La Argentina de 1905 se encontraba entre los países que más habían crecido en las últimas décadas y entre los de mayor pujanza económica del mundo. Culturalmente seguía los dictados de las tendencias europeas y en la faz musical la actividad era intensísima, con predominancia de la ópera y, dentro de ésta, de la lírica italiana.
En el período que va desde el cierre del antiguo Teatro Colón en 1888 y la inauguración del actual el 25 de mayo de 1908, el escenario lírico de mayor importancia de Buenos Aires, y por ende de la Argentina, era el Teatro de la Ópera. Con él rivalizaba el Politeama y, en un rango inferior, encontramos también temporadas líricas en los Teatros San Martín, Odeon, Nacional y Victoria. En el campo de la ópera popular reinaba el Marconi en el barrio del Once.
La presencia de celebridades culturales y políticas era una costumbre que se iba afianzando y que tuvo su pináculo de gloria en los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910.
En lo musical llegaron Pietro Mascagni en 1911, para efectuar el estreno mundial de Isabeau, Camille Saint-Saëns al menos en tres ocasiones y Richard Strauss en 1920. Y también Giacomo Puccini, de cuya estancia en Buenos Aires se cumplió recientemente el Centenario.
Normalmente se cree que el primer viaje transatlántico del músico fue su visita a Nueva York en 1907, pero su primer contacto con América tuvo lugar entre los meses de junio y agosto de 1905, en los que conoció la República Argentina y visitó brevemente la República Oriental del Uruguay.
Invitación a Puccini
En 1905 el periódico argentino La Prensa, de propiedad de la familia Gainza Paz, invitó a Puccini a pasar una temporada en Buenos Aires. Se le ofrecieron cincuenta mil francos de honorarios, pasajes y alojamiento para él y su esposa.
Por su parte, la Empresa Nardi y Bonetti contactó al maestro para que participara de la temporada lírica en el Teatro de la Ópera, donde se ofrecerían sus óperas Manon Lescaut, La Bohème, Tosca, Madama Butterfly, solicitándole que asistiera a la preparación del estreno local de Edgar, acontecimiento para el cual Puccini revisa la partitura y produce lo que sería, en definitiva, la versión definitiva de la obra.
No quedó, finalmente, muy clara la situación acerca del carácter de la relación de Puccini con la Empresa Nardi y Bonetti y si el maestro había venido como invitado o contratado, lo que motivó algunas desinteligencias entre ambas partes.
El primer viaje a América
El primero de junio de ese año el matrimonio Puccini pone proa hacia América en Génova, en el buque Tomaso di Savoia. El 21 de junio a las 22 horas la nave llega a Montevideo (Uruguay) donde hace una breve escala. Durante la mañana del 22 de junio Puccini recibe al periodismo, recorre brevemente la ciudad y es agasajado en el ‘Ateneo’ y en el ‘Circolo Italiano’, para luego, en horas del mediodía, embarcar hacia Buenos Aires.
Desde Montevideo Puccini telegrafía al diario La Prensa, diciendo: “Al pisar por primera vez tierra sudamericana y en vísperas de llegar a ésa, siento íntimamente la necesidad de enviar mis más afectuosos saludos al digno director de ese diario y a ese público cariñoso, que con su entusiasmo ha fermentado en sumo grado el desarrollo de mi carrera artística”. También el periódico La Argentina publica, el 24 de junio de 1905, el siguiente cable firmado por Puccini el 22 de junio de 1905 en Montevideo: ‘Llegando a tierra Americana saludo con cariño a la prensa para agradecer la simpatía con que viene recibida mi visita’.
La intensa niebla y el mal tiempo demoran el arribo del Savoia hasta pasadas las 13 horas, cuando el compositor puede por fin ser recibido con júbilo en el puerto por el pueblo de Buenos Aires, y en especial por los inmigrantes italianos y sus descendientes, que lo esperan pacientemente desde las siete de la mañana de ese viernes 23 de junio. Terminados los trámites habituales, el fervor se traslada a las calles de Buenos Aires en que una multitud acompaña al matrimonio Puccini hasta el edificio del diario La Prensa de la Avenida de Mayo 575, en cuyo departamento de huéspedes se alojará mientras dure su estadía.
