“Rebelde y autodidacta, había hecho una fortuna fabulosa con un diario sensacionalista. Su casa era la encarnación de los sueños de un vibrante nuevo rico. (…) Natalio Botana, capitalista poderoso, dominador de la opinión pública de Buenos Aires.”
Pablo Neruda, “Confieso que he vivido”.
“Natalio Félix Botana, un uruguayo culto y genial que, con apenas 25 años y cinco mil pesos de la primera década del siglo pasado— ganados en una timba de amigos que se reunían en la entonces calle Cangallo— finació la creación de Crítica, que llegó a vender más de setecientos mil ejemplares diarios en sus cinco ediciones. Salió a la calle el 15 de septiembre de 1913, y revolucionó al periodismo latinoamericano. (…)”.
Alicia Villoldo-Botana, mujer de Jaime “Tito” Botana, 1 de los 3 hijos del susodicho.
“Compacto, cejijunto, con un habano entre los dedos y una pistola en la cintura, Natalio Botana no desentonaría en la galería de personajes balzacianos. Como en la Comedia Humana, en su biografía está presente la historia. En ‘El Tábano. Vida, pasión y muerte de Natalio Botana’, el escritor Alvaro Abós hizo frente al desafío de contar la vida del fundador del diario Crítica (…).”
Ana Vera, La Nación.
“El periodismo que nació con Crítica no era amarillo, sino escandaloso, como escandaloso fue el Watergate. Era verdadero, aunque oliera a podrido. En un medio nada impaciente por primicias y medroso de herir a tal o cual político, cualquier noticia que se aparte de estos cánones era escandalosa”.
Francisco Luis Llano, Jefe de Redacción del diario Crítica.
“(…) Padre de un estilo periodístico impactante, fue pionero en todos los géneros: fue el primero en incorporar grandes fotos y dibujos; el primero también en colocarles epígrafe; el primero en incluir un suplemento deportivo, inventar secciones, imprimir en color, incorporar una revista a la edición, enviar un periodista de gira, denunciar un hecho de corrupción y anunciar las noticias con una sirena que hacía bramar desde la azotea del edificio de siete pisos, que ordenó construir a medida de sus sueños en la Avenida de Mayo, y que albergaba su propia rotativa, además de un gimnasio, un bar y hasta una peluquería para uso exclusivo de su personal.
Fue, también, el creador del primer multimedio latinoamericano, capaz de unir en una sola empresa todos los recursos tecnológicos disponibles en ese momento: prensa escrita, radio, noticiero cinematográfico y productora de cine. Una audacia empresaria que empalidece las modernas fusiones de hoy, ya que tenía una incomparable ventaja: toda la empresa dependía de un solo y único dueño. Natalio Botana, amo y señor de la opinión pública argentina.
Sin embargo, ninguna de sus muchas virtudes superan lo escrito sobre sus múltiples pecados. Acusado de embustero, extorsionador, populachero, sensacionalista, manipulador, mafioso, snob y soberbio, la figura de Botana fue mirada en diagonal y con desprecio por casi todos los que se le acercaron. (…)
Jorge Luis Borges lo recuerda en plena redacción del diario, sacando la billetera del bolsillo del saco de cashimire inglés para tirar al aire montones de billetes. Luego, un Botana desdeñoso, observaba cómo sus empleados se tiraban al suelo para recogerlos. Una de esas veces, descubrió a Borges que, petrificado en el otro extremo de la redacción, miraba abochornado el espectáculo, y por encima de los cuerpos que se arracimaban por el piso, lo invitó a tomar un café. La elegante ironía de Borges detiene allí el relato. Prefiere rematarlo con una frase lapidaria: “En lo sucesivo, si alguien me avisaba que venía el director, corría a encerrarme en el baño para evitar el mal rato”. (…)”, fue el texto que publicó la revista Gatopardo.
“(…) Desde que, en 1904, se escapó del colegio secundario para unirse a las huestes del general Aparicio Saravia, (Natalio Félix) Botana -uruguayo, de familia de campo- se sintió atraído por la política. Pronto, la bohemia de Montevideo, donde compartía mesa con Horacio Quiroga o Julio Herrera y Reissig, lo introdujo en el periodismo, ámbito desde el que logró grandes acercamientos a la vida política.
En 1911, la ambición lo trajo a Buenos Aires donde, en apenas dos años, fundó un diario que cambiaría el periodismo argentino. (…)”, explicó Ana Vera en el diario La Nación.
Natalio Félix Botana nació en el departamento de Durazno, Uruguay, el 08/09/1888. Las continuas guerras entre blancos y colorados marcaron su infancia y a los 25, cruzó ‘el charco’, en 1911, y comenzó a trabajar como periodista de redacción en el diario La Razón.
Un tipo culto, amante de la pintura y literatura, del dinero, las mujeres y el juego, entre visión y ambición logró llevar a la calle, “Crítica”, el lunes 15/09/1913: apenas 5.000 ejemplares, con un equipo de Redacción reclutado entre bares y cafés del centro de Buenos Aires.
