La novela negra

Fue así como nació un subgénero de las novelas de crimen y suspenso: la novela negra. Surge en Estados Unidos en los años veinte y los “padres” del género son Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Como breve agregado, vale decir que Chandler (“El sueño eterno”, “El largo adiós” y otras) reconoce que empezó a escribir imitando a Hammett (“Cosecha roja”, “El halcón maltés” y otras), pero su estilo es muy diferente: Hammett es seco, trágico y realista, mientras que Chandler es irónico, mordaz y cínico.

El apelativo de “negra” tiene varias versiones, todas con buen grado de validez. Por un lado, estos relatos se publicaron incicialmente en “Black Mask”, una revista “pulp” creada en 1920 por los editores Henry Louis Mencken y George Jean Nathan. Años después, en 1945, Marcel Duhamel, traductor y editor francés de Ediciones Gallimard, publicó la “Serie Noire”, dedicada a la publicación de estas historias. Finalmente, el término puede aplicar también al ambiente sombrío y opresivo (“oscuro”, en definitiva) en el que suelen desarrollarse las historias.

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Varios volúmenes de la Série noire.
Varios volúmenes de la Série noire.

 

La aparición de la novela negra marcó sin duda un antes y un después en la forma de narrar del género, transformando estas historias más en “historias del crimen” que en historias policiales. No tratan tanto sobre la resolución de un enigma o un crimen sino sobre la manifestación del mismo, sus daños, sus consecuencias sobre la vida de las personas.

La novela negra no propone ningún tipo de solución a las situaciones que describe, simplememnte las retrata y las relata. A diferencia de los relatos británicos en los que solían intervenir en las historias las clases sociales altas, los crímenes eran generalmente “refinados” y el culpable casi siempre era descubierto y castigado por la ley, en la novela negra americana se reflejan sobre todo ambientes sórdidos y el protagonista suele un personaje cínico y desencantado que se codea con estratos sociales retorcidos medios y bajos, haciendo frente además a un poder establecido habitualmente corrupto.

A diferencia de una simple novela policíaca, la novela negra tiene toques góticos que le confieren una atmósfera dramática notable. Y es que la atmósfera es muy importante en este género ya que refleja el pensamiento y el ámbito criminal: el ocultamiento, la sordidez, la mentira, los secretos, la impiedad, la ambición. La violencia es mucho más explícita, a veces descarnada, y los conceptos de justicia, del bien y del mal están desdibujados, relativizados y terminan siendo determinados por las necesidades de los personajes más que por conceptos irrevocables o indiscutibles. Inicialmente urbana, hoy la novela negra (sobre todo la europea) se desarrolla incluso en ámbitos locales más pequeños y menos opresivos.

Los personajes protagonistas de las novelas negras muestran habitualmente personalidades complejas. Suelen ser atormentados, cínicos, escépticos, sarcásticos, ásperos, duros. La mayoría de las veces se trata de un personaje de alguna manera marginado (un ex policía o ex detective policial, retirado o exonerado de la institución policial) y suelen cargar con dolores personales: un matrimonio destruido o la muerte de su mujer, distanciamiento con padres o hijos, historia de pérdidas trágicas en el pasado. Estos personajes suelen salirse del “ciudadano tipo” mostrando abiertamente sus debilidades y miserias personales: afición por el alcohol, deudas monetarias, búsqueda de sexo como descarga emocional, desaliño personal, apremiante situación económica, irritabilidad y malas relaciones con la gente, etc.

En las novelas negras es frecuente que los personajes opuestos (el investigador y el criminal) sean mostrados como no tan diferentes entre sí; lo mismo ocurre con los personajes secundarios de uno u otro lado. Ese permanente “salto” de un lado a otro de la ley corre para ambas partes. Incluso en varios casos es el criminal el personaje principal, y a veces es su perspectiva la que diseña la historia.

Los crímenes que se muestran en las novelas negras suelen ser personales, humanos, sangrientos, íntimos, y no tanto económicos o de guante blanco (robos, estafas, falsificaciones o golpes maestros). Hay muertes (mayormente asesinatos), hay violencia, hay crueldad, y si hubiera una intriga amorosa la misma suele ser paralela o secundaria, una subtrama de la historia principal.

Los diálogos en las novelas negras son ríspidos, a veces despiadados y agresivos; utilizan el lenguaje callejero, parecería como si ninguno de los personajes tuviera respeto por el otro, y mucho menos miedo. Suelen ser diálogos inteligentes, ácidos, verdaderos duelos dialécticos con muchas frases memorables ubicadas en el momento justo y remates brillantes. Esto es una de las características más interesantes de la novela negra, ya que no es un género descriptivo; la descripción de los lugares es sólo la necesaria para comprender cada escena y punto. Los diálogos y el relato de las acciones son los que les dan fuerza a las historias.

En cuanto a la forma del relato en sí, el mismo puede ser tanto en primera persona (frecuente) como en tercera persona, y tanto en tiempo presente como en un pasado muy reciente, casi inmediato anterior. El lector sabe lo mismo que el personaje central, es decir, sigue su misma aventura tratando de desentrañar la trama completa de lo que ocurre al mismo tiempo que el protagonista. Y las pistas o señales aparecen poco a poco, sin ser muy concluyentes y abriendo todo un abanico de posibilidades y sospechas en distintas direcciones hasta el final de la historia.

Los finales habitualmemnte distan de ser “finales felices”. Aunque se resuelva el problema, aunque se castigue a los culpables, siempre quedará una traza de fatalidad, de desamparo. La vida no mejora después de que se resuelve la historia, ese es el mensaje.

Hoy la novela negra es un género de un enorme atractivo que muestra muchas obras extraordinarias que han sido llevadas al cine innumerables veces. Hay muchos buenos escritores de novela negra, y sería imposible y hasta injusto nombrar a todos. Siguiendo los pasos de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, podría mencionarse a George Simenon, Jo Nesbø, Henning Mankell, James Cain, Michael Connelly, Arnaldur Indriadson, James Ellroy, Petros Márkaris, John Connolly, Walter Mosley, Philip Kerr, Ian Rankin, Manuel Vázquez Montalbán, Pierre Lemaitre, Elliott Chaze, Stieg Larsson, etcetcetc…

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