolf Hitler y el partido nazi. Bajo el mando de Heinrich Himmler las SS pasaron a ser uno de los organismos más poderosos de la Alemania nazi, y posiblemente el más temible. Tenía básicamente tres divisiones: la SS general (Allgemeine SS), que ejecutaba la política racista del régimen nazi, la SS Armada (Waffen SS), que era un grupo de combate, y la SS Totenkopfverbände, que dirigía los campos de exterminio. Hasta la Gestapo le rendía cuentas a las SS, que fue la principal responsable del asesinato de alrededor de seis millones de personas, algo por todos conocido y que jamás dejará de horrorizar con su sola mención.

   Einsatzgruppen (“grupos de operaciones”). Eran escuadrones de ejecución itinerantes especiales formados por miembros de las SS; ni más ni menos que escuadrones de la muerte, en este caso nazis. Su tarea principal era la matanza de judíos (su objetivo prioritario), gitanos, comisarios políticos, etc. Mataron alrededor de un millón y medio de  personas, por supuesto sin juicio ni derecho a defensa de nadie.

    SA (Sturmabteilung) (“Camisas pardas”). Fue un grupo de choque utilizado por Hitler para reprimir reuniones de comunistas. Después el psicópata de Adolf ya tenía tan aceitados y organizados sus mega-grupos de asesinos que los fue dejando de lado; le sobraba gente cercana con ganas de matar para él y por él.

     Camisas Negras (MVSN, Milizia Voluntaria per la Sicurezza Nazionale) Grupo organizado por Benito Mussolini en Italia como cuerpo de choque de su movimiento fascista. Sus dirigentes fundadores fueron intelectuales nacionalistas, oficiales en retiro del ejército, miembros del cuerpos especiales y terratenientes. Sus métodos eran simples: amenazar y matar. Empezaron saterrorizando sindicatos, campesinos e intelectuales, y siguieron con lo que se les pusiera delante.

Benito Mussolini y sus camisas negras durante la Marcha sobre Roma.
Benito Mussolini y sus camisas negras durante la Marcha sobre Roma.

   OAS (Organissation Armée Secrete). Fue un grupo paramilitar de extrema derecha surgido en Francia durante la guerra de Argelia. Su objetivo era evitar que Argelia obtuviera la independencia de Francia (“Argelia es francesa y siempre lo será” era su lema), y para lograrlo (es un decir) cometieron todo tipo de crímenes.

    Grupo Wagner (CMP Wagner). Es una organización paramilitar de origen ruso fundada por Yevgueni Prigozhin. Su estructura es la de una red de mercenarios que van donde les paguen y trabajan para quien les pague. Como en Rusia este tipo de grupos es “ilegal” (ja), Rusia ha sostenido siempre que el Grupo Wagner “no existe”. Tuvo (y tiene) importante participación durante la guerra en Ucrania asistiendo a las fuerzas separatistas de Donetsk y Lugansk, son cercanos al neo-nazismo y la extrema derecha (sí, sí, rusos combativos de derecha).  Han hecho de las suyas (crímenes, saqueos, violaciones y otras yerbas) en Siria, Libia y otros países así de tranquilos. Como suelen ser brazo armado de los intereses rusos, Rusia les da armas y los entrena (y eso que “no existen”, eh).

     División Misántropa (División Fénix). Es una organización paramilitar neo-nazi que tiene su base en Ucrania pero es internacional. Combatieron a los separatistas de la región del Donbass. No es una organización centralizada, no tiene ni una estructura rígida ni líderes permanentes.

    Ustachas (Organización Revolucionaria Croata Insurgente). La Ustacha (que significa “insurrecto”) es una organización terrorista paramilitar croata creada en 1928 por Ante Pavelic. Tiene una postura que podría denominarse como “racismo religioso nacionalista”; fascismo con otro nombre, bah. Como las SS de los nazis, los ustashas exhibían tanto el desquicio político de su líder como la naturaleza violenta de sus ideas. Sus uniformes eran negros y su rito de iniciación era un juramento sobre un crucifijo, un puñal y una pistola. Los ustashas organizaban su discurso alrededor de una idea que ligaba entre sí a los serbios, los judíos, el comunismo y la monarquía como una masa heterogénea de enemigos que se complotaban para negarles la independencia a los croatas. Con esa idea instalada, todo exceso era permitido y justificado en nombre de los objetivos superiores que decían defender. “Para los serbios, los judíos y los gitanos tenemos tres millones de balas”, era el postulado central de Pavelic, que después de la Segunda Guerra Mundial (durante la cual vivió el apogeo de su poder y sus crímenes) fue refugiado en Argentina durante el gobierno de Juan D. Perón.

  Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Fueron organizaciones parapoliciales de España que practicaron la “guerra sucia” (léase terrorismo de Estado) contra la ETA entre 1983 y 1987. Estaban financiadas por el ministerio del Interior y emplearon los mismos métodos violentos de aquellos a quienes combatían. Nada que no hayamos visto.

   En países de Europa del Este hay grupos armados que están proliferando sin ninguna vinculación con las fuerzas armadas de sus respectivos países; la Guardia Nacional Letona, la Unión de Fusileros lituanos, los paramilitares serbios son ejemplos de ello. Muchos de esos grupos aparecieron en esa parte de Europa luego con la crisis de Ucrania de 2014. En muchos casos la escasez de presupuesto es lo que ha impedido que se formen ejércitos más numerosos, pero las ganas de armarse estaban, eso sí. Ligadas en mayor o menor medida a los ejércitos nacionales, el uso de estas milicias es una mano de obra barata y disponible de las Fuerzas Armadas “oficiales”.

     En Polonia se formaron muchos grupos armados por fuera de las Fuerzas Armadas tras la caída del comunismo; historias pasadas recientes con distintas invasiones, poblaciones pequeñas y un fuerte sentimiento nacionalista han favorecido la formación de estos grupos.

     En EEUU hay muchos grupos paramilitares, patrullas o movimientos en todos los Estados del país. Están bien organizados y su misión, según ellos dicen, es “proteger las libertades civiles”. Varios de esos grupos hasta visten uniformes; algunos son contrarios al gobierno, otros son favorables al mismo. Se estima que hay más de mil grupos armados de este tipo, y al conjunto de los mismos se lo conoce como “movimiento patriota”.

    Tienen nombres como “Oath Keepers” (“Custodios del Juramento”), “Three percenters” (“Los tres por ciento”) y “Posse Comitatus” (“Fuerza del condado”), “Go for them” (“Vamos por ellos”), etc.

    Surgieron en los ’90 y su ideología está basada en teorías conspirativas globales sobre amenazas a la paz y la estabilidad. Los anti-gobierno sostienen que el gobierno pretende quitarles sus armas (consideran que esa es la mayor amenaza a la Constitución de su país) y privarlos de sus “derechos y libertades”, y los pro-gobierno ven conspiradores y terroristas por todos lados y necesitan luchar contra esas conspiraciones.

   Algunos de estos grupos forman parte de un movimiento llamado “survivalistas” y se preparan para una especie de distopía apocalíptica; otros son de extrema derecha, en fin, hay de todo. La mayoría de estos grupos paramilitares tienen sus raíces en organizaciones racistas y antisemitas de los ’70 y los ’80. De esos grupos provienen también los “supremacistas blancos”.

     Y se se habla de ese tipo de gente, es inevitable la referencia al…

   Ku Klux Klan. Este grupo supremacista blanco de extrema derecha fue creado por los confederados en Tennessee en 1865, después de la guerra de Secesión. El KKK promueve el odio, la violencia, la homofobia, el racismo, el antisemitismo, la xenofobia, el anticomunismo. Tienen métodos cercanos al terrorismo y su crueldad es ilimitada. Con idas y vueltas, tuvo un declive y un resurgimiento; el “segundo” KKK desarrolló una estructura estatal y nacional, apoyó a los nazis y mantuvo y mantiene su perfil violento y racista. Un detalle: el KKK nunca ha sido declarado ilegal.

     Sociedad de la justicia y la concordia (Bóxers). Fue una organización secreta que desencadenó la “Guerra de los bóxers” en China a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Se transformó en un movimiento masivo, que apoyó a la emperatriz Cixi y combatió ferozmente a quienes se oponían a los bóxers, o mejor dicho, a quienes ellos mismos consideraban sus enemigos: cristianos, europeos, caucásicos, japoneses y chinos “occidentalizados”. La organización fue disuelta al final de la guerra, pero varios de sus miembros continuaron sus acciones en varios otros grupos en toda China.

    Sociedad de Camisas Azules (Sociedad de Aliento del Espíritu o Sociedad de Reconstrucción de China) fue el lado oscuro del Kuomintang (KMT) (Partido Nacionalista Chino); se trataba de un grupo paramilitar y fascista comandado por el mismísimo Chiang Kai-shek, y dejó de existir hacia mitad del siglo XX.

