Con una guerra no les alcanza

A veces la “nueva guerra” se produce por una “revancha” del bando perdedor de la guerra anterior. A veces, rencores no aplacados generan una ebullición que explota y lleva a un nuevo enfrentamiento. A veces, cambios de alianzas obligan a participar en guerras más grandes contra los mismos enemigos. Sea cual fuere la causa, la cuestión parece ser encontrar un nuevo motivo para volver a atacarse, matarse y destruirse.

     En lo que conocemos como “historia antigua” ya los humanos de distintas latitudes eran afines a reincidir en sus conflictos sangrientos. Veamos…

Guerras médicas (Persia y Grecia). Persia quería castigar a los griegos por haber apoyado antes a los jónicos en contra de Persia. Y de paso, invadir, expandirse, ya sabemos cómo son estas cosas. La primera guerra (490-481 a.C.) la ganaron los griegos. Duró poco la paz, ya que al año siguiente llegó la segunda guerra (480-479 a.C.), en la que empezó ganando Persia, después se repuso Grecia y al final ambos quedaron diezmados y, de paso, Atenas arrasada. Empate, digamos. La tercera (467-448 a.C.) la ganó claramente Grecia, y todo terminó con la paz de Calias.

Guerras del Peloponeso (Atenas y Esparta). La primera (460-446 a.C.) la ganó Esparta, pero las heridas nunca cerraron. Ambas ciudades-Estado formaron sus “ligas” con otras ciudades afines y entonces se volvieron a enfrentar, en este caso la Liga del Peloponeso (Esparta y compañía) contra la Liga de Delos (Atenas y sus amigos), entre 431 y 404 a.C. De nuevo ganó Esparta and friends, y como consecuencia del desastre económico y social en el que quedaron luego de las guerras, se inició la decadencia de las ciudades-Estado griegas.

-Guerras púnicas (Cartago y Roma). Ambas potencias querían controlar el Mediterráneo y por eso se pelearon. En la primera (264-241 a.C.) la victoria fue de Roma. En la segunda (218-201 a.C.) también. Mucho tiempo después, Cartago, hueso duro de roer, declaró la guerra a Numibia sin permiso de Roma, que aprovechó para terminar de sacarse de encima a los tozudos cartagineses, lo que hizo en la tercera guerra (149-146 a.C.), atacando a Cartago y logrando su destrucción total y matando o esclavizando a todos sus habitantes, lo que llevó al fin de la existencia de Cartago como nación independiente.

     Al igual que en la antigüedad, en el Medioevo y en el Renacimiento las peleas nunca terminaban; era como que hacían algunos intervalos para recomponerse (les llamaban “paz”) y seguir peleándose más adelante. Los ejemplos son tantos que es imposible citarlos todos, pero vale destacar dos guerras “continuadas” que aunque no entran en la categoría de guerras “reincidentes” vale la pena mencionar aquí, como muestra de lo que es capaz de hacer nuestra especie cuando se empeña (o sea, casi siempre) en pelearse y matarse una y otra vez:

-Guerra de los 100 años (Francia contra Inglaterra). Esta guerra fue una sucesión de conflictos entre 1337 y 1453 entre Francia (cuyos aliados fueron Escocia, Castilla, Aragón, Navarra y Bohemia) e Inglaterra (y sus aliados Borgoña, Portugal y Flandes) durante gran parte de la Edad Media. Esta disputa sin fin, que terminó arrastrando a otros reinos occidentales, es considerada como la primera gran guerra internacional europea, tuvo un origen feudal: Felipe V de Francia confiscó las tierras que la corona inglesa Inglaterra se había apropiado en territorio francés en tiempos de Eduardo II en la región de Gascuña (sudoeste de Francia). La guerra terminó con la victoria de Francia y las tropas inglesas se retiraron de territorio francés.

Hay que pelearse durante 100 años, eh…

-Guerra de los 30 años. Esta guerra duró entre 1618 y 1648. En ella se enfrentaron el Sacro Imperio Romano Germánico (junto a España, ambos católicos) contra Inglaterra, Francia, Suecia y la Alemania protestante (todos protestantes y luteranos). Fue uno de los conflictos más devastadores de la historia europea ya que, si bien comenzó como un conflicto religioso entre católicos y protestantes, se fue convirtiendo en un enfrentamiento mundial en el que los bandos se conformaron por intereses políticos y no sólo por su religión. Si bien hubo más muertos del lado protestante, realmente no ganó nadie y el conflicto terminó después de cuatro años de negociaciones con la Paz de Westfalia.

