Rozando la Navidad

 Los relatos navideños típicos derivados de “Un cuento de Navidad”, de Charles Dickens y sus derivados (“Scrooge”, etc) que apelan a historias sensibleras y de finales felices son muchos. Demasiados. Así que ninguno de ellos aparecerá en estas líneas.

     Este pequeño repaso apunta a mostrar historias que ocurren en Navidad pero que van para otro lado. Más o menos (más bien, más) lejos del fervor navideño, en estas películas la Navidad es una excusa, un marco para otras historias. Muchas de ellas, incluso, terminan siendo historias anti-Navidad, ya que reflejan desencuentros, dramas, bajezas, crímenes o delitos varios (en definitiva, ni más ni menos que la conducta humana) que están bastante alejados de la consabida bondad y buenos deseos de la estereotipada épica navideña.

     Veamos algunas…

     Duro de matar (“Die Hard”, John Mc Tiernan, 1988). En esta divertidísima película de acción, un comando pseudoterrorista asalta un lujoso edificio corporativo y toma por rehenes a decenas de personas que festejaban en medio del clásico brindis de Navidad. El detective John McClane (Bruce Willis) se transforma en una piedra en el zapato del malvado Hans Gruber y su banda, eliminando a los malos uno por uno hasta llegar a un gran final. Luego de romperle el cuello al primer miembro del grupo asaltante, McClane manda al finado atado y sentado en una silla en el ascensor con un gorro navideño y un cartel que dice “Ho, ho, ho, now I have a machine gun” (“ahora tengo una ametralladora”) como mensaje navideño para los delincuentes.

Duro de matar II (“Die Hard II”, Renny Harlin, 1990). Esta vez el desigual combate de McClane y los malos es, también en época navideña, en un aeropuerto nevado, en el que enfrenta él solo a un grupo terrorista y sus cómplices. Pasa de todo, desde aviones estrellados hasta persecuciones en motos de nieve. Hay final feliz, y el jefe de policía del aeropuerto hasta le perdona una multa por mal estacionamiento diciéndole “¡It’s Christmas!” (“¡Es Navidad!”).

     Noche de paz (“Joyeux Noël”, Christian Carion, 2005). En la Primera Guerra Mundial, en plena batalla cuerpo a cuerpo entre franceses y alemanes, ambos bandos deciden interrumpir sus diferencias en Navidad. Y la cosa no quedó ahí: jugaron un partido de fútbol, bebieron cerveza después, y ambos bandos escucharon a la soprano Ana Sörensen (Diane Kruger) cantar en vivo, lo que hizo que se conmovieran hasta las lágrimas. Pero parece que no tanto, ya que terminada la tregua de 24 hs continuaron matándose. La guerra es la guerra.

   Mi pobre angelito (“Home alone”, Chris Columbus, 1990). Divertida  película en el que una numerosa familia de idiotas se va de viaje navideño y se olvidan a Kevin (el niño molesto) en casa. Para cuando se den cuenta ya será tarde, pero Kevin (Macaulay Culkin) no lo lamenta para nada; está a sus anchas solo en su casa y les hace la vida imposible a dos torpes ladrones que quieren entrar a robar.

 Un Santa no tan santo (“Bad Santa”,Terry Zwigoff, 2003). Willie (Billy Bob Thornton) es un vago alcohólico que trabaja (es un decir) haciendo de Papá Noel en un centro comercial. Su mala onda con los niños es más que chocante, y junto con su cómplice, que hace de duende enano, son un par de ladrones de ocasión. Ambos roban el centro comercial, Willie escapa, se revienta la guita, a su regreso vuelve a trabajar de Papá Noel, conoce a un niño inocente que cree que Willie es el verdadero Papá Noel, lo lleva a su casa emocionado y Willie la vacía la caja fuerte. De allí derivan muchas peripecias divertidas de humor entre negro y áspero, con Papá Noel como disfraz-coartada.