   Guardias Rojos. Fue un movimiento compuesto mayoritariamente por estudiantes universitarios y secundarios en China, movilizados por Mao Tsé-Tung en el marco de la “Revolución Cultural”. Luego de una purga de altos oficiales hostiles del Partido, Mao buscó reanimar el “fervor revolucionario” que sentía que se apagaba. Así, este movimiento fue promovido y manipulado por Mao como estrategia para reconquistar el poder. Para llevar a cabo sus planes, Mao recurrió a la fuerza más radicalizada de China: los estudiantes universitarios, a quienes les encargó que destruyeran el “revisionismo” (eufemismo que quiere decir “los que critiquen o cuestionen los fundamentos impuestos por mí”) y que suprimieran el más mínimo inicio de tendencia hacia el “camino capitalista”. Así fue que se inició la revolución cultual proletaria.

   Los estudiantes tomaron los centros universitarios, atacaron a sus autoridades y ejercieron una agresión violenta con torturas incluidas, mientras crecían exponencialmente las denuncias a funcionarios contrarios a Mao. La violencia y radicalización del grupo fue en aumento, y se creó una fracción del mismo especialmente violento y disruptivo: La  Guardia Roja. Eran grupos de asalto formados por adolescentes y jóvenes que seguían las enseñanzas y doctrinas de Mao (“aprender la revolución haciéndola”) al pie de la letra. En este caso, esto consistía en atacar a los “monstruos y fantasmas burgueses”, y así llevaron el caos a todo el territorio chino.

    Comenzaron por escritores, músicos y artistas, destruyendo pinturas, instrumentos musicales y manuscritos. Miles de personas fueron apaleadas hasta morir, y hacia fin de año unos diez millones de guardias habían desfilado ante Mao para recibir su bendición; así de poderosa y numerosa era su fuerza. Todo el territorio chino se transformó en un desborde de violencia. Decenas de millones de personas fueron perseguidas, incluso ministros y el por entonces presidente Liu Cao Ki y su esposa, que fueron torturados en público delante de hordas de Guardias Rojos que los insultaban; dos de sus hijos fueron asesinados y el secretario general del partido, Den Xiaoping, fue enviado a un campo de trabajo. En la provincia de Guangxi las masas fanáticas descuartizaron, cocinaron y se comieron al menos a un centenar de “enemigos del Estado”, y muchos cadáveres eran colgados y expuestos en público. Suavecitos, los muchachos de Mao. Y obedientes, eso sí.

    Khemeres Rojos (Camboya). Movimiento de choque del Partido Comunista de Kampuchea que tomó el poder en 1975 en Camboya. Impusieron su política a través de un régimen de terror que incluyó detenciones, torturas, trabajos forzados y asesinatos en masa, bajo la excusa de “combatir al enemigo interno”. Su accionar fue rotulado como genocida y sus crímenes considerados como de lesa humanidad.

  Kempeitai. Fue una organización parapolicial del imperio del Japón encargada de perseguir a los considerados “antijaponeses”, a descubrir espías, arrestar, torturar, y asesinar opositores. La cuestión paranoica de siempre, que necesita ejercer control de la manera que sea. Se la conocía como “la Gestapo japonesa”. Funcionó entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y llegó a convertirse en una fuerza enorme y cruel. Ejerció métodos de tortura hasta entonces desconocidos, secuestró y entregó mujeres para que fueran violadas por soldados japoneses, estableció campos de concentración y hasta se encargó de manejar la “Unidad 731”, en la que se desarrollaban armas biológicas y se practicaban experimentos de una crueldad inconcebible con seres humanos, antes de Mengele.

   Ijwan (“Naabedh”). Es una organización paramilitar pro-India que combate contra militantes islamistas pakistaníes en la región de Jammu y Cachemira, zonas de permanente conflicto.

     Janjaweed (o Yanyawid). Es un grupo paramilitar islámico formado en la zona de Darfur (Sudán) y Chad. Su nombre significa “jinetes armados” y su radio de acción es la población nómade y ganadera de Sudán. Desde 2003 ha actuado en el terrible conflicto de Darfur entre las tribus nómadas y la población sedentaria de la región, en una lucha por los recursos y la asignación de tierras que ha derivado en masacres y enfrentamientos de extrema crueldad. Son enemigos del Movimiento de Liberación de Sudán y otros grupos rebeldes de Darfur; en relación a esos conflictos, se estima que Janjaweed ha generado decenas de miles de muertos y ha causado éxodos masivos hacia campos de refugiados.

