Saul Steinberg: escribir sin palabras

¿Qué hay más sencillo que agarrar un lápiz y dibujar una línea? Este ejercicio, aparentemente tan fácil, tan objetivo, sin embargo, podría – según la longitud, la intensidad o el grosor del trazo – terminar revelando algo distinto sobre cada quién que realice la acción. Esta intuición tan simple es nada más ni nada menos lo que se oculta detrás del genio del artista Saul Steinberg. Influyente como pocos, con su línea él hizo escuela y llegó a transformarse en uno de los artistas gráficos mas imitados de su tiempo. Pero aún antes de ganar su fama representando las vivencias de su época, con su vida Steinberg también encarnó las vicisitudes del siglo XX en Occidente.

Llegó al mundo en Rumania, justo antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, según el calendario juliano, un 15 de junio de 1914 (luego festejaría su cumpleaños también el 28 de junio, fecha equivalente en el calendario gregoriano). Fue criado en Bucarest, en el seno de una familia judía de clase media, pero su infancia y primera juventud, como recordaría años después con amargura, estuvieron marcadas por el antisemitismo rampante que existía en la sociedad rumana. Sabiendo esto, no llama la atención que sus primeros intentos por emprender una carrera universitaria, primero en Filosofía y Letras y luego en Arquitectura, fueran interrumpidos por las trabas de la intolerancia institucional y por lo que él definió como “una atmósfera de brutalidad”.

Así fue que en 1933 Steinberg tomó la decisión de partir a Italia para estudiar Arquitectura en el Regio Politecnico di Milano. En estos años italianos floreció como artista y, de forma paralela a su estudio, él también comenzó a trabajar como caricaturista para las publicaciones humorísticas Bertoldo y Settebello. Su estadía en este país, sin embargo, también se vio turbada a partir de 1938 con la introducción de las leyes raciales impulsadas por Mussolini. En este contexto, como estudiante universitario, se le otorgó un permiso especial para terminar su carrera, pero Steinberg perdió su trabajo y sólo pudo seguir manteniéndose a través de la elaboración freelance de dibujos anónimos.

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Hombre con perro.

 

Hombre con perro.

 

 

En 1940, finalmente, obtuvo su título de arquitecto (donde se destacó que pertenecía a “la raza hebrea”) y, lógicamente, empezó a buscar una nueva vía de escape. Gracias a que tenía un amigo metido en el mundo de los medios en Nueva York – César Civita (el mismo que luego sería cofundador de la Editorial Abril en Argentina) – Steinberg logró publicar algunos de sus primeros trabajos en Estados Unidos, en revistas como Harper’s Bazaar, LIFE y Town & Country. En el interín, Civita, junto con algunos parientes de Steinberg que ya estaban en el país, intentó ayudar al artista a salir de Italia y conseguir una visa, pero no lo lograron inmediatamente.

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Sólo sería para finales de 1941, después de que se anulara su pasaporte, de que se frustrara un intento de huida y de que tuviera una breve estadía en prisión y en un campo de concentración en Italia, que Steimberg logró llegar a la República Dominicana. Allí pasaría un año esperando que se le otorgara la visa para entrar a los Estados Unidos, pero mientras tanto siguió dibujando y, de hecho, consiguió publicar su primer dibujo en la revista The New Yorker, con la que tendría una relación emblemática por los próximos cincuenta años.

Por fin llegado a Nueva York en 1942, rápidamente fue llamado por el gobierno de los Estados Unidos a participar del esfuerzo de guerra. Notablemente, logró evitar el combate y pasó a ocupar un puesto en la Oficina de Servicios Estratégicos, dónde trabajó como parte de la división de Operaciones Morales en China, África del Norte e Italia. En esta institución pudo poner su talento para el dibujo al servicio de la nación y uno de sus roles era, entre otras cosas, elaborar propaganda antifascista falsa que – empleando dibujos rústicos y apresurados – se hacía circular por Alemania para generar la idea de que existía un grupo de resistencia.

STEINBERG Hitler

 

Hitler como un lobo de dos caras (1943) hecho para Operaciones Morales.
Hitler como un lobo de dos caras (1943) hecho para Operaciones Morales.

 

 

A su retorno, él contrajo matrimonio con Hedda Sterne, otra artista rumana emigrada, y gracias a ella empezó a frecuentar reuniones sociales en las que comenzó a codearse con figuras del ámbito cultural y con otros inmigrantes de renombre. Así, rápidamente, Steinberg pasó a ser aceptado como “uno más” y, navegando con habilidad este mundo, su popularidad comenzó a crecer exponencialmente a nivel internacional. Lejos de la idea de “alta” o “baja” cultura, durante toda la década del cincuenta él participó de exhibiciones en museos, elaboró caricaturas, máscaras de papel, textiles, ilustraciones comerciales, pintó murales, formó una alianza con Hallmark para hacer tarjetas navideñas y hasta produjo un comercial para la marca de gelatina Jell-O.

steinberg 1944

 

Usar de este lado - Papel Higienico producido para Operaciones Morales (1944).
Usar de este lado – Papel Higienico producido para Operaciones Morales (1944).

 

 

A lo largo de toda esta carrera que, especialmente a partir de la década del sesenta iría adquiriendo un cariz más intelectual y crítico sobre la actualidad, Steinberg logró escapar a las etiquetas. Él mismo señaló: “no pertenezco realmente al mundo del arte, al de la caricatura o al de las revistas, así que el mundo del arte no sabe realmente que hacer conmigo”. Y, sin embargo, un estudio exhaustivo de su obra permite entender que, con toda su aparente simpleza, Steinberg era capaz de realizar un juego sobre la realidad que actúa, a la vez, como una invitación. Ya sea en las páginas de una revista o en la pared de un museo, los conceptos ingeniosos que plasmaba en pocos trazos lograban que el espectador siempre se encontrara mirando dos veces antes de seguir su camino.

Dibujo de 1947 – Steinberg.jpg

 

(1947).
(1947).

 

 

 

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Hombre hecho con huella dactilar (1951).
Hombre hecho con huella dactilar (1951).

 

Eventualmente, tras más de cincuenta años de actividad, Steinberg, marcado por la depresión y la muerte de muchos de sus amigos y familiares, dedicó sus últimos años a experimentar. Para finales de los ochenta y en la década del noventa, desarrolló una obra más autobiográfica y reflexiva que incluyó la elaboración de pinturas al óleo, “exvotos” en los cuales retrataba escenas de su vida, y la imitación de obras de los grandes maestros como Van Gogh. Finalmente, estando aún activo y considerado una especie de prócer del dibujo, Steinberg falleció de cáncer de páncreas en mayo de 1999.

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(1973).
(1973).

 

 

 

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La vista del mundo desde la 9na avenida (1976).
La vista del mundo desde la 9na avenida (1976).

 

Aun habiéndose cuestionado durante décadas el estatus artístico de su obra, él murió sabiendo que había ejercido una influencia inconcebiblemente importante sobre el mundo de la ilustración. Así es que, artistas de todo el mundo – en el medio argentino podríamos nombrar a Landrú o a Quino – continuarían citándolo como un modelo y sus enseñanzas, en definitiva, contribuyeron a valorizar el trabajo pictórico en todas sus formas.

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