     El joven manos de tijera (“Edward Scissorhands”, Tim Burton, 1991). Edward (Johnny Depp) es el típico “diferente” –y claro, si tiene manos de tijera–, y luego de algunos desencuentros en plena Navidad se pone a esculpir el hielo (con las manos-tijera, claro), cuyos pedacitos saltan y parece que nevara. Qué romántico. Y sí, hay romance de por medio y hasta un crimen (puñalada con tijera, digamos). Edward todo el tiempo con cara de pálido-afligido, símbolos y metáforas a gusto del consumidor-espectador, y la abuela termina diciendo que cada vez que nieva es porque Edward sigue esculpiendo hielo. En fin.

Atajo al infierno (“Dead end”, Jean-Baptiste Andrea, 2003). Frank lleva en coche a su familia a la casa de sus suegros para la típica cena de Nochebuena. Decide tomar un atajo, pero a poco de andar una misteriosa mujer vestida de blanco surge del bosque y empiezan los problemas. Las señales del camino indican la dirección a una ciudad a la que no se puede llegar, y ya en plena desesperación el horror se apodera de la familia, que no puede escapar. Para colmo, la familia es bastante disfuncional y como suele ocurrir en este tipo de películas todos hacen todo mal todo el tiempo.  Pesadilla pura, la película es a la vez un relato negro, divertido y salvaje.

     Kiss Kiss, Bang Bang (Shane Black, 2005). En una fiesta en Navidad, Harry (Robert Downey jr.) cuenta su historia, que empieza con un robo y una muerte y sigue con una fuga, una audición para actuar en una obra de teatro, una situación de testigo de un asesinato, un romance, más tiros, situaciones retorcidas y otros dislates.    

     Realmente Amor (“Love Actually”, Richard Curtis, 2003). Película coral de historias paralelas con personajes que terminan conectándose. Un primer ministro inglés enamorado de su secretaria, un cantante que no se decide a salir del placard, un amor no correspondido, una mujer que  posterga sus deseos por sobreproteger a su hermano, un marido infiel, un escritor flemático y aburrido enamorado de su asistente, en fin, historias de  ocultamientos, mentiras y desencuentros que se envuelven en una especie de adrenalina navideña.

     El Día de la Bestia (Alex de la Iglesia, 1995). Un sacerdote vasco encuentra un mensaje que dice que el Anticristo nacerá en Navidad en Madrid, ciudad que sufre una ola de violencia. El cura quiere impedir ese nacimiento, y junto con un death-metalero busca encontrar el lugar donde nacerá el Anticristo. La película es desopilante y bizarra, y como idea resulta interesante pensar en que en la mismísima Navidad pueda nacer el mayor enemigo del Gran Jefe.

Noche sin paz (“Violent Night”, Tommy Wirkola, 2022). Un grupo de mercenarios toma por asalto la mansión de una familia millonaria. Y los salva Santa Claus (el verdadero, eh), que demuestra que de “santa” no tiene nada, que tiene habilidades en el combate mano a mano y usa un martillo tipo “chipote chillón” (lo llama “skull crasher” –rompe cráneos–) Es una película violenta y graciosa, con muchos puntos en común con “Duro de matar”, y Santa Claus (David Harbour) resulta un gran exponente del espíritu anti-Navidad.

      El extraño mundo de Jack (“The Nightmare before Christmas”, Tim Burton, 1993). Jack, el rey de Halloween Town, es un depresivo que está harto de celebrar Halloween. Buscando novedades se ve atraído por un árbol de Navidad y así descubre la ciudad de la Navidad. Fascinado por esa festividad decide adoptarla para su ciudad-Halloween, pero a su manera: usa un trineo-ataúd, esqueletos de renos, etc; este curioso festejo resulta un fracaso, así que manda secuestrar a Santa Claus. En fin, lo que a nosotros nos divierte (Halloween) a otros los harta.

     Gremlins (Joe Dante, 1984). Un buscavidas-inventor-optimista eterno compra en el Barrio Chino un regalo de Navidad para su hijo. Tiene que ser algo diferente, algo original; y nada más original que un gremlin. El detalle es que hay que respetar tres reglas: no exponerlo a la luz, no darle agua y no alimentarlo después de la medianoche. ¿Por qué? Y bueno, de eso se trata el resto de la película. El desastre de liberar el caos resulta a la vez dramático y divertido, como para ponerle picante a la Navidad sosa de villancicos y pompones.      

