Historia del aire acondicionado

Origen del aire acondicionado

El primer acondicionador fue idea de un mercader de Babilonia que hace cuatro mil años se fijó en que la baja humedad del aire da lugar a una rápida evaporación que enfría el ambiente.

Varias civilizaciones antiguas enfriaron sus palacios de esa manera: al ponerse el sol, los criados regaban el suelo y las paredes para que la evaporación resultante, combinada con el enfriamiento de la noche, aliviara el calor.

En la India antigua se colgaban esteras de hierba húmeda en puertas y ventanas para que al filtrarse el aire rebajara la temperatura. Hace más de mil años, en algunos palacios del imperio musulmán el aire pasaba por una pared de vegetación rociada con agua cuya evaporación enfriaba el ambiente.

Aunque se sabe que Leonardo da Vinci se había interesado por el problema, el primer procedimiento técnico para acondicionar el aire surgió en el año 1555. Estaba basado en la ventilación artificial, sistema utilizado en la minería de la época.

No obstante aquel logro, el primer ventilador del que hay noticia no funcionó hasta 1711, forma científica de aportar aire fresco a los ambientes cerrados ideado por Johann Justus Partels, que con su artilugio introducía aire fresco en los túneles y espacios cerrados a la vez que extraía el aire viciado.

En 1715 el francés Gaugger publicó sus estudios donde demostraba la importancia de la necesidad de la ventilación y su transcendencia para combatir las enfermedades infecciosas.

¿Quién inventó el aire acondicionado?

El invento del acondicionador de aire se atribuye a Stephen Hale y Martin Friewald, que en 1741 ventilaron las habitaciones de los enfermos de hospital y los camarotes de los barcos mediante un artefacto formado por dos grandes palas de molino.

Dicho mecanismo, al girar bombeaba el aire y lo dirigía a través de tubos creando corrientes de aire. El invento se probó en 1750 sobre la puerta de la cárcel londinense de Newgate.

Un siglo después, el norteamericano John Gorrie ideó una máquina frigorífica que utilizaba el principio de la expansión del aire. Gorrie, que era médico en Florida, aliviaba así el calor a sus enfermos.

Otro siglo más tarde, en 1859, Edmundo y Fernando Carré abrieron la posibilidad del acondicionador de aire moderno o aparato productor de frío por absorción. Un compatriota de los hermanos Carré, Willis H. Carrier, fue el gran precursor del aire acondicionado.

Por tanto, a la pregunta: ¿Quién es el inventor del aire acondicionado?. La respuesta es, Willis H.Carrier.

Carrier, que hizo realidad el sueño americano, tras haber sido mozo de granja consiguió una beca para estudiar en la Universidad de Cornell, donde se sintió fascinado por la posibilidad de manipular la temperatura, dedicándose a experimentar en los acondicionadores de aire, y demostrando que la refrigeración podía introducirse en las casas y mitigar los estragos del calor.

Su primer encargo lo recibió de un impresor de Brooklyn en 1901, y durante diez años experimentó en torno a la posibilidad de regular la humedad del aire, lo que le llevó en 1904 a concebir el aparato de aire acondicionado central con filtro de aire mediante un sistema de pulverización de agua, que aún hoy se utiliza.

Finalmente, en 1911 comercializó el producto que le hizo rico.

Evolución del aire acondicionado

El primer edificio climatizado fue un cine de Chicago en 1919. Poco después, los grandes almacenes Abraham and Strauss de Nueva York instalaron un sistema de aire acondicionado consiguiendo que las ventas se dispararan.

La gente se metía en aquellos almacenes huyendo del calor. Un cartel grande en la puerta invitaba a entrar diciendo: “No tiene que comprar nada, entre y siéntase como en su casa en un ambiente de aire acondicionado”. La gente entraba en masa.

Animado por el éxito muchos se interesaron por el invento. Carrier instaló en 1925, una gigantesca unidad de aire acondicionado en el teatro neoyorquino Rivoli. La gente iba al teatro sin importarle el espectáculo. El éxito de taquilla era sorprendente.

En 1930, más de trescientos teatros americanos anunciaban junto al programa que los locales contaban con aire acondicionado.

Las parejas se arremolinaban en las puertas de los cines con aire acondicionado, provistos de sus cubos gigantes de palomitas de maíz.

Se extendió la leyenda urbana de que el aire acondicionado alisaba la piel y evitaba el envejecimiento. Los empresarios sabían que en un ambiente de aire acondicionado se obtenía mayor rendimiento porque los operarios llegaban antes al trabajo y se iban más tarde. Tras dispararse las ventas de los aparatos aireacondicionadores se abarató el producto.

El acondicionador de aire para hogares fue ideado en 1926 en Estados Unidos por Schutz y Sherman, que lo patentaron en 1931.

Este artilugio podía ser instalado en el antepecho de las ventanas de las casas, proclamando el estatus de sus moradores, convirtiéndose en signo externo de riqueza.

Las revistas de sociedad solían incluir la siguiente coletilla cuando hablaban de encuentros sociales a celebrar: “La residencia de los señores de X cuenta con aire acondicionado”. Era un reclamo y a su vez un signo externo de afluencia económica y categoría social.

Desde ese año hasta la actualidad, este invento que por definición es un ingenio capaz de modificar la temperatura del aire a voluntad, no ha hecho otra cosa que evolucionar. Siendo cada vez más pequeño, más potente, consumiendo menor energía, siendo más eficiente y contaminando menos el medio ambiente.

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