Por entonces Botana ya había formado pareja con una pelirroja, escritora, anarquista y madre soltera, Salvadora Medina Onrubia, quien luchó junto a él en los comienzos, cuando la impresión se hacía por etapas, a medida que se conseguía el efectivo para pagar el trabajo. Junto a ella, Botana intercedió personalmente por la libertad de Simón Radowitzky, el anarquista ruso que mató a Ramón L. Falcón.
Sin embargo, contradictorio, Botana fue uno de los impulsores del golpe de Estado contra Hipólito Irigoyen, y estuvo muy vinculado a políticos conservadores como Antonio Barceló y Agustín P. Justo. Sin embargo, nada de esto impidió que el comisario Leopoldo Lugones, el hijo del poeta y famoso por utilizar las descargas eléctricas para sus interrogarorias (‘picana’), lo mantuviera preso casi 100 días, junto a Salvadora y 15 periodistas, y el comisario se encargara personalmente de que ambos ‘hablaran’ mientras mantenía clausurada la Redacción.
La aparición de Crítica ocurrió en el momento perfecto, en especial por la buena situación económica del país, que permitía a las familias los gastos culturales o de entretenimiento como la compra del diario a $0,10, mientras se buscaba fomentar el estudio y reducir la alfabetización: hacia 1930, el 65% de la población sabía leer.
‘Crítica’ fue el 1er. grupo multimedia local cuando el 17/03/1932 inició el noticiero cinematográfico, un año más tarde, el 12/09/1933, presentó la revista Multicolor de los Sábados, que dirigía Ulises Petit de Murat y el codirector era Jorge Luis Borges.
Notas del pintor Xul Solar, de los escritores Juan Carlos Onetti y Horacio Quiroga, relatos de Rudyard Kipling y trabajos de Ezequiel Martínez Estrada que editaba Borges, cuya biógrafa, María Esther Vázquez afirma que fue gracias a esa tarea que Borges “encontró su verdadero destino dentro de la literatura”.
Petit de Murat dijo que “en esos 2 años a Borges se lo veía feliz” pero el día que cumplió 35 años, decidió suicidarse, lo que no concretó pero es otra historia, no la de Botana.
El progreso se puede ver en un diarío nómade, rotando constantemente de oficinas, sin muebles fijos, desprolijo e improvisado, adeudando salarios a sus empleados o pagando con vales y bonos, pasó de Sarmiento al 800 a tener su propio edificio, el “Palacio Periodístico”, en Avenida de Mayo 1333.
Luego de poco más de 5 años de malas, y alguna buena, que luego se volvía a bajar, en los años ’20, ‘Crítica’ llegó a su pico el 26/02/1926 con 900.000 ejemplares: el 10% de la población leía el producto de Botana.
4 años antes, en 1922, con la creación de 2 ediciones, una a las 14:00 (la 5ta.) y otra a las 20:00 (la 6ta.), aseguraba un ‘piso’ de 75.000 ejemplares al día, que no era el ‘techo’. Un año más tarde, Botana se abrió hacia el deporte, específicamente el boxeo, cubriendo una pelea de Luis Ángel Firpo.
Alicia Villoldo-Botana escribió en el diario Clarín: “(…) los más exquisitos habanos, y convocaba en su residencia de Don Torcuato a lo más granado de la intelectualidad. Entre las amantes de Botana, además de Salvadora (N. de la R.: Medina Onrubia), estuvieron la bailarina Josefine Baker, y algunas ilustres señoras argentinas. En el famoso mural que el mexicano David Siqueiros— tuvo ayudantes de lujo como Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y Lino Spilimbergo— pintó en el sótano de Don Torcuato, se reflejan, entre olas marinas, los risueños y adivinados cuerpos de las mujeres de la casa, propias y huéspedes, legales y “sin papeles”.
En esas catorce manzanas que Botana compró al ex presidente e íntimo amigo, Marcelo Torcuato de Alvear, para construir “Los Naranjos” y los sets de los Estudios de Cine Baires, se ofrecían cenas de gala, servidas en vajillas de plata mexicana: aún queda una ponchera y una fuente. Allí estuvieron, entre otros, Federico García Lorca, Rafael Alberti, María Teresa León, Alcalá Zamora, Arturo Alessandri, que fue presidente de Chile, después de una agitada campaña electoral que en parte financió Botana. Alessandri lo retribuyó con su amistad y el obsequio de unas tallas de toromiro y un pescado rongo-rongo de la Isla de Pascua que aún se conservan.
El poeta granadino García Lorca debió estar tres meses enyesado porque, estando en lo alto de la torre de agua de la gran piscina, cayó por la escalera de caracol. Era una noche estrellada, y García Lorca, enamorado su espítitu e inflamado su cuerpo, se había distraído inventándoles bellos versos a un espigado jovencito.