     Bastante más acá en el tiempo, incursionemos en los últimos tres siglos, y veremos que la cosa no cambia demasiado…

-Invasiones inglesas (Imperio británico contra el Virreynato del Río de la Plata, colonia española). No llegaron a ser guerras, pero vale citarlas en estas líneas. Los británicos buscaban quebrar el monopolio español en el Río de la Plata y abrir nuevos mercados que consumieran sus productos. Primero intentaron hacerlo por la fuerza, y así llegaron “las invasiones inglesas”. En 1806 la flota inglesa comandada por William Beresford desembarcó sin contratiempos en Quilmes y llegó como de paseo a Buenos Aires pensando que tomar posesión de la ciudad sería un trámite. Y lo fue, ya que el virrey entregó la ciudad enseguida. Pero Buenos Aires fue reconquistada, y los británicos, a casa. Volvieron el año siguiente, esta vez al mando de John Whitelocke, con idéntico resultado: derrota y la restauración del poder de España en el Río de la Plata, con Santiago de Liniers como nuevo virrey. Gran Bretaña cambió su estrategia para penetrar económicamente en las colonias españolas y diseñó el Plan Maitland, que sí fue exitoso. Pero esa es otra historia.

Guerras del Opio (Reino Unido contra China). Los intereses comerciales creados por el contrabando británico de opio en la India y en China (por un lado) y los esfuerzos del gobierno chino por imponer sus leyes a ese comercio (por otro lado) generaron dos guerras, la primera entre 1839 y 1842, y la segunda entre 1856 y 1860. Todo comenzó cuando el emperador chino decretó la incautación de todo el opio en manos extranjeras en Cantón, lo que llevó a un conflicto comercial entre China y el Reino Unido que derivó en una declaración de guerra. En la segunda guerra, el Reino Unido aprovechó la guerra civil en China para declararle la guerra y ver si podía acomodar sus cuestiones comerciales. En ambos casos ganó el Reino Unido, en el segundo caso con la ayuda de Francia.

-Guerras de Cuba (Cuba contra España). La primera (“La Guerra de los 10 años”, “Guerra Grande”) duró ¡10 años!, entre 1868 y 1878. Se generó por la primera insurreción independentista cubana contra el imperio español, y ganó (“ganó” es una forma de decir, nadie gana en una guerra) España. La segunda (“Guerra Chiquita”, 1879-1880), otro intento de independencia cubana, también terminó con victoria española. En la tercera (“Guerra Necesaria”, entre 1895 y 1898), los Estados Unidos (que siempre andan viendo en qué guerra pueden meterse) se involucraron en apoyo a Cuba a partir de 1898; así, Cuba logró finalmente su independencia, mientras que España perdió Cuba y además otras posesiones: Puerto Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a estar bajo dominio de EEUU.

-Guerras de los Boers (Imperio británico contra los Boers). En la primera guerra (diciembre de 1880 a marzo de 1881), los británicos, que necesitaban controlar las rutas que llevaban a la India y pasaban por Ciudad del Cabo, se vieron sorprendidos y superados por los boers (colonos neerlandeses). En la segunda guerra (1899 a 1902) ya se habían descubierto minas y diamantes y de oro; y había que explotarlos, claro. La gran superioridad británica en hombres y armamentos derrotó a los boers; las tropas inglesas devastaron y quemaron todo y los boers capturados fueron llevados a campos de concentración, donde murieron más de 20.000 personas.

Guerras chino-japonesas (China contra Japón). En la primera guerra (agosto de 1894 a abril 1895) se pelearon porque ambos querían controlar Corea. Ganó Japón, que de paso se quedó con Taiwan. La segunda (entre julio de 1937 y septiembre de 1945) ocurrió por el afán expansionista de Japón, que ya había invadido Manchuria y comenzó a invadir el norte y el este de China en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Japón hizo estragos en China, pero tanto la URSS como EEUU apoyaron económicamente a China, y la derrota de Japón en la WWII terminó con su excursión imperialista: digamos que más que ganar China, perdió Japón.

