La criptozoología es el estudio de los críptidos, que son los animales ocultos o desconocidos cuya existencia no ha sido probada, ya sean animales extintos, mitológicos o folklóricos.
El Yeti, también conocido como “el abominable hombre de las nieves” es una criatura con aspecto de homínido-simio que, se dice, habitó/habita las zonas boscosas y las montañas del Himalaya. Durante siglos se han visto imágenes de siluetas alejadas y borrosas que se ha asegurado que identifican al Yeti, y se han reportado avistamientos sin evidencias comprobables. Sus huellas han sido vistas muchas veces; las leyendas sobre un hombre gigante que habita la cordillera del Himalaya han sido transmitidas de generación en generación, y el Yeti forma parte de las leyentas del Nepal y el Tibet.
Supuesto cuero cabelludo de un yeti, en el monasterio Khumjung, en Nepal.
Quienes niegan su existencia sostienen que los simios viven en zonas tropicales donde hay frutas durante todo el año y no en las estepas, las montañas ni los bosques de coníferas. Pero también hay montañistas que afirman haberlo visto en el Annapurna, una de las altas cumbres del Himalaya, a fines del siglo XX. En 2008 un grupo de investigación japonés (“Proyecto Yeti”) recorrió durante más de un mes la región del Dhaulagiri y fotografió huellas de pisadas de algo menos de 50 cm. Reinhold Meissner, primer alpinista en subir al Everest en solitario y sin oxígeno, considerado uno de los mejores (si no el mejor) alpinista del mundo, dice haberlo visto; incluso escribió un libro sobre el tema (“Yeti: leyenda y realidad”). Meissner dice que tuvo un encuentro con el Yeti en la altiplanicie de Ladaj, entre la India y Pakistán, luego de escalar el Gasherbrum, otra de las cumbres con más de ocho mil metros de altura. “Primero vimos una hembra con su cría, pero sólo pude fotografiarla de espaldas porque estaba escondida como en un hoyo. La cría tenía una piel algo más clara, de color rojizo; la de la madre era oscura”. “Dos días más tarde encontramos en la altiplanicie un Yeti dormido, al que pudimos acercarnos. Nos aproximamos como los cazadores, contra el viento, hasta una distancia de 20 metros, desde donde lo fotografiamos y filmamos”. Según Messner, cuando el Yeti se despertó se les quedó mirando a él y a los miembros de su equipo como un niño pequeño que ve a alguien a quien no ha visto nunca, y luego se alejó.
El Yeti es, según Messner, un animal que mide casi dos metros y medio de alto, que camina erguido y cuya piel, rojiza primero y luego negra, se vuelve canosa con el tiempo. Según Meissner es un animal nocturno, que se alimenta de yaks y de ovejas, se comunica mediante silbidos y solo es agresivo cuando se siente amenazado.
Un nuevo estudio (2017) vincula el ADN de presuntos restos de Yeti con el oso pardo del Himalaya, una variedad de enormes osos asiáticos, de hábitos nocturnos, que pueden caminar en dos patas y que suelen andar solos.
Pie Grande (Bigfoot, Sasquatch) es otra criatura de características similares, un homínido gigantesco que habitaría/habita la zona de las montañas Rocallosas de Norteamérica (desde las canadienses Columbia Británica y Alberta hasta Colorado, pasando por Wyoming y Montana) y los bosques de altura de la región. Acá la cosa se distorsiona, ya que se han reportado avistamientos de criaturas similares en muchas otras regiones, desde Carolina del Norte hasta los pantanos de Louisiana o Florida. La criatura es enorme, peluda, de cabeza pequeña, con un olor intensísimo y emite sonidos que van desde aullidos hasta sonidos guturales. Hay muchas fotos, videos, documentales y huellas de Sasquatch, pero todas generan preguntas y dudas acerca de si están trucadas o no. Una versión relaciona a Sasquatchcon Wendigo, una criatura mitológica de las tribus algonquin de Canadá. El wendigo se representa como un espíritu maligno que puede tomar posesión de un ser humano. Esta criatura tiene correlación con otras similares en otros lugares del mundo, como el Kunk en los Andes sudamericanos o el Yowie (Yowie-Whowie) en Australia, aunque en la mitología australiana también se conoce al Yowie-Whowie como un monstruo mezcla de lagarto y hormiga (algo rarísimo) que aparece de noche y come lo que encuentra, incluso seres humanos.