El diario La Nación del 24 de junio de 1905 describe a Puccini de la siguiente manera: “… es de regular estatura, viste sencillamente y tiene una cara viva y expresiva, con los cabellos desarreglados, luciendo algunas canas, y recibe a los visitantes con agradable franqueza, sin ningún género de ceremonias. Cuando camina, se notan aún las consecuencias del accidente que sufrió el año pasado en una excursión que efectuaba en automóvil”.
Su estada de cuarenta y siete días en Buenos Aires fue eminentemente turística y La Prensa del 25 de junio de 1905 deja sentado que Puccini “no habría de tomar la dirección de ninguna de sus obras en la Ópera (…) su visita responde simplemente a un viaje de placer y al deseo de conocer esta tierra en que su música ha hecho tanto camino; no piensa dar ningún concierto ni trabajar mientras dure su estadía en ésta”. Su única misión musical era la de presentar y presenciar su versión definitiva de la ópera Edgar.
Su estadía incluyó agasajos por parte de la comunidad en grandioso estilo y conoció desde personalidades como el Presidente de la República (Manuel Quintana) hasta reclusos de la Penitenciaría Nacional. Visita el Jardín Zoológico, el Departamento de Policía, el Cuartel de Bomberos y asiste a un partido de fútbol en la Sociedad Hípica Argentina.
El 10 de julio, en tres tranvías especiales de las empresas explotadoras de este servicio, recorre los barrios de Flores, Recoleta y Belgrano pasando por el Hipódromo y el Parque 3 de febrero. En todo el trayecto los peatones saludaban el paso de la caravana y en algunas esquinas grupos de entusiastas hacían flamear banderas argentinas e italianas. También sale de excursión, en automóvil, a San Isidro, San Fernando y el Tigre.
El 29 de junio el Ministro de Instrucción Pública don Joaquín V. González lo invita a conocer las islas del Tigre. El paseo se concreta el 30 de junio a bordo del vapor Dolores en compañía del ministro invitante, algunos diputados y otras personalidades.
Mientras tanto firma decenas de tarjetas postales por las que se cobraba un peso que era donado a las víctimas de las inundaciones del litoral y al Hospital Italiano. Las tarjetas que no cumplían con la contribución eran rigurosamente devueltas sin firmar.
Hay que aclarar que esta costumbre de coleccionar postales firmadas era muy popular en la época y consistía en enviar a la personalidad de la cual se quería la firma una postal con el franqueo para su correspondiente devolución. La personalidad en cuestión firmaba la tarjeta postal y la reenviaba al coleccionista.
Los diarios y revistas locales dan copiosa información sobre los desplazamientos del maestro y es tanta la popularidad que la revista PBT publica el primero de julio de 1905 una caricatura titulada ‘El hombre del día’, donde vemos al maestro abrazado con dos mujeres (Mimí y Floria Tosca) y con una partitura de Edgar con un epígrafe que dice: “No podía ¡vive Dios! / en mejor consorcio ir. / Yo también, puesto a elegir, / me quedaba con las dos”.
La misma revista incluye una propaganda del jabón Reuter con una caricatura del Puccini tocando el piano.
También la popular revista porteña Caras y Caretas lo retrata en una de sus partidas de caza. La caricatura original de Zavattaro es publicada en la edición del primero de julio de 1905 con una dedicatoria firmada por el propio Puccini, quien además inscribe un autógrafo musical con un fragmento de Madama Butterfly (‘Un bel di vedremo’).
Su pasión por la caza lo impulsa a viajar a diversas estancias de la provincia de Buenos Aires: primero a la localidad de 25 de Mayo a una estancia propiedad de Jorge Keen, luego a Vedia, donde permanece en la estancia ‘El Dorado’ propiedad del doctor Benito Villanueva, y finalmente al partido de Tandil, donde se aloja en la estancia ‘La Ernestina’ de la familia Keen.
La revista Caras y Caretas del 29 de julio de 1905 dedica dos paginas con quince fotos a la partida de caza cumplida en la estancia ‘El Dorado’ y dice: “La cacería con sus múltiples peripecias tuvo resultados sumamente felices, pues tanto Puccini como sus acompañantes son tiradores excelentes. Así se explica que los morrales hayan regresado repletos de sabrosas piezas. Puccini parecía sugestionar a las traviesas liebres, pues pocos de sus tiros dejaron de pegar en el blanco”. También describe que se agasajó a Puccini con un rodeo de 2.000 bovinos, interesantes domadas y un arreo de avestruces, además de los consabidos banquetes.
