Alicia en el país de las maravillas

Alicia en el país de las maravillas es el primer cuento infantil que no pretende tener un sentido aleccionador y en momentos linda con lo absurdo, una cosa bastante extraña proviniendo de su autor, Charles Lutwidge Dodgson (alias Lewis Carroll), quien era diácono, profesor de lógica y matemáticas en Oxford, además de ser tartamudo y un entusiasta de la fotografía.

Hasta entonces los cuentos infantiles, especialmente los de los hermanos Grimm, eran bastante trágicos y tenebrosos, con lobos feroces, niños extraviados, brujas malvadas y madrastras odiosas. En realidad, esos cuentos tenían como finalidad advertirles a los niños que el mundo al que habían llegado era peligroso, cruel y traicionero: el lobo existía, las brujas eran diestras en hechizos y las madrastras podían echarlos de la casa si así lo deseaban.

Dodgson creó el mundo de Alicia cuando invitó a navegar por el Támesis a la hija de su mentor en la Universidad, la joven Alice Liddell, de quien estaba enamorado a pesar de la diferencia de edad. En su relato surgen una serie de personajes que, a pesar de su apariencia fantasiosa, eran reflejo de la intrincada política victoriana.

Al sombrerero se lo conoce como “el Sombrerero loco”, aunque Dodgson nunca usa ese nombre ya que la misma expresión hatter (sombrerero) era usada en la Inglaterra victoriana para llamar a las personas que estaban “algo tocadas”.

Resulta que los sombreros trabajaban con mercurio para dar forma a estas prendas. El contacto prolongado con el mercurio produce trastornos psiquiátricos, temblores, alucinaciones y cambios de personalidad, de allí que la misma palabra hatter implicase un trastorno mental, por lo que agregar loco, resultaba superfluo.

El libro de Alicia fue ilustrado por John Tenniel, quien era uno de los dibujantes de la famosa revista de humor político, conocida como Punch o The London Charivari. Cuando Tenniel dibujó al Sombrerero lo hizo reproduciendo los rasgos del primer ministro Benjamin Disraeli, que tenía cierta fama de excéntrico, aunque fuera el político proferido de la reina Victoria.

Benjamin Disraeli

El enfrentamiento entre el unicornio y el león también encierra un mensaje político ya que el primero sería Disraeli y el segundo, William Gladstone, su eterno adversario. También representado en el cuento como el Caballero Blanco.

La historia de Alicia no es tan disparatada como impresiona en un análisis superficial. Nada es absolutamente sin sentido para un profesor de lógica, que crea un “mundo maravilloso” donde abundan personajes entre trágicos y nefastos como la Reina Roja que a cada paso ordena cortar la cabeza de sus enemigos.

Lejos de ser un cuento infantil sin sentido, Alicia es una metáfora de un mundo poco coherente donde deambulan personajes bizarros pero que a pesar de su incoherencia (o justamente por ella) merece ser vivido …

Esta nota también fue publicada (ampliada) en Clarín

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