El 10 de diciembre de 1971 en Ann Arbor, Michigan, John Lennon hizo su primera aparición pública como solista en los Estados Unidos, casi seis años después de haberse despedido de los escenarios norteamericanos con The Beatles en agosto del ’66. La razón que lo convocaba estaba lejos de ser un simple festival de música – basta ver el programa para apreciar que los oradores eran más que los músicos en este caso. El evento era un rally político para pedir por la liberación de John Sinclair, un hombre que había sido condenado a 10 años de prisión por posesión de drogas.
En esta oportunidad, Lennon y su esposa Yoko Ono interpretaron tres canciones, entre ellas “John Sinclair”, que relataba la historia del preso y criticaba al sistema, y en el medio de su performance afirmó: “El flower power no funcionó. ¿Qué importa? Empezamos de nuevo”.
La frase, el momento, todo sirve para demostrar de que forma John Lennon de repente estaba metido de lleno en el activismo político. Como parte de un fenómeno más generalizado que tiende a ver una clara conexión entre la rebeldía de los sesenta y la radicalización, el caso de Lennon es paradigmático.
A inicios de los setenta no dudaba en afirmar que la política no era algo nuevo en su vida. Según Lennon, él había sido criado como un niño de clase obrera y esto siempre había sido parte de su identidad, tema que trató en su sencillo de 1970, “Working Class Hero”. Fuera real o una mera construcción hecha a posteriori, lo cierto es que durante su etapa con los Beatles los temas políticos no eran algo que apareciera normalmente en su agenda pública, ya fuera desde lo compositivo o desde sus declaraciones. El escándalo siempre estuvo, como demuestran los boicots anti-Beatles organizados por todos los Estados Unidos después de que él afirmara que eran más grandes que Jesús, y quizás por esto fue que Brian Epstein, histórico mánager de la banda, le había pedido que no se metiera en polémicas que pudieran dañar la imagen del conjunto.
Sin embargo, a partir del 1968 – luego de la muerte de Epstein en el ’67, post viaje a la India, en pleno auge del misticismo y ya en pareja con Yoko Ono – empezaron a aparecer los primeros signos de politización en Lennon con la edición de “Revolution”. En este tema, publicado como lado B de “Hey Jude”, claramente hacía alusión al contexto de revuelta de la época, pero todavía se mostraba algo crítico a las salidas violentas, en sintonía con lo que luego sería su postura pacifista.
Esto no fue más que un preludio a lo que fue 1969, año en el que Lennon se casó con Ono y juntos aprovecharon su luna de miel en Ámsterdam para hacer la primera de sus bed-ins (encamadas) por la paz. Juntos pasaron una semana metidos en la cama del hotel Hilton, donde recibían visitas de todos los medios del mundo y hablaban de la necesidad de alcanzar la paz. Entre la ridiculez y la brillantez, muchos han sido los que vieron esto como una jugada muy estratégica de Lennon, quien explotó su celebridad a consciencia y aprovechó la oportunidad para transmitir un mensaje y no quedar meramente en lo anecdótico.
A pesar de su notoriedad y sus contribuciones, Lennon todavía no estaba participando activamente en movimientos de izquierda. Por esta época favoreció, en cambio, la difusión de su mensaje de paz a través de la música y la performance artística a la que se podrían agregar gestos como la devolución simbólica de la medalla de la Orden del Imperio Británico para protestar la intervención Británica en el conflicto entre Nigeria y Biafra, o la memorable aparición en 12 ciudades en diciembre del ’69 de los carteles que anunciaban “War is over” e incluían un saludo navideño de John y Yoko.
Para inicios de 1970, sin embargo, el mensaje pacifista no-violento empezó a perder algo de potencia en los Estados Unidos, especialmente luego de las incursiones en Camboya y Laos en el marco de la guerra de Vietnam. Las protestas se multiplicaron y fue en una de ellas que la escalada de violencia se manifestó patentemente, cuando cuatro estudiantes fueron asesinados en mayo por la Guardia Nacional en la universidad de Kent State, Ohio.
La llegada de la nueva década también mostró un cambio más profundo en Lennon y, tristemente, ya empezó a dar señales de la forma en la que su activismo político muchas veces sería usado por personas interesadas. El caso más dramático se produjo en enero de 1970, cuando Lennon y Ono se asociaron con Michael X, un referente del Poder Negro británico que les pidió contribuir a la causa, y en un gesto muy simbólico le regalaron mechones de su pelo para que los subastara y recolectara dinero para su comuna en Londres, “The Black House”. De poco sirvió esta acción, ya que el edificio londinense se terminó quemando misteriosamente y su líder, luego de que cayera preso y de que Lennon pagara su fianza, terminó escapando a su Trinidad nativa, armando una nueva comuna (que también resultó destruida) y finalmente, después de que se encontraran un par de cuerpos descuartizados en el sitio y se lo condenara a muerte, colgado en 1975.