     Elf: El Duende (“Elf”, John Favreau, 2003). Una Nochebuena, en un orfanato, un bebé gatea, se mete dentro del gran saco de regalos de Santa Claus y acaba en su taller del Polo Norte. Es adoptado y educado como un elfo (o duende, da lo mismo), pero años después, al crecer, resulta que es tres veces más grande que los demás elfos-duendes. Él sigue creyendo que es un duende, pero sus pequeños compañeros le hacen ver que no lo es y que debería buscar a su verdadera familia. Entonces viaja a New York y encuentra a su padre, un tipo desagradable que figura en la lista negra de Santa Claus, y después encuentra una nueva madre y a un hermanastro que no cree ni en los duendes ni en Santa Claus ni en la Navidad. La película, ya ridícula de por sí, se hace más ridícula e incurre en todas las cursilerías cuando el elfo-humano grandote (Will Ferrell) decide rescatar el “espíritu navideño”.     

     El Grinch (“How The Grinch stole Christmas”, Ron Howard, 2000). El Grinch (Jim Carrey) es una especie de ogro verde que siempre vive aislado en la cima de una montaña. Solitario y malhumorado, le molestan y hartan los villancicos navideños (a quién no) que la gente del pueblo canta en Navidad, así que decide vengarse y robar los regalos de Santa Claus para arruinar la Navidad. Quién no ha pensado en ambas cosas, y por diferentes razones…

Esto no es un secuestro (“The Ref”, Ted Demme, 1994). En víspera de Navidad, un ladrón huye de la policía y termina tomando como rehenes a un matrimonio que lo único que hace es pelerarse y atacarse, sin importarles en lo más mínimo la amenaza que representa el intruso. Marido y mujer son insoportables hasta para el pobre ladrón, que llega a hartarse de ellos al punto de tratar de reconciliarlos para que no le rompan más las p…   

     Tokyo Godfathers (“Tôkyô Goddofâzâzu”, Satoshi Kon, 2003). En Navidad, en una Tokyo nevada, tres vagabundos (Gin, un alcohólico, Hana, una mujer trans y Miyuki, una adolescente fugitiva) encuentran entre la basura a un bebé abandonado. Gin sugiere llevarlo a la policía, pero Hana no quiere dejárselo a nadie y dice que ellos mismos deben ser quienes  busquen a los padres. Así, estos tres vagabundos se embarcan en la aventura de encontrar a la familia del bebé. En el medio, pasan por un cementerio, se contactan con la Yakuza, con un sicario, participan en peleas, etc. La odisea es más que interesante, la película vale la pena y no vamos a spoilear el final.

     Rare Exports (Jalmari Helander, 2010). En esta surrealista película finlandesa, una empresa dedicada a la caza de criaturas míticas lleva adelante una excavación en una montaña en el norte de Finlandia para desentrañar a Santa Claus. Pero cuando los obreros se encuentran de frente con el viejo Santa descubren que no tiene nada de entrañable y que la imagen de anciano gordito de barba blanca y traje rojo está muy alejada de la realidad. Esta comedia negra redefine el mito de Santa Claus poniéndolo patas para arriba mezclando terror, fantasía y drama.

     La Última Noche (“Silent Night”, Camille Griffin, 2021). Mientras el mundo se enfrenta al apocalipsis, un grupo de viejos amigos se reúne para celebrar la Navidad en una idílica casa de campo inglesa. A pesar de que se termina el mundo, deciden afrontar la situación con tranquilidad (la típica flema británica) brindando y celebrando como si nada, aunque tarde o temprano tendrán que hacer frente a la idea de que es la última noche de sus vidas.

     Películas para ver en Navidad, hay. Es cuestión de dejar los turrones que aflojan los dientes y saludar reapido al tío que vemos sólo una vez al año pan dulce de por medio para escaparse al cuarto a elegir una, qué tanto socializar…

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