El monstruo del lago Ness es un clásico. Desde el siglo VI se tejen leyendas sobre él en Escocia, y el primer avistaje del mismo ya en épocas más recientes es del siglo XIX. Aún hoy se discute su aspecto: la mayoría de los estudiosos del tema coinciden en definirlo como un plesiosaurio, aunque hay otro grupo que sostiene que se trata de una enorme serpiente; relacionado a estos últimos, un grupo investigador llegó no hace mucho a la conclusión de que el monstruo del lago Ness sería una anguila gigante. En fin, hay de todo. Distintas expediciones han recorrido varias veces el lago a lo largo y a lo ancho con embarcaciones provistas de sonares y ecosondas sin detectar al escurridizo monstruo, pero las fotos están y muchos las dan por verídicas. De hecho, hay un museo dedicado al monstruo del lago Ness en Drumnadrochit, Escocia, donde se muestran videos, fotos, historias y testimonios que aseguran la existencia del reticente habitante del famoso lago. Mediante el análisis de la extracción de ADN tomado de muestras del agua del lago Ness, buscando catalogar todas las especies que habitaron el famoso lago de Escocia, los científicos (hay científicos para todo, parece) descartaron la existencia de animales de gran tamaño en el lago.
Las Selkies son criaturas de la mitología escocesa también presentes en varias tradiciones nórdicas. Se encuentran sobre todo en las islas Orkney y Shetland: son focas que pueden quitarse el pelaje y transformarse en atrayentes mujeres. En las clásicas historias trágicas de las leyendas sobre selkies, algún pescador solitario le roba el pelaje a una selkie cuando ésta tiene apariencia humana, lo que le impide volver a ser foca; luego tienen hijos que nacen con deformidades como membranas en las manos y aletas, mientras la selkie, triste y dañada, busca recuperar su pelaje para poder volver al mar. En otros casos el pescador conoce a la selkie en su forma humana, pasa la noche con ella y al despertarse la criatura se ha marchado para siempre; bastante más simple y menos trágico. También existen selkies con apariencia masculina, que se aparean con mujeres infelices; basta para ello que la mujer se acerque al mar y derrame siete lágrimas en el agua.
Si seguimos con el agua, aparece el Kraken, una criatura de las leyendas nórdicas, temida por los marinos de todo el mundo. Podría ser un esquivo pulpo o un calamar gigante que vive en las profundidades del océano. La leyenda islandesa de Örvar-Oddr, del siglo XIII, hablaba del “monstruo más grande del mar”, que “se tragaba hombres, barcos y hasta ballenas”. Parece un poco mucho, pero estas intrigantes palabras se retoman en textos posteriores, como la crónica del sueco Olaus Magnus, del siglo XVI, que describía criaturas colosales capaces de hundir un barco. Más acá en el tiempo, escritos del siglo XIX dicen que “las descargas del animal enturbian las agua”, lo que hace pensar que podría tratarse de un calamar gigante. Si bien los relatos de los asustados marinos nórdicos se limitaban a la zona del Atlántico norte, en la época moderna el campo de observación se amplió a todo el Pacífico. Algunos marineros lo describían como “Diablo rojo”, un calamar que atrapaba y devoraba a náufragos y que medía unos 15 metros de largo. El nombre “Kraken” es de origen noruego y significa “algo retorcido”. El célebre naturalista sueco Carl von Linneo, padre de la taxonomía moderna, incluyó al Kraken en su Systema Naturae en 1735, aunque la mayoría de los científicos no creían en la existencia de esa criatura marina.