El otro andaluz, Rafael Alberti, junto a su mujer María Teresa, también gozaron de la generosidad de Botana. La pareja hacía colectas para los niños españoles exiliados en la Unión Soviética, después de la derrota de los republicanos por las fuerzas del franquismo. Según Tito, Alberti y María Teresa gastaban las contribuciones en vivir bien en la Argentina.
Antes de que estallara la Guerra Civil española, Botana— que donaba fuertes sumas de dinero a la República—, viajó con su familia a Madrid, invitado de honor del presidente Manuel Azaña. Después estuvo con Miguel de Unamuno, en Salamanca, y fue recibido en el puerto de Vigo por toda la flota de pescadores que lo honraron poniéndole “Natalio Botana” y “Crítica” a dos callejuelas de la ciudad gallega.
Por la residencia de Don Torcuato también pasaron otros personajes, no menos ilustres pero más cuestionados, como el caudillo conservador bonaerense Alberto Barceló o el ex presidente radical Marcelo Torcuato de Alvear. Dicen que a Salvadora, Carlitos Gardel le cantaba en privado. Los Botana vivían como los millonarios finos y cultos que eran. Natalio era un lector fanático de Horacio, y su biblioteca estaba repleta de autores griegos y latinos. (…)”.
Salvadora tuvo 3 hijos con Natalio Botana, y recién cuando nació una niña, Georgina Nicolasa -“la China”-, ella decidió que, considerando la situación desigual de la mujer, convenía legalizar la unión con Natalio, para que su hija no fuera, además de mujer, ilegítima.
Pero Salvadora dejó a todos en claro que nunca fue feliz con Botana y todos sus hijos hicieron saber que jamás sintieron el menor aprecio por su madre.
La más dura fue ‘La China’, quien mandó una carta a un diario porteño para decirle a su madre: “Haría cualquier cosa por librar a mis hijos del clima en que nosotros crecimos, de la amargura y el asco a la vida que nos hiciste sentir desde que tuvimos uso de razón”.
“Después de la muerte de Natalio, ella queda a cargo del diario. Según uno de sus hijos, Helvio, a partir de la muerte del mayor, Salvadora ya no fue la misma. (…)”.
Es probable que además de su inestabilidad emocional permanente, Salvadora quedara fulminada por una tragedia familiar, la muerte de su hijo apodado ‘Pitón’.
En Gatopardo se escribió:
“(…) Sobre el episodio hay tres versiones. La oficial, que se encargó de difundir Crítica, dice que el arma se disparó accidentalmente, mientras los hermanos Botana jugaban inocentes. Helvio, testigo del episodio, cuenta en su libro Los diente del perro que su hermano se suicidó, tras una discusión con Salvadora, en donde ésta le revela que no era hijo de Botana, sino de un prominente abogado entrerriano de apellido Pérez Colman. La secretaria privada de Salvadora, Emma Barrandeguy, da otra versión: Helvio fue quien le reveló su origen, celoso porque su padre prefería a Pitón y los hermanos se trenzaron “en un juego violento que terminó con un disparo”. En cualquier caso, esta muerte quebró definitivamente el delicado equilibrio de la familia Botana y liberó a Salvadora a su suerte, que fue escasa aunque intensa. Desde entonces y hasta su fin, ocurrido en 1972, se le atribuyeron romances con hombres y mujeres y, por último, con un sacerdote de nombre Fernando Giménez, al que su hijo Helvio recuerda, con saña, haberle dicho:
-No sé si llamarlo Padre o padre.
Helvio también cita la última palabra que pronunció su madre: “odio”. (…)”.
Botana murió el 07/08/1941, en un accidente en Jujuy, durante un viaje por el norte, y manejando 1 de sus 3 Rolls Royce -tenía uno negro, uno gris y otro celeste-.
En aquellos días, Botana avanzaba en su divorcio de Salvadora, y se dice que iba a comenzar una nueva vida junto a una exiliada española.
Según la nota de Gatopardo, el 05/08/1941, Botana “(…) se había escapado con un grupo de amigos al casino de Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero, en donde había apostado y ganado una fortuna. Al levantarse de la mesa, escuchó al groupier decir:
-No hay porqué preocuparse. En un rato vuelve a apostar todo lo que ganó.
Cuentan que entonces Botana ordenó partir, para desmentir la predicción del groupier. Señaló como destino otro casino, ubicado en las Termas de Reyes, a treinta kilómetros de la capital de la provincia de Jujuy. Por allí paseaba cuando su Rolls Royce negro se estrelló en los pilares de la ruta. El asfalto le rompió dos costillas, que él quiso que nadie toque hasta que llegara su médico personal desde Buenos Aires. Botana murió cuatro horas después. Había logrado que todos obedezcan su última, estúpida orden. (…)”.
Los herederos fueron perdiendo el control de la editorial hasta que, acosados por el gobierno peronista, debieron venderlo. El diario Crítica cerró en 1963.
Texto publicado originalmente en https://archivo.urgente24.com/267562-76-anos-de-la-estupida-muerte-de-botana