-Guerras de los Balcanes.  En la primera guerra, entre octubre de 1912 y mayo de 1913, la Liga Balcánica tenía como objetivo expulsar de Europa al Imperio Otomano y repartirse sus territorios balcánicos. Para eso, Bulgaria y Serbia firmaron un pacto; después se agregaron Grecia y Montenegro. No los unía el amor sino el deseo de aplastar a los turcos; todos querían detener la “otomanización” política y cultural. Y derrotaron a los turcos, nomás. Pero después de ganar la guerra, las interminables diferencias entre los países miembros de la Liga llevaron enseguida a… la segunda guerra de los Balcanes, esta vez entre ellos. Resultó que Bulgaria no estaba conforme con su parte del león: la parte de Macedonia que quería para sí había sido reclamada también por Serbia y Grecia, y esto llevó, apenas un mes después de terminada la primera guerra, a la segunda guerra balcánica, que enfrentó a Bulgaria contra los que habían sido sus aliados hasta cinco minutos antes. La segunda guerra balcánica fue breve y sangrienta; encima, éramos pocos y llegó Rumania, que se unió a Grecia y Serbia en contra de Bulgaria. Y cuando hay baile todos se acercan, así que los turcos, ya que estaban, se acercaron también a combatir, junto a sus recientes enemigos, en contra de Bulgaria, que quedó sola contra todos. Las batallas se transformaron en masacres, los búlgaros pegaron la retirada y en agosto terminó la lucha. Los que más perdieron territorio fueron los turcos, los demás algo de territorio ganaron, pero fue un desastre para todos.

Primera y Segunda Guerra Mundial. En la primera (1914-1919), Serbia, que se sentía amenazada por el control austrohúngaro sobre Bosnia-Herzegovina (una provincia imperial), reforzó su alineamiento con Rusia como para protegerse. Un solo incidente que ocurriera por cualquier razón empujaría a un enfrentamiento directo entre Rusia y Austria, y seguramente arrastraría a los países aliados de uno u otro lado a una guerra. Y el hecho desencadenante del conflicto no tardaría mucho en aparecer.

     El archiduque austríaco Franz Ferdinand sabía que su primera visita oficial a Sarajevo podía ser peligrosa, pero igual fue. Y lo asesinaron, a él y a su esposa. A partir del crimen los acontecimientos se precipitaron, hasta que el gobierno imperial austrohúngaro lanzó un ultimátum exigiendo que Serbia detuviera en “las intrigas permanentes que constituyen una amenaza para la monarquía”, que censurara las publicaciones “anti-austríacas” y que arrestara a los activistas contrarios al Imperio. Serbia rechazó esta demanda y propuso un arbitraje internacional, cosa que fue rechazada por Austria.

     Serbia fue apoyada por Rusia, Gran Bretaña y Francia, mientras que Alemania apoyó a Austria; la escalada de amenazas fue creciendo y el 28 de julio el Imperio austrohúngaro le declaró la guerra a Serbia. Al día siguiente Rusia ya empezó a movilizar tropas, Alemania hizo lo mismo y le declaró la guerra a Rusia, las tropas de Francia también se movilizaron, Alemania le declaró la guerra a Francia (se ve que estaban que se salían de la vaina por un poco de acción), Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania, y en un impresionante dominó de agresiones y muerte los países se fueron sumando e involucrando en lo que constituiría la Primera Guerra Mundial, “La Gran Guerra”, que aterrorizó y asoló a Europa durante cuatro años y medio.

    Pero nadie escarmentó, y llegó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

  Después de la Primera Guerra Mundial, diferentes factores políticos, económicos y sociales se fueron entrelazando en un punto: en Alemania crecía una sensación de disconformidad con el Tratado de Versalles y las condiciones impuestas en el mismo. Además apareció el factor ideológico encarnado en Adolf Hitler, que pregonaba la supremacía aria, la necesidad expansionista del pueblo alemán y el antisemitismo que culpaba a los judíos de todas las desgracias de Alemania (incluida la derrota en la Primera Guerra). En ese contexto, Hitler dio los pasos que se había propuesto: se retiró de la Sociedad de las Naciones en protesta por el Tratado de Versalles, se rearmó, rehizo el ejército alemán, decidió anexar a Austria, luego a Checoslovaquia, luego a Polonia. Se aseguró que la URSS no lo atacaría firmando con Stalin un pacto de no agresión que duró lo suficiente como para concretar sus planes y comenzó la Segunda Guerra Mundial. La frutilla del postre es que Japón, por su parte, decidió un plan de expansión territorial para conseguir las imprescindibles materias primas. Desde su invasión de Manchuria en adelante, la expansión hacia el sur no se detuvo. Tras comprometerse a no agredir a la URSS, Tokio se sumó al eje Berlin-Roma firmando el Pacto Tripartito. En ese momento Estados Unidos sintió la amenaza y trató de frenar a los japoneses por la vía de la sanción económica: primero restringió y luego suspendió por completo las exportaciones petroleras a los japoneses e instaló un bloqueo comercial: cero petróleo para Japón, y que se arreglen. Eso avivó aún más el expansionismo japonés; trataron de negociar con los yanquis, pero China (Chiang Kai-shek) se metió en el medio y la espiral creció. Resultado: Japón adentro, ataque a Pearl Harbor y EEUU adentro: todos invitados al gran banquete de la masacre mundial.