The Creeper es una criatura perversa que se despierta en primavera cada 23 años y durante un período de 23 días se dedica a cazar y matar presas para utilizar sus órganos, con los que reemplaza los suyos a medida que se van deteriorando o dañando. The Creeper está inspirado en Spring Heeled Jack, una criatura sobrenatural del folklore inglés que fue vista por primera vez en 1836 en Inglaterra, donde un hombre aseguró que vio a una extraña criatura humanoide en las afueras de un cementerio. Según su descripción, el hombre era enorme, tenía rasgos diabólicos, grandes orejas, nariz puntiaguda, ojos brillantes y saltones, podía dar grandes saltos y llevaba unos tacos que tenían algo así como un resorte. La mayoría de personas que aseguraron haberlo visto a lo largo del tiempo coincidieron en que podía dar grandes saltos, y el último avistamiento se informó en 2012: una familia vio una “figura oscura sin rasgos” cruzar la carretera frente a ellos, antes de trepar una loma de 50 metros en “segundos”, en Surrey, unos 40 km al sur de Londres. La película “Jeepers Creepers” está basada en este personaje, trasladado en este caso a una región rural de los EEUU.
El Lobizón (Lobisón, del portugués Lobisonen) es una criatura de la mitología guaraní cuya leyenda se extiende en Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina, sobre todo en la Mesopotamia. Está relacionada con la leyenda de “El hombre lobo” europea, originada en los “Werewolves” de Alemania; los inmigrantes trajeron estas historias de sus países y se mezclaron con las leyendas indígenas locales formando un nuevo relato. La leyenda dice que el séptimo hijo varón será lobizón, así como la séptima hija mujer será bruja. La maldición de transformarse en lobo se dará a partir de la adolescencia; a diferencia del hombre lobo europeo que aparece en noches de luna llena, el Lobizón hace su transformación a la medianoche de los días viernes (a veces, también los martes). El infortunado se aleja del pueblo buscando un paraje solitario, se quita la ropa, da unas vueltas sobre sí mismo de derecha a izquierda y reza una oración (se dice que el credo) al revés. Ya transformado en lobo, sale a hacer sus tropelías durante la noche, hasta el canto del gallo. Va por los graneros, establos, gallineros, chiqueros, buscando carroña y excrementos de animales, que son su alimento. También recorre los cementarios; los perros lo reconocen y aúllan en la noche. De cuando en cuando se come algún niño no bautizado, como para mejorar su dieta. Para matarlo hay que hacerlo con una bala bendecida o un cuchillo bendecido, y al morir el Lobizón recupera su aspecto humano. Si en vez de matarlo alguien logra herirlo, el Lobizón recobra su forma humana y agradecerá a su agresor haberlo liberado de la maldición temporariamente, pero luego lo perseguirá hasta matarlo (así que mejor no andar con medias tintas y liquidarlo diectamente, no sea cosa que se vuelva en contra). El Lobizón en su aspecto humano suele ser flaco, huraño, de piel cetrina y tiene un olor rancio o nauseabundo (se entiende perfectamente por qué). Los sábados suele quedarse en cama sintiéndose mal, lo que se explica dado el alimento que ingiere durande la madrugada. La creencia del Lobizón está tan arraigada que hay muchos que no sólo aseguran haberlo visto sino que también señalan al individuo, con lo cual el pobre tipo es despreciado por todos.
El Chupacabras, la leyenda de un misterioso monstruo que le chupa la sangre al ganado, surgió a mediados de los ’90 en Puerto Rico y se extendió a México, EEUU y llegó hasta China y Rusia. Este mosntruo hematófago ha sido descripto de diferentes maneras: como un reptil enorme de piel escamosa, de color gris verdoso y de espinas afiladas o plumas a lo largo de la espalda, como un murciélago gigante, como un homínido extraterrestre, como un animal mediano que salta como un canguro, o como una raza extraña de perros salvajes sin pelo. Se dice que el chupacabras vacía completamente de sangre (y en ocasiones de órganos) a sus víctimas. Hoy en día los investigadores sostienen que en la mayoría de los casos las criaturas han resultado ser coyotes sarnosos, lo que explicaría las escamas y la falta de pelo de las diferentes descripciones.
Chupacabras.
