Malvinas: el combate de Caleta Foca, el último enfrentamiento naval en la contienda (y en el siglo XX)

“Los ejércitos marchan sobre sus estómagos” decía Napoleón haciendo alusión a la logística indispensable para alimentar y abastecer a los combatientes. En este caso, deberíamos decir que “navegan” sobre sus estómagos porque para abastecer a tropas y civiles era necesario contar con naves de transporte a fin de llegar a los confines del extenso archipiélago. Este fue el caso del buque Monsunen, nave que desplazaba 326 toneladas y pertenecía a la Falkland Islands Company dónde realizaba tareas de reabastecimiento .

Después de la toma de Puerto Argentino, está nave fue requisada y puesta bajo el mando del entonces teniente de navío Jorge A. Gopcevich Canevari a fin de distribuir alimentos y combustibles entre los habitantes de la isla y los distintos destacamentos del ejército disperso por esa extensa e intrincada geografía.

Llevaba cumplidas 19 misiones cuando el 1° de mayo fue sobrevolado por un Sea Harrier en las cercanías de Punta Celebroña. Probablemente no fue atacado porque el piloto debió haber creído que era una nave tripulada por isleños.

Al día siguiente se decidió armar a la Monsunen con una ametralladora FN MAG, contribución del General Parada quien además proveyó de un sargento artillero para su operación junto a un conscripto. En realidad, ante cualquier agresión de los ingleses poco podían hacer estas armas pero era mejor que nada.

El Monsunen transportó cañones y proyectiles para el ARA Islas de los Estados que estaba anclado en el estrecho de San Carlos. La operación se hizo exitosamente a pesar de la oscuridad y de realizarse en medio de una borrasca.

Cuando la nave volvió a Puerto Argentino debió permanecer atracada durante 8 horas ya que se sabía que había un submarino enemigo en las inmediaciones. En esos días de mayo, los ingleses desembarcaron en el estrecho de San Carlos. En esos días, las naves argentinas estaban en constante peligro de ser atacadas.

El 21 de mayo el Monsunen zarpó de Bahía Fox hacia Puerto Argentino con harina de trigo y combustible y municiones cuando en ese trayecto un helicóptero inglés lo sobrevoló e intimó la rendición. Con la FN MAGs del Monsunen y otras armas de menor calibre, abrieron fuego haciendo que la nave se alejase, aparentemente dañada.

Poco después, las fragatas Brilliant y Yarmouth abrieron fuego de cañones contra el Monsunen. Ante la evidente superioridad de los británicos, y con el buque horquillado el teniente Gopcevich decidió imbicar a la nave contra la costa de Caleta Foca a fin de evitar el contacto del radar de artillería. Una vez en la caleta y luego de verificar que estaban imbicados en la costa y no en una roca aislada, abandonan el buque en tres balsas inflables con la intención de internarse en la costa, de noche y en medio de un mar embravecido, con lluvia, bajo tiros Iluminantes y artillería.

En esas circunstancias cayó al mar el cabo Carlos Rivero quien fue rescatado por el conscripto Romualdo Bazán. Éste no dudó en arrojarse a las aguas a pesar del peligro (y sin saber nadar, solo con su salvavidas) para salvar a su compañero, quien junto a los demás miembros de la tripulación pudieron llegar a tierra. Allí pasaron las horas hasta el amanecer momento en que vuelven a rescatar al Monsumen. La nave no había sufrido mayores daños, pero sus hélices, enredadas en una amarra, no funcionaban. La tarde del mismo 23 de mayo, el Forrest se presentó para remolcarlo. Las dos naves pudieron arribar a Darwin, dos días antes del comienzo de la batalla de Pradera de Ganso.

El 24 de mayo la carga de Monsumen fue traspasada al Forrest que partió hacia Puerto Argentino, mientras la tripulación, a pesar de la odisea vivida días antes, se incorporó a las fuerzas que defendían la playa como tropa de infantería. Desde esa posición utilizaron un cañón de 105 mm para disparar contra las naves enemigas que debieron alejarse de la costa. El 29 de mayo las tropas argentinas fueron capturadas por los británicos.

Fue este el único encuentro naval entre buques de superficie durante el conflicto (también se podría decir que fue la única batalla naval de la Armada Argentina en el siglo XX). Por la conducta observada en acción, tanto el teniente Gopcevich Canevari como el conscripto Bazán (de entonces 19 años) fueron condecorados en 1983 por el Congreso de la Nación .

El capitán de navío Gopcevich Canevari, hijo de un alto oficial de la Armada con una larga carrera y destacada carrera, continuó en servicio realizando varias campañas antárticas en el ARA Almirante Irízar, el ARA Canal de Beagle (dónde adjudicó para la Argentina el premio “Clean Seas ” de la isla de Malta) y el ARA Puerto Deseado.

Ignacio Bazán se suicidó en el año 2006, después de haber dedicado una vida a relatar los padecimientos de los excombatientes. Bazán pasó a engrosar la lista de los 350 veteranos que se han quitado la vida.

El 5 de diciembre de 2019 en un video compartido, el capitán Gopcevich Canevari insta a no rendirnos en esta gesta para recuperar las Islas Malvinas, porque las guerras no solo se ganan con el sable sino también con la pluma y la palabra.

Esta nota también fue publicada en Ámbito

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