A pesar de esta desastrosa experiencia, para 1971 encontramos a un Lennon inspirado por las causas sociales tanto musical como políticamente. Este fue el año de Imagine, disco que grabó en el mes de febrero y que, al salir en septiembre, alcanzó gran notoriedad por saber combinar calidad musical, temas fuertemente personales y cuestiones políticas. También, fue un momento en el que se lo nota más interesado en las organizaciones de izquierda británicas, como el International Marxist Group, o en referentes como Tariq Ali. En este ambiente conoció a Régis Debray, recién liberado de su arresto boliviano, entró en contacto con causas como la toma del astillero de Upper Clayside, escribió “Power to the people”, que fue publicada inicialmente en Red Mole, portavoz del movimiento, y empezó contribuir a cuestiones de la política local.
Todo esto, sin embargo, se cortó de repente cuando Ono y Lennon partieron a los Estados Unidos en septiembre, agobiados por los maltratos de la prensa británica y preocupados por estar cerca del juzgado norteamericano que estaba llevando el caso de la hija de Yoko, Kyoko, quien había sido secuestrada por su padre. Una vez instalados en Nueva York, Lennon y su esposa se entregaron al activismo participando de protestas como la de la nación Onondaga (un grupo de nativos americanos que quería evitar la construcción de una autopista en sus tierras) y acercándose a figuras de la Nueva Izquierda como Jerry Rubin, Abbie Hoffman, Stewart Albert y Bobby Seale, líder de las Panteras Negras.
Este paso probaría ser decisivo en los siguientes años de la vida de Lennon, ya que su asociación con estos personajes, acompañada de apoyo económico y una defensa muy pública de sus causas, lo terminó metiendo en problemas con el gobierno de los Estados Unidos. La instrumentalización de la fama de Lennon, hecha a consciencia por estos activistas, también jugó un rol muy importante en su transformación en una amenaza pública y no sorprende que, luego de participar en el concierto para la liberación de John Sinclair, y de lograr que dos días después él saliera en libertad, se activaron todas las alarmas.
1972 era un año de elecciones y Nixon, en los primeros comicios presidenciales donde votarían los jóvenes de entre 18 y 21 años, iba por su reelección. Temerosos de que una figura como Lennon, desde ya un referente para la juventud, se embarcara en una gira nacional organizada por organizaciones de la Nueva Izquierda para perjudicar las chances del Presidente, se desenterró una causa por posesión de narcóticos que se le había abierto en Inglaterra en el ’68 y se usó como excusa para pedir su deportación. El historiador Jon Wiener, quien amparado por la Ley por la Libertad de Información logró tras 14 años de litigio acceder al dossier que el FBI armó sobre Lennon en estos años, ha escrito ampliamente sobre estos documentos, llegando a señalar que podría haber existido, incluso, la intención de fabricar evidencia para fortalecer el caso.
Con esto pesando sobre él, durante la primera mitad de 1972, el activismo político de Lennon era total y se podría considerar que alcanzó su pico con la edición de Some Time in New York City en junio. Este disco, conceptualmente emparentado a la idea de un diario que debía capturar un momento histórico, incluía canciones explícitamente políticas sobre diversos temas como el feminismo (“Woman is the nigger of the world”), la brutalidad policial (“Attica State”) y la cuestión irlandesa (“Sunday, Bloody Sunday”). Más allá de las críticas ideológicas que lo calificaron de “extremista” y dudaban del compromiso de Lennon en todas estas causas, el álbum no logró conmover musicalmente y fracasó.
Mientras todo esto pasaba, Lennon luchaba por quedarse en Estados Unidos. Desde marzo de 1972, cuando se le anunció que tenía 60 días para abandonar el país, su abogado Leon Wiles se había ocupado de conseguir prórrogas a esos plazos, situación altamente irregular en la que Lennon terminó viviendo hasta 1973. Convencido de que sus chances de ganar eran muy bajas, le recomendó que evitara exponerse a situaciones que pudieran perjudicar su caso, por lo que Lennon bajo el tono a su protesta. Este cambio de actitud, de hecho, quedó reflejado en los documentos del FBI, que informaban que para fines de agosto de 1972, Lennon ya no se encontraba “activo en la Nueva Izquierda”.
Los problemas legales, no obstante, continuaron, al punto de que para abril de 1973, ante una nueva intimación a retirarse del país, Lennon y Ono protestaron creando un estado imaginario llamado Nutopia, y exigieron asilo político. No fue sino hasta 1975, luego de que se produjera el escándalo de Watergate y de que Gerald Ford reemplazara a Nixon en el gobierno en 1974, que se anuló la orden de expulsión. Al año siguiente, Lennon consiguió su Green Card.
Durante los siguientes años Lennon se alejó de la música y de la política para dedicarse a su familia, aunque nunca abandono ninguna de estas actividades por completo. Se sabe, por ejemplo, que si no hubiera sido asesinado el 8 de diciembre de 1980 planeaba viajar a San Francisco el 15 para apoyar una huelga de trabajadores de la salud. Así y todo, hay razones para considerar que se arrepentía un poco de sus años más radicalizados. No solo recibió muchas críticas que lo trataban de hipócrita por ser millonario y hablar de un mundo sin posesiones, como cantaba en “Imagine”, sino que internamente también se percibía un cambio. En 1978, rememorando sobre los inicios de los setenta, llegó a afirmar que el peor error que habían cometido con Ono había sido el de dejarse influenciar por “‘revolucionarios serios’ machos y sus locas ideas sobre matar personas”, concluyendo que les habría ido mejor si se hubieran concentrado en sus “propias estrategias para buscar la paz: bed-ins, carteles, etc.”.