Ada Lovelace, hija de Lord Byron y primera programadora de la historia

Ada Lovelace era la única hija del poeta Lord Byron, o al menos la única legítima. La experiencia conyugal de su madre Annabella Noel, baronesa de Wentworth, había sido tan nefasta que alejó a Ada de su padre y de todo aquello que tuviera que ver con las letras, para evitar cualquier herencia de lo rebelde y lo promiscuo. Lo hizo con tanta vehemencia que Ada se convirtió en matemática, y fue una de las célebres de su generación. A los 27 años tradujo el trabajo “Esbozo de una máquina analítica”, del ingeniero militar Luigi Federico Menabrea. Los comentarios agregados por Ada duplicaron la extensión original de la obra, que se convirtió en el primer trabajo sobre la ciencia de la computación.

Diez años antes Lovelace había conocido a Charles Babbage, un matemático excéntrico y brillante que estaba trabajando en una extraña invención, una calculadora mecánica llamada la máquina analítica. Este nombre era una reminiscencia de sus años como estudiante de Cambridge cuando junto a Herschel y Peacock formaron la Sociedad Analítica, un grupo que promovió los métodos de calculo diferencial propuesto por Leibniz, en contraposición con los de Newton. Después de finalizados sus estudios Babbage viajó por Europa, se postuló a profesor en Edimburgo, y trabajó con Faraday en el campo de la electromecánica.

Gracias a una herencia y un ventajoso matrimonio, el esposo de Lovelace pudo llevar adelante una vida desahogada que le permitió desarrollar su carrera científica. Su pasión por las matemáticas lo llevó a hacer cálculos comparativos para las empresas aseguradoras, perfeccionar un almanaque nautico, asistir a establecer un sistema postal moderno, y desarrollar el cálculo gracias a la introducción de los libros de Sylvestre Lacroix. También realizó distintos aportes a la economía y el desarrollo mecánico.

Como pasaba horas trabajando en sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, Babbage retomó la idea de Blas Pascal de hacer una máquina mecánica que ahorrase horas de operaciones y disminuya los errores en los que se incurrían. El primer prototipo había sido elaborado en 1823 con la ayuda de Joseph Clement, pero eran máquinas muy costosas y, sobre todo, llevaban años de investigación y desarrollo. La máquina analítica, como la llamó, estaba basada en las tarjetas perforadas como las que utilizaba Jacquard en sus telares. Fue Ada Lovelace quien desarrolló un algoritmo para calcular la secuencia de los números de Bernoulli -una secuencia infinita de números racionales descubierta por el matemático suizo- utilizando las tarjetas perforadas como las que se usaban en los telares para diseñar distintos dibujos y texturas en la manufacturacion de paños. Por esta razón Ada es considerada hoy la primera programadora de computación.

Por años Ada y Babbage mantuvieron una relación epistolar que duró hasta la muerte del genio británico, cuando el 18 de octubre de 1871 enfermó por una insuficiencia renal. Babbage había rechazado los títulos mobiliarios con los que la monarquía pretendía compensar sus muchos logros. Aunque su cuerpo fue sepultado en el cementerio de Kensal Green -“la forma más elegante de acceder al cielo”, según decían por esos años-, su cerebro fue objeto de estudio. Una parte se exhibe en el Hunterian Museum, en el Colegio Real de Cirujanos de Londres, y la otra mitad en el Museo de Ciencias de la misma ciudad.

Después de la muerte de Babbage, Ada se casó con Lord King, un rico aristócrata con el que tuvo tres hijos. Al mayor lo llamó Byron, a su hija Annabella, y al menor Gordon. La sombra de su padre que su madre había intentado espantar, terminó proyectándose sobre sus hijos. En 1837 Lord King pasó a tomar el título de conde de Lovelace, título que su esposa adoptó y con el que pasó a la historia.

Una de las personas que más influencia ejerció sobre Ada fue la matemática escocesa autodidacta Mary Somerville, con quien se escribía cartas a menudo, desahogándose por los problemas que le ocasionaba su posición para una dama de inclinaciones científicas en el siglo XIX.

Desde 1840, Ada, que era una entusiasta de las carreras de caballo, intentó crear un modelo matemático que la asistiese a ganar apuestas. El “sistema” falló, y así ella perdió miles de libras por esta adicción burrera. A los 35 años sufrió los primeros síntomas de su enfermedad, un cáncer de útero que la llevaría a la tumba. Finalmente, Ada murió a la misma edad que su padre, una sombra más del poeta que solo conoció por un retrato cuando tenía 20 años.

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