Los agasajos son interminables y sólo mencionaremos su asistencia, el día 4 de julio, a las zarzuelas Bohemios de Amadeo Vives y San Juan de Luz de Quinito Valverde y Torregosa presentadas por la Compañía Cómico-Lírica Española de Luis Alcalá en el Teatro de la Comedia, el banquete del 14 de julio ofrecido por un núcleo de músicos, compositores y directores de orquesta, el homenaje en el Teatro Apolo por parte de la Unión Pelotaris, la recepción de los residentes de Lucca en la Argentina del 27 de julio, el concierto con música nacional, la sesión de armas en el Club del Progreso, el baile en la residencia de Enrique Keen, la comida organizada por la asociación ‘Dante Alighieri’, el concierto del 30 de julio en el Teatro Odeon dirigido por el compositor argentino Alberto Williams, y por último el gran banquete de despedida para 120 personas en el salón Dorado del diario La Prensa del 7 de agosto donde Rosina Storchio, Giovanni Zenatello, Eugenio Giraldoni y Adam Didur interpretaron fragmentos de sus obras.
También hay lugar para la ironía en una caricatura que publica PBT con el título de ‘¡Era genio!’ donde se hace alusión al dinero cobrado por Puccini en este viaje, con el siguiente epígrafe: “Si sólo de una tan corta jira / se va Puccini con tanta lira, / reconozcamos que no es satírico / llamarle tigre del arte lírico”.
También aquí anunció su futura ópera Maria Antonieta, que nunca se concretó y que fue un proyecto que el compositor tuvo en sus planes entre 1904 a 1907 cuando lo abandonó definitivamente. Algún diario local publicó que Puccini trajo el libreto en el viaje para trabajar en la música.
Temporadas con sus obras en el Teatro de la Ópera y estreno de Edgar:
Según pudimos consultar en los originales inéditos de la obra El Teatro Musical en Buenos Aires de César Dillon y en el archivo de programas de mano de la Temporada 1905 del Teatro de la Ópera, la misma incluyó cincuenta y cinco funciones (50 de abono, una de ‘Homenaje a Puccini’, una extraordinaria en beneficio de los inundados y tres extraordinarias a precios populares) entre el 24 de mayo y el 16 de agosto, de las cuales diecinueve fueron con obras de Giacomo Puccini (en el mismo sentido ver periódico El Diario del 17 de agosto de 1905).
Las obras presentadas fueron: Rigoletto de Verdi (una función), dos funciones de Fausto y Romeo y Julieta de Gounod, cuatro representaciones de Aida de Verdi, La condenación de Fausto de Berlioz y Manon de Massenet y cinco de Un Ballo in Maschera de Verdi y Don Pasquale de Donizetti.
Se estrenaron Loreley de Catalani (23 de julio) que se ofreció en cuatro oportunidades; Amica de Mascagni (8 de agosto) que se cantó tres veces y Vita Brettona de Leopoldo Mugnone que se representó los días 15 y 16 de agosto. Entendemos que la anunciada La cabrera del maestro Dupont nunca se representó en la Argentina.
Antes de la llegada de Puccini se ofrecieron once representaciones de sus obras y una más luego de su partida. Estas fueron: Manon Lescaut que se presentó por primera vez en la temporada el 25 de mayo en la ‘Función de Gala por la Fiesta Patria’ y en tres oportunidades más, cantada por Rina Giacchetti (Manon Lescaut) y José Palet (las primeras dos funciones) y luego Giovanni Zenatello como ‘des Grieux’.
Madama Butterfly se cantó en cuatro oportunidades con Rosina Storchio (‘Butterfly’), Giuseppe Zenatello (‘Pinkerton’) y Enrico Nani (‘Sharpless’). Mientras que Tosca (con Rina Giacchetti, Giuseppe Anselmi y Eugenio Giraldoni) y La Bohème fueron ofrecidas dos veces cada una antes de la llegada de Puccini.
