Luís Sáenz Peña

Luís Sáenz Peña nació en Buenos Aires, el 2 de abril de 1822, siendo hijo del Dr. Roque Julián Sáenz Peña, miembro de la Cámara de Justicia, y de doña María Luisa Dávila y Luque, cordobesa, descendiente una familia de conquistadores. Hizo sus estudios primarios en su ciudad natal, y luego ingresó a la Universidad local para seguir la carrera de Derecho, por la que tenía una inclinación decidida. Pero debió atender las preferencias paternas por la medicina que estudió también bajo la dirección de eminentes profesores como Claudio Mamerto Cuenca y Teodoro Álvarez, al lado de Guillermo Rawson y José María Bosch. De este modo siguió las dos carreras. A los 21 años terminó los cursos de cirugía, y en 1843, se graduó de doctor en Jurisprudencia con una tesis de Derecho Civil sobre La mujer no puede renunciar los gananciales en beneficio del marido durante el matrimonio. Con él se recibieron Bernardo de Irigoyen, Rufino de Elizalde, Federico Pinedo, Delfín Huergo y otros. Dos años después alcanzó el título de abogado luego de haber pasado por la Academia de Jurisprudencia Teórico-Práctica, que presidía don Vicente López y Planes, donde se desempeñó como secretario. Más tarde, dedicóse a sus trabajos profesionales. En 1848, contrajo matrimonio con doña Cipriana Lahitte, hija del jurisconsulto Eduardo Lahitte, fiscal de Cámara. No tuvo actuación pública durante la dictadura de Rosas, y solo después de Caseros, el 5 de febrero de 1853, el gobierno le incluyó en una Comisión de pagadores de la plana mayor del Ejército. Se hallaba entregado a sus tareas forenses cuando en 1860, formó parte de la Convención de Buenos Aires, encargada de la reforma de la Constitución. En esa histórica Asamblea, sostuvo, contra el parecer de la mayoría, el principio de la incorporación lisa y llana de Buenos Aires a la Confederación. Continuó ocupado en sus estudios hasta 1870, en que fue elegido senador a la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, siendo designado en el mismo año, miembro de la convención provincial que reformó la Constitución de 1854. En la Asamblea Constituyente consagró todos sus esfuerzos a la redacción de la sección dedicada al Poder Legislativo y al sistema electoral, en cuyas sesiones sostuvo el debate a gran altura en nombre de su comisión. Fue el precursor del voto obligatorio. En 1873, se lo eligió diputado nacional por su provincia, desempeñando al año siguiente, la presidencia de la Cámara de Diputados de la nación. En 18784, asumió la vicegobernación de la provincia de Buenos Aires, integrando la fórmula con el gobernador Carlos Casares. Concluido el período constitucional en 1878, volvió a ocupar una banca en el Senado Provincial. Después de los sucesos de junio de 1880, resultó electo diputado nacional hasta 1882. En esa fecha, fue nombrado vocal de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, cuya presidencia pasó a ejercer de inmediato. Con motivo de la traslación de las autoridades gubernamentales a la nueva ciudad de La Plata renunció a tan alto cargo en enero de 1885. Al proclamarse la candidatura presidencial del Dr. Bernardo de Irigoyen, se adhirió al movimiento popular que lo promovió, en oposición a la de Juárez Celman y Dardo Rocha. En 1886, fue candidato a senador en Buenos Aires durante las elecciones llevadas a cabo ese año, y por entonces, se le nombró académico de la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Sucesivamente desempeñó la presidencia del Banco de la Provincia y de la Municipalidad de Buenos Aires, la dirección de la Academia de Jurisprudencia, y una vocalía en Consejo General de Educación. Con motivo de los acontecimientos del año 1890, actuó en la Comisión pacificadora que negoció la capitulación. Derrocado el presidente Juárez Celman, su sucesor, el doctor Carlos Pellegrini, lo nombró el 13 de diciembre, ministro de la Suprema Corte de Justicia, en comisión. Fue confirmado por decreto del 30 de diciembre de ese año, reemplazando al Dr. Federico Ibarguren. Cesó el 29 de marzo de 1892. La política llamada del Acuerdo, o sea, la unión de los partidos Autonomista Nacional a cuyo frente estaba el general Roca, y la Unión Cívica Nacional. Reunido en asamblea el Congreso Nacional, según el resultado obtenido en las elecciones que se llevaron a cabo, en 1892, proclamó a ambos después de obtener 210 y 216 votos, respectivamente. De este modo, el Dr. Sáenz Peña ascendió a la presidencia, el 12 de octubre de 1892. Fueron sus primeros ministros, en el departamento del Interior, el doctor Manuel Quintana; en Relaciones Exteriores, el Dr. Tomás S. de Anchorena; en Hacienda, el Dr. Juan José Romero; en Instrucción Pública y Justicia, el Dr. Calixto de la Torre; en Guerra, el doctor y general Benjamín Victorica. El ambiente político estaba cargado de enconos y latente la amenaza de un movimiento subversivo. Desde el principio advirtió que no tendría la colaboración que tanto había solicitado y que le había sido prometida. El obstruccionismo de los partidos políticos, y la indiferencia de las fuerzas independientes le privaron de los resortes indispensables para realizar una labor eficaz. Prestó impulso a las obras sanitarias de la Capital y del Rosario, proyectó mejoras para los puertos de Concepción del Uruguay y de Gualeguaychú; la construcción de numerosos puentes y caminos en el interior. La escuadra fue reforzada con los acorazados “Libertad” e “Independencia”, y se instaló el Colegio Militar de la Nación en la localidad de San Martín. En 1893, se extendieron las líneas férreas del país. Entre las obras importantes de su presidencia cabe mencionar la apertura de la Avenida de Mayo, terminada en 1894. También se presentaron dificultades de límites con Chile, resueltas en un protocolo adicional y aclaratorio al Tratado de 1881, que se firmó en Santiago en 1893. Debió hacer frente a tal cúmulo de dificultades que se vio obligado a cambiar cuatro veces la composición de su ministerio. Tras afrontar con evidente patriotismo y desinterés la difícil situación política creada por los partidos opositores, encarando los más arduos problemas que apasionaban a la opinión pública, en desacuerdo con el Congreso, se vio obligado a dimitir “movido por los altos sentimientos patrióticos”, el 22 de enero de 1895. La renuncia le fue aceptada el mismo día por el Congreso, con solo un voto en contra, del doctor Indalecio Gómez, diputado por Salta. Manifestó que anhelaba “recuperar la tranquilidad pasada, seguro de que seré más respetado como ciudadano de lo que he sido desde que fui investido con la autoridad suprema de la Nación”. También declaraba al final de la histórica nota: “He luchado con contrariedades de todo género y sintiendo fatigado mi espíritu y quebrantada mi salud, he adquirido la convicción de que mi continuación en la presidencia de la República es ineficaz para el bien de la Patria”. Reemplazado el mismo día por el vicepresidente, Dr. José Evaristo Uriburu, vivió desde entonces apartado de los negocios públicos. Solo se le vio aparecer en las magnas asambleas nacionales cuando fue necesario el consejo de los hombres eminentes de la República, como cuando recrudeció el peligro de la guerra con Chile, en 1902, y para la reunión de Notables que eligió al doctor Manuel Quintana, su ex ministro del Interior, para la presidencia de la Nación en 1904. Falleció en Buenos Aires el 4 de diciembre de 1907, a los 85 años de edad.

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