Los bolcheviques llegaron al poder en Rusia el 7 de noviembre, justamente el día en que nació Lev Trotski, uno de los filósofos marxistas más emblemáticos del siglo XX. También fue buen amigo de Lenin, cuyo puesto como líder de la URSS podría haber ocupado de no ser por las disputas internas del Partido
1.Un viajero empedernido
Lev Bronstein nació en la aldea de Yanovka, al sur de Ucrania (por entonces territorio del Imperio ruso) en 1879. Sus padres eran unos terratenientes judíos que vivían plácidamente en su aldea, pero Lev no tardó en impregnarse de ideas revolucionarias. A los 17 años pasó a formar parte de una organización clandestina y dos años después lo metieron en la cárcel.
En 1902, Bronstein escapa de su exilio en Siberia para huir a Europa tras haber falsificado su pasaporte cambiando su apellido a “Trotski”. Desde entonces no paró quieto: participó en el movimiento marxista, volvió clandestinamente a Rusia, participó en la revolución de 1905, estuvo otra vez en la cárcel, volvió a huir a Europa y trabajó como corresponsal militar en los Balcanes. En los años de la Primera Guerra Mundial escapó a Estados Unidos.
2. Amistad y enemistad con Lenin
A Vladímir Lenin lo conoció durante su primera emigración. Le causó una gran impresión. De vez en cuando sus opiniones divergían. Durante la división del partido socialista entre los radicales bolcheviques radicales y los moderados mencheviques, Trotski estaba de parte de los segundos.
Lenin, indignado, lo llamó “Judas”, lo que posteriormente utilizó la propaganda estalinista. Sin embargo, con el tiempo Trotski cambió de parecer y durante la revolución de 1917 participó como bolchevique. Sus cualidades oratorias hicieron que numerosos soldados se unieran al bando revolucionario. Organizó la toma de Petrogrado con Lenin y pasó a formar parte del nuevo gobierno.
3. Creó el Ejército Rojo
Cuando en 1918 estalló la guerra civil entre los bolcheviques y sus enemigos (“rojos” y “blancos”), Trotski estaba a la cabeza del Ejército Rojo, que él mismo había formado desde cero. Durante la época de la guerra en Rusia, se trasladaba personalmente a lo largo de los frentes de la vasta Rusia en un tren que se construyó especialmente para él. Según cálculos del jefe militar, el tren recorrió más de 105.000 km en el período bélico.
La agitación era el fuerte de Trotski que, con su brillante oratoria, arengaba a los soldados hacia la batalla. Los bolcheviques ganaron la guerra civil gracias al “talante administrativo y estratégico de Trotski”, según señalan los autores de la enciclopedia Jarperskaya de historia militar.
4. Combinación de intelecto con la crueldad
“Trotski era un intelectual en el auténtico sentido de la palabra”, escribió el artista Yuri Annekov. A diferencia de muchos otros líderes bolcheviques era una persona con estudios, educado y le apasionaba hablar de arte.
Su intelectualidad no lo hacía más blando. Al igual que otros bolcheviques, estaba a favor de la concepción de “terrorismo rojo”, es decir, la eliminación de los enemigos de la revolución. “La crueldad, —decía Trotski— es la mayor humanidad revolucionaria”. Una vez llegó a ordenar personalmente que se fusilara a uno de cada diez soldados que se habían dado a la retirada durante la batalla.
5. Perdió la batalla por el poder ante Stalin
En los años de la revolución y la guerra civil, Trotski ocupaba, tras Lenin, el segundo puesto de mayor importancia en el partido bolchevique.
Sin embargo, después de que este enfermara y muriera en 1924, la posición del creador del Ejército Rojo se tambaleó. El contemporáneo de Trotski, Semión Liberman, en su libro Building Lenin’s Russia, señala que el punto débil de Trotski, gran teorético y orador, era el trato que daba a los demás. “Se estaba quedando solo [en el Partido]” — escribía Liberman.
Iósif Stalin, que durante los primeros años tras la revolución ocupaba puestos más modestos dentro del Partido, se hizo con la iniciativa. Trotski con desdeño lo llamaba “el que más destaca del Partido por su mediocridad”, pero fue Stalin el que consiguió atraer a sus filas casi discretamente a la mayoría de las tropas bolcheviques, gracias a lo cual ganó las discusiones internas.
6. Muerte en México
En 1929 se le expulsó de la URSS. La propaganda estalinista lo convirtió en el modelo del mal, prácticamente en el diablo de la mitología soviética.
El revolucionario se trasladó a México, después de que los países europeos le negaron la entrada. Durante toda su etapa de emigración, Lev Trotski criticó ferozmente a Stalin y la URSS por traicionar la idea del marxismo y dijo que la recalcitrante burocracia le había echado la soga al cuello a la revolución.
En 1939 Stalin dio orden de matarlo, y al cabo de un año el agente soviético Ramón Mercader asesinó con un piolet a un Trotski de 60 años que fue enterrado en México. Solamente un modesto obelisco con la hoz y el martillo decoraba la tumba de desafortunado líder revolucionario.