A pesar de haber anunciado que el sábado 24 de junio de 1905 Puccini concurriría a presenciar la función de La Condenación de Fausto de Berlioz esa noche prefiere asistir a un ensayo de Edgar.
La primera obra que presenció el maestro en Buenos Aires fue La Bohème el domingo 25 de junio de 1905 con las voces de Rina Giacchetti (‘Mimi’), Lina Garavaglia (‘Musetta’), Giuseppe Anselmi (‘Rodolfo’), Enrico Nani (‘Marcello’), Remo Ercolani (‘Schaunard’) y Adam Didur (‘Colline’) en los roles principales con la batuta del maestro Leopoldo Mugnone. Los aplausos fueron atronadores y Puccini salió más de veinte veces a saludar y recibir las ovaciones del público.
El primero de julio Puccini asistió a la función de Tosca con el elenco ya mencionado y el 19 del mismo mes se ofreció una función especial en honor del maestro donde se cantó Madama Butterfly con Rosina Storchio, Giuseppe Zenatello y Enrico Nani. Es probable que el compositor asistiera a las representaciones de Manon Lescaut del 2 de julio y que volviera a presenciar La Bohème el 20 de julio, con los elencos ya mencionados, ya que según el destacado estudioso Juan Andrés Sala, en su estadía en Buenos Aires “Giacomo Puccini (…) asistió a casi todas las representaciones de sus obras”.
El ocho de julio de 1905 en el Teatro de la Ópera se produce el estreno mundial de la versión definitiva de su ópera Edgar. El elenco estuvo compuesto por Giovanni Zenatello (‘Edgar’), Rina Giacchetti (‘Fidelia’), Giannina Russ (‘Tigrana’), Ernrico Nani (‘Frank’) y Remo Ercolani (‘Gualtiero’). La dirección musical corrió por cuenta de Leopoldo Mugnone. La obra se volvió a presentar, con el mismo elenco, el domingo nueve de julio en carácter de ‘Gran Función de Gala’ por el aniversario de la Independencia Nacional y contó con la presencia del Presidente Quintana, sus ministros, generales, legisladores y personalidades del gobierno y la diplomacia. En esta velada se obsequió al maestro un álbum encuadernado con una cubierta de cuero de Rusia con las firmas de personalidades y abonados del Teatro de la Ópera, con ilustraciones correspondientes a Manon Lescaut, Tosca y La Bohème y el siguiente texto: “A Giacomo Puccini. Homenaje de los abonados de la ópera. Buenos Aires, julio de 1905”.
Caras y caretas del 15 de julio, publica un autógrafo musical de Puccini con un fragmento del dúo del acto II de Edgar, el boceto de la escenografía del primer acto y una breve reseña: “El estreno de Edgar, la discutida obra de Puccini, ha sido para Buenos Aires un verdadero acontecimiento artístico, a cuyo interés natural se agregó el atractivo poderoso de hallarse presente el ilustre maestro”.
Las obras de Puccini en los otros Teatros
Irónicamente el periódico El Diario del primero de julio de 1905 decía: “por culpa de Puccini que no llenó sino que volvió a llenar, por efecto de su presencia, los carteles de Toscas, Bohemes, Manones. Anteanoche se dio Tosca en el Politeama, esta noche se vuelve a dar Tosca en la Ópera; en los salones de lustrar los fonógrafos chillan ‘E lucevan le stelle’ con una persistencia frenética, en las calles los pianos mecánicos golpetean ‘Vissi d’arte’ que es un honor, de todas las casas que ocultan en su seno un piano salen ‘reconditas armonías’ y no hay vagabundo que no le diga a uno pasando próximo ‘Mi chiamano Mimí …”.
Efectivamente se cantaron obras de Puccini en Buenos Aires en 1905 en cinco teatros más (Politeama, San Martín, Odeon, Victoria y Marconi). El Teatro Argentino, que habitualmente ofrecía funciones líricas, presentó una temporada de Opereta Francesa.
Conforme pudimos consultar en los tomos inéditos correspondientes a estos teatros de la obra El Teatro Musical en Buenos Aires de César Dillon, la Compañía Bernabei puso en escena en el Teatro Politeama en su Temporada 1905, cumplida entre el 17 de mayo y el 4 de agosto, La Bohème y Tosca con la soprano Eugenia Burzio.