El Pombero es un criatura de la leyenda guaraní. Se lo describe como un hombre robusto, feo, retacón, muy peludo y con brazos tan largos que los arrastra. De aspecto andrajoso, suele llevar una bolsa al hombro y un sombrero sucio. Sus pies pueden girar 360 grados y eso confunde a quienes lo persiguen. Tiene un pene enorme que es ocultado por su barba, que llega hasta el suelo. También se lo conoce como Pyragué (“pies peludos”), Karaí pyhare (“señor de la noche”) y Kuarahy jára (“dueño del sol”). Inicialmente considerado como un protector de las aves de la selva, con el tiempo el mito derivó en un ser que podía transformarse en cualquier animal, imitar el canto de cualquier ave, hacerse invisible o escurrirse por cualquier ranura u orificio. Sus ojos le dan un aspecto maligno y se desliza silenciosamente entre la maleza. Es lascivo, en sus andanzas nocturnas acecha y despierta a mujeres con el escalofriante roce de sus manos. A veces las secuestra, copula con ellas y después de saciarse las deja ir, en ocasiones embarazadas, en cuyo caso el hijo nacerá muy parecido a él. La leyenda lo hace responsable del nacimiento de los niños extramatrimoniales (las excusas que se usan para zafar, a veces); se dice que con sólo tocar el vientre puede embarazar. Para evitarlo, conviene ofrecerle miel (un goloso, el Pombero) o tabaco.
Puede hacer que se cierre una puerta de repente o que caigan cosas al piso; roba objetos brillantes y se pueden escuchar sus pasos por la noche. Nunca debe pronunciarse su nombre en voz alta, hablar mal de él o silbar en horas de la noche, porque esto lo enoja (un sensible, el Pombero) y puede vengarse haciendo que una persona se vuelva tonta o muda con sólo rozarlo con sus manos peludas. En resumen, una especie de duende perverso de lo más maligno.
También hay criaturas amenazantes “de puertas adentro”: el Cuco (Coco, Cucuy) es una criatura de origen ibérico (Portugal y España). Es conocido en todo sudamérica como el clásico “asustador de niños”, pero existe en muchos otros lugares del mundo: en Bulgaria es el “Torbalan”, en Escandinavia el “Bussemanden”, en Finlandia el “Mörko”. Su descripción es muy indefinida, aunque hay coincidencia en que tiene una cara de rasgos borrosos con tres agujeros oscuros; dos serían los ojos y el más grande, la boca. Los etimólogos dicen que los marineros de Vasco da Gama bautizaron “coco” al fruto que todos conocemos porque lo vieron parecido a lo que conocemos como Cuco. Una variante muy conocida es el Hombre de la Bolsa, también de origen hispánico, otro asustador de niños; en este caso un tipo zaparrastroso que vaga por las calles nocturnas en busca de niños, a los que mete en un saco y los lleva vaya a saber a dónde. Esta leyenda se origina al parecer en criminales nocturnos del siglo XVIII que secuestraban y mataban niños.
Otro asustador de niños equivalente al Cuco es Bogeyman (Bogieman), en este caso en la cultura anglosajona. A veces masculino, a veces femenino, siempre con una gran túnica y al que nunca se le ve la cara, suele ser una especie de monstruo que se esconde en los dormitorios (detrás de la puerta, dentro del armario, o debajo de la cama) y ataca a los durmientes. En algunos lugares, en cambio, el Bogeyman no entra a los dormitorios, sino que adopta la forma de la cosa que más miedo le cause a su víctima.
Y está también Sandman, que se encuentra en la cultura celta y en la anglosajona; el Sandman (“hombre arena”) entra por la noche a los dormitorios y les tira a los niños (a los adultos también, bah) arena en los ojos, lo que explicaría las lagañas por la mañana. Sandman, inicialmente figura central agradable y responsable de buenos sueños infantiles, fue transformeandose con el el tiempo en un personaje malvado que causa pánico en los niños.
La literatura nos acerca muchas más criaturas terroríficas, desde Cthulhu de H.P. Lovecraft hasta Frankenstein de M. Shelley, pero son tantas que mejor detenernos acá. Si nos ponemos a buscar, podemos descubrir criaturas legendarias y famosas en cada país, en cada lugar del mundo. Hay de sobra.