Guerras de Cachemira (India contra Pakistán). Los dos países se disputaban (y disputan) la zona de Cachemira. Perteneciente a la India, Pakistán la reclama como propia. En la primera guerra (octubre a diciembre de 1947) la partición del Imperio Indio-Británico generó la existencia de dos Estados: la Unión de la India (luego república de la India) y Pakistán. Cachemira se unió a la India recién independizada, de mayoría hindú, en lugar de unirse a la nueva nación islámica de Pakistán. Poco después Pakistán invadió Cachemira, pero tras una intensa lucha fue rechazado. En la segunda guerra (abril a septiembre de 1965) las razones fueron las mismas, pero ahora se agregaron los pesos pesados: China decidió apoyar a Pakistán, pero la URSS y Estados Unidos (que consideraba a la India un obstáculo para la expansión de China en la región) apoyaron a la India. Con las dos superpotencias en su contra, Pakistán optó por retirarse.

-Guerras árabes-israelíes. La primera fue apenas se declaró la independencia de Israel en mayo de 1948 (“Guerra de la independencia”). Menos de 24 horas más tarde, los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak atacaron a Israel, forzando a Israel a defender su soberanía. Israel terminó victorioso en un conflicto que duró nueve meses. La segunda, en 1967, fue la ”Guerra de los Seis Días”. En ella, Israel derrotó rápidamente a una coalición de Egipto y los países árabes. La tercera, en 1973, fue la “Guerra de Yom Kippur”, en la que Israel derrotó nuevamente a Egipto, Siria y otra coalición árabe (todos ellos querían vengarse de la impactante derrota de la Guerra de los Seis Días). En menos de un mes, cuando a instancias y presiones de EEUU, URSS y la ONU se llegó a un “alto el fuego” con Egipto, Israel no sólo había inclinado la guerra a su favor sino que había ampliado los territorios ocupados. Las escaramuzas, bombardeos, atentados y peleas entre ambos bandos continuaron, continúan y continuarán.

-Guerras en los países balcánicos (Serbia, Croacia, Bosnia, Kosovo, Albania). Fueron una serie de graves conflictos entre los pueblos de la antigua Yugoslavia, principalmente entre los serbios por un lado y los croatas, bosnios y albaneses por el otro, aunque también se pelearon bosnios y croatas en Bosnia-Herzegovina. Las causas de las peleas fueron inicialmente étnicas y religiosas, pero también políticas, económicas y culturales. Detonantes sobraban, la cuestión era pelearse. Croacia declaró su independencia en 1991 y hubo guerra con Serbia, Bosnia-Herzegovina declaró su independencia en 1992 y hubo guerra con Serbia (y los croatas ayudaron a Bosnia, obviamente), Kosovo expulsó a serbios y hubo guerra en 1998. Las guerras balcánicas terminaron con la antigua Yugoslavia reducida a la pobreza, con una gran desorganización económica y una inestabilidad persistente en su territorio. Fueron los conflictos más sangrientos en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Explicar en detalle las causas de cada una de las guerras que se sucedieron excede la capacidad de estas líneas, basta con decir que fueron diez años de masacres, muertes, violaciones, vejaciones; lo peor del ser humano se concentró en uno de los lugares del planeta con mecha más corta.

-Guerras de Rusia contra Chechenia. En la primera guerra (entre dciciembre de 1994 y agosto de 1996), Rusia buscaba recuperar terrenos chechenos. Pero no pudo, Chechenia sostuvo su posición y Rusia fue derrotado. La segunda guerra empezó en agosto de 1999, cuando Chechenia y grupos armados guerrilleros invadieron Daguestán y Rusia acusó a Chechenia de provocar atentados en Rusia. Esta guerra duró diez años, hasta abril de 2009, en que Rusia informó oficialmente la actividad terrorista chechena había sido eliminada.

-Guerras de Rusia contra Ucrania. La primera guerra empezó en 2014, cuando los ucranianos destituyeron a su presidente pro-ruso y comenzaron a acercarse a la Unión Europea, mientras Vladimir Putin ordenaba anexar Crimea a Rusia. El acuerdo de Minsk puso un alto el fuego, pero ni resolvió el conflicto ni aplacó los odios. En 2021 recrudecieron los problemas y, con diversos argumentos (otra vez el acercamiento de Ucrania a la UE es uno de ellos, aunque no oficialmente), Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, comenzando una segunda guerra que aún persiste.

     Hay muchas más, por supuesto.

     Y habrá más en el futuro, también. Seguramente.

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