Virginia Bolten: más que un mito potente

Virginia Bolten nació el 26 de diciembre de 1876 en la provincia de San Luis (Argentina) y murió pasados sus 90 años en la ciudad de Montevideo (Uruguay). Fue una militante anarquista, sindicalista y feminista argentina que dirigió el periódico “La Voz de la Mujer” (el primer periódico anarquista redactado pura y exclusivamente por y para mujeres, el cual se imprimió desde 1896 a 1899 en Buenos Aires y Rosario, y que tenía como lema “Ni dios, ni patrón, ni marido” y convocaba a las mujeres a rebelarse contra la opresión masculina y toda autoridad tanto eclesiástica como patronal, estatal y/o familiar, proponiendo la instauración de un comunismo anárquico). También, fue activa redactora y corresponsal de “La Protesta Humana” (un periódico divulgador del pensamiento anarquista clásico argentino creado en 1897 por inmigrantes europeos que sigue publicando al día de la fecha) y representante y promotora de la Federación Obrera Argentina (una organización obrera anarquista creada el 25 de mayo de 1901, actualmente conocida como FORA, que desarrolla actividades de tipo propagandístico, apoyando, activando y solidarizándose con los conflictos obreros nacionales).

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Virginia era la tercera de cuatro hermanos (Dominga, Enrique, Virginia y Manuel) frutos del matrimonio entre un estudiante alemán antimilitarista emigrado a Chile (desde donde cruzó la cordillera hasta la provincia de San Luis) y la hija de un estanciero sanluiseño de apellido Sánchez. Cuando los vástagos de estos cónyuges devinieron púberes, la pareja decidió separarse. Ambos partieron de la estancia y dejaron a sus hijos solos en el campo. Los cuatro hermanos Bolten permanecieron un tiempo en San Luis hasta que Manuel y Dominga decidieron emigrar a la provincia de Santa Fe y Enrique y Virginia viajar en busca de fortuitas aventuras y experiencias enriquecedoras. Luego de unos años de exploración geográfica y bohemia existencia, Virginia, se radicó en la zona sur de la ciudad de Rosario, en un barrio obrero periférico a la Refinería Argentina de Azúcar en la cual consiguió trabajo y conoció a quien sería su marido (un anarquista uruguayo de apellido Manríquez y de nombre Manuel, con el que tuvo tres hijos -Milagra Zulema, Urano Líber y Acracia-), y donde en 1890 fue detenida por encabezar la primera marcha para conmemorar el Primero de Mayo (Día del Trabajador, en rememoración de los Mártires de Chicago) en la cual llevaba una bandera negra con letras rojas que decían: “Primero de Mayo, Fraternidad Universal. Los trabajadores de Rosario cumplimos las disposiciones del Comité Obrero Internacional de Paris”, y distribuir “propaganda anarquista” entre sus colegas trabajadores luego de pronunciar un faccioso discurso que la convirtió en la primera mujer oradora en una concentración obrera no solo santafecina sino de toda la Argentina con menos de 20 años de edad. En el mismo decía: “La libertad de trabajo es un mito por mil causas diferentes; la del pensamiento es blasfemia; la del sufragio, un engaño; la del amor, quimera; los derechos del hombre desconocidos; su dignidad ultrajada; tratados los obreros peor que esclavos, embrutecidos en nombre de Dios, degenerados en nombre de la Patria, explotados en nombre del derecho, sin hogar y sin familia, en nombre de la propiedad, en las cárceles y cuarteles y aun en defensa de esta sociedad necia. (…)”. En el diario La Capital de ese 2 de mayo de 1890, Juan Bialet Massé escribió: “Hay en Rosario una joven puntana de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes; más enérgica que Luisa Michell (heroína de la Comuna de París en 1871), tiene indudablemente mejores formas que esta”.

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Ante el atropello a su libertad de acción y expresión por parte de las autoridades y ante el resquemor de ser encarcelada sin derechos ciudadanos concretos debido a su género y por tiempo indeterminado debido a su pensamiento y militancia anarquista, Virginia, se hizo pasar por uruguaya logrando así que se le aplicara la Ley de Residencia y la expulsaran al Uruguay, donde se reuniría con Manríquez (quien ya había sido deportado dos años atrás) y sus hijos pequeños en Montevideo. Una vez establecida en esa capital organizó protestas por la brutal represión del 1 de mayo de 1909 en Buenos Aires, donde las fuerzas policiales de Ramón Falcón asesinaron cerca de una decena de obreros que no estaban haciendo más que reclamar lo que humanamente les correspondía y que mínimamente los distanciaba de la esclavitud lisa y llana. Ese mismo año, también, participó en la campaña a favor del pedagogo libertario Francisco Ferrer Guardia fusilado a sangre fría y sin juicio previo alguno, tras haber sido acusado de ser el instigador principal de “La Semana Trágica” de Barcelona. Paralelamente, trabajó en la Asociación Femenina “Emancipación” organizando a las mujeres anticlericales, a las operadoras telefónicas y a las obreras fabriles contra las sufragistas burguesas que aspiraban a la transformación de los códigos civiles, porque sostenía que lo prioritario no era la presencia femenina dentro del contexto legislativo sino el tema educativo, ya que consideraba que el bajo nivel cultural de las mujeres y la influencia de la Iglesia Católica eran los principales obstáculos para la emancipación femenina substancial. Años más tarde, y ya exitosamente desarrollado su proyecto de nivelación socio-cultural emancipativo, volvió a Buenos Aires en 1950, ya anciana, para reunirse con Eva Duarte y darle su apoyo al proyecto de otorgar el sufragio femenino a las mujeres, más allá de las diferencias ideológicas que profesaban en relación al rol de la mujer dentro de la familia y la Patria. Virginia Bolten murió muchos años después, el 23 de julio de 1969 en su casa del barrio Manga de Montevideo. Según sus familiares se despidió con la misma lucidez mental y rectitud moral que sostuvo durante toda su vida.

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