Posteriormente, en los meses de primavera, en la misma sala la Compañía Rendina ofreció La Bohème; Tosca y Manon Lescaut con el concurso de Ida Gobbato.
En el Teatro San Martín se cantaron tres obras de Puccini: La Bohème; Manon Lescaut y Tosca.
Como curiosidad encontramos dos versiones castellanas de obras de Puccini en esa Temporada de 1905, una Bohéme presentada por la Compañía de Emilio Sagi Barba en el Teatro Odeon y una Tosca ofrecida el 14 de diciembre en el Teatro Victoria.
El popular Teatro Marconi también ofreció Manon Lescaut, La Bohème y Tosca pudiéndose señalar que el 24 de agosto mientras Romilda Berti Marranti protagonizaba la obra en esta sala, la soprano Ida Gobatto la cantaba en el Politeama y Sara Bernhardt ofrecía la obra original de Sardou en la sala del Teatro de la Ópera.
Partida de Buenos Aires y estadía en Montevideo:
El seis de agosto los representantes de las distintas sociedades italianas se reunieron para preparar la despedida a Giacomo Puccini. Como el buque Venus zarparía de la Dársena Sur (muy alejada del centro de la ciudad) se arregló que el embarque se efectuara en el Dique 4 (mucho más accesible) en el vaporcito Adriático, que luego trasladaría al matrimonio Puccini hasta el Venus.
Puccini envía antes de partir notas a los diversos medios de prensa agradeciendo las atenciones dispensadas. Así, Caras y Caretas publica: “Buenos Aires 8 de agosto de 1905. Señor Director. En el momento de dejar este país en el que he sido objeto de atenciones tan halagadoras como inmerecidas, cumplo con el grato deber de expresar a usted mi reconocimiento por el valioso apoyo que he encontrado en el ilustrado diario que tan dignamente dirige. Al propio tiempo le quedaría muy agradecido si usted se sirviese hacer públicos los sentimientos de imperecedera gratitud que llevo en mi corazón por las demostraciones que me fueron prodigadas por la sociedad argentina y habitantes de la república. Con la mayor consideración me repito su atento y S.S. G. Puccini.” (Revista Caras y Caretas, 12 de agosto de 1905. Año VIII, nro. 358). Con similares términos el diario La Argentina del 10 de agosto de 1905 publica la nota recibida del maestro: “Buenos Aires 8 de agosto de 1905. Señor Director de La Argentina. Las demostraciones de que he sido objeto en este hospitalario suelo y que tanto obligan mi gratitud, me mueven a rogar a Vd. se digne hacerse el intérprete de mi profundo agradecimiento a la prensa argentina tan gentil conmigo, y hacia el pueblo de todo ese país tan culto como generoso. Giacomo Puccini”.
El martes ocho de agosto de 1905 Giacomo Puccini y su esposa Elvira abordaron el vapor Venus no sin antes recibir las últimas expresiones de afecto por parte de una multitud, de la banda de música de la Policía Federal y de una comisión especial que les entregó, respectivamente, una corona de plata y artísticos ramos de flores.
Al hacer una breve estada hasta el día 17 de agosto en Montevideo (Uruguay), antes de poner rumbo a su Italia natal, es nuevamente ovacionado por un público fervoroso y por las autoridades de dicho país: se lo agasaja con un infaltable banquete, un concierto del Conservatorio ‘La Lira’ y con una puesta de Tosca en el Teatro Solís. Al finalizar ésta, luego de interminables llamadas a escena, parte del público en manifestación callejera lo acompaña hasta el hotel Lanata donde se hospedaba.
A cien años de su partida, el idilio de Buenos Aires con Giacomo Puccini, que comenzó un lejano 10 de junio de 1886 con la llegada de su juvenil Le Villi y fue reforzándose con los estrenos casi inmediatos del resto de su producción, sigue intacto. Podemos decir que entre el maestro y la Argentina se forjó un vínculo indisoluble hace un siglo.
Texto publicado originalmente en https://www.mundoclasico.com/articulo/7638/Puccini-de-visita-en-Buenos-Aires