     Interahamwe (“los que trabajan juntos”). Organización de milicias hutus que en 1994 perpetraron una masacre matando tutsis por toda Ruanda. El genocidio fue dirigido por el mismísimo ministro de defensa Theoneste Bagosora y en menos de dos semanas, antes de que la comunidad internacional tuviera tiempo de reaccionar, unas 250.000  personas habían sido descuartizadas, la mayoría con el arma característica de este genocidio: el machete. En todo el país los hutus se volvieron contra sus vecinos tutsis sin distinción de hombres, mujeres o niños, de todas las formas imaginables.

     En Sudáfrica, los escuadrones de la muerte en la época del apartheid eran muchos y terriblemente crueles. El más conocido era el Vlakplaas, bajo el mando de Eugene De Kock, conocido como “El Mal Supremo”. No hace falta mucho para imaginar lo que serían ese tipo y su gente.

    Dejemos para el final de estas líneas una de las organizaciones más crueles y despiadadas de la historia: La Inquisición. Y no sólo la española (la más conocida), sino la medieval (persecución a los cátaros), la portuguesa, la romana, etc.

    No es objeto de estas líneas describirla en forma minuciosa, pero no puede dejar de ser mencionada como una nefasta organización para-estatal, para-religiosa, violenta, cruel y abyecta, con el agravante de la vista gorda del Estado político y del “Estado eclesiástico”: la Iglesia católica, que no sólo hicieron la vista gorda sino que propiciaron la tortura y la muerte de la manera más espantosa durante muchos años.

     Suele suceder que para que un fanático despliegue todo su potencial dañino es necesario que reciba el impulso y la venia de los poderosos y que haya un marco político en el que sus instintos “purificadores” y violentos resulten de utilidad para los ostentan el poder. Pasada la mitad del siglo XV, ese marco político estuvo dado (en el caso de la Inquisición española) por el matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (llamados luego “los reyes católicos”), que unieron el reino de Castilla con el reino de Aragón, constituyendo así lo que luego sería el Reino de España.

      Los reyes católicos querían fortalecer la integración de sus reinos en torno a la fe cristiana como respaldo del Estado, eliminando para eso a los judíos conversos; también hay que decir que querían aumentar la recaudación, ya que una de las medidas que se tomaban con los procesados por la Inquisición era la confiscación de sus bienes. Para lograr sus objetivos, los reyes católicos decidieron que se introdujera la Inquisición en Castilla, y pidieron al papa Sixto IV su consentimiento. El papa promulgó entonces en noviembre de 1478 una bula “a medida” en la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, que avanzó rápidamente, permitiendo además que los monarcas pudieran nombrar a los inquisidores. Establecer la Inquisición en la Corona de Aragón fue más difícil; Fernando no se llevaba bien con el papa, que había promulgado una segunda bula prohibiendo que la Inquisición se extendiese a Aragón (pero no suspendió la de Castilla, se ve que no quería tener problemas con la reina). Pero todo se puede charlar, así que el papa emitió una tercera bula y listo, el reino de Aragón también tuvo su Inquisición habilitada.

     Luego de la tercera bula del papa Sixto IV, los judíos pasaron a sufrir una doble presión: los convertidos corrían el riesgo de caer en manos de la Inquisición y los que seguían siendo judíos sufrían, además de ese riesgo, la violencia de los cristianos. Mientras tanto, Torquemada ya se había convertido en el confesor de la reina y su opinión tenía un peso decisivo sobre ella. Así, terminaron nombrándolo Inquisidor General. Bah, formalmente lo nombró el papa, pero a pedido de la reina. Los reyes le encargaron a Torquemada (una joyita para yerno, mire) que definiera los objetivos y organizara los métodos de la Inquisición. Torquemada fue implacable y despiadado, no tenía consideración por nadie ni atendía ningún atenuante. La historia es más que conocida.

     La Inquisición fue sin duda una organización violenta, armada, injusta, para-estatal, que tuvo la venia del Estado vigente y de la Iglesia para cometer sus crímenes; es decir que cumple con todos los requisitos para ser considerada como la madre de todas estas lacras que se han descripto en estas líneas.

Continuará…

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