La tetera de Russell

En dicho artículo, que finalmente no fue publicado, el genial filósofo expuso la analogía que hoy en día es conocida como “la tetera de Russell”, que dice lo siguiente:

“Si tuviera que sugerir que entre la Tierra y Marte existe una tetera china girando alrededor del sol en una órbita elíptica, nadie sería capaz de rechazar mi afirmación, si hubiera tenido la precaución de añadir que la tetera es demasiado pequeña para ser observada incluso por nuestros telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, dado que mi afirmación no puede ser rechazada, es intolerable por parte de la razón humana dudar de ella, se pensaría que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de dicha tetera estuviera afirmada en libros antiguos, se enseñara como sagrada verdad cada domingo y se inculcara en las mentes de los niños en la escuela, no creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo ilustrado o de un inquisidor en tiempos anteriores.”

El argumento o analogía de la tetera de Russell fue planteada originalmente de cara a valorar el hecho de que algunas posturas religiosas ortodoxas plantean que el dogma y la propia existencia de Dios queda demostrada solamente debido a la imposibilidad de aportar pruebas que la nieguen.

Russell, que era ateo, quería mostrar que el hecho de que mucha gente crea en Dios no significa que en realidad exista; o dicho de otra manera, que aunque sea imposible demostrar que algo no existe, eso no se puede tomar como una prueba de que sí existe.

Siguiendo la analogía de Russell, los ateos rematan su argumento afirmando que la cuestión es al revees: quien tiene que presentar las pruebas sobre la existencia de Dios es quien afirma que Dios existe. Como hasta ahora, según ellos, no hay evidencia de la existencia de Dios, entonces no hay una razón para creer en él.

Richard Dawkins, célebre científico británico, reconocido evolucionista y autor de muchísimos libros, entre ellos el famoso “El gen egoísta”, expresa su particular interpretación en relación a la paradoja expuesta por Russell: “A diferencia de la eventual creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de formación memorizando libros locos sobre teteras. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una sola.”

Lo cierto es que el argumento de la tetera de Russell no establece que realmente no pueda existir una deidad; únicamente pretende hacer ver que la argumentación de su existencia no puede basarse en la imposibilidad de negarla absolutamente.

Dicho de otro modo, lo que nos indica el concepto de la tetera de Russell no es que Dios exista o no (si bien el propio Russell era escéptico en cuanto a su existencia en el momento en que escribió el artículo), sino que no tiene sentido decir que sí existe sólo porque no hay pruebas de lo contrario, o pretender que sea necesaria dicha prueba para poder negarlo.

Esto es un argumento claramente en contra de una postura dogmática que demanda la necesidad de demostrar que algo no existe para poder refutar una creencia basada en dogmas.

¿Por qué no le habrán publicado el artículo los de Illustrated Magazine?

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