Julio De Caro, una de las expresiones por excelencia de la “Guardia Nueva” que transformó el tango en la década del 20 y le abrió el camino hacia la difusión masiva, fallecía en Mar del Plata hace 41 años.
Acaso el mayor aporte de De Caro, mensurado por su influencia en otros músicos y su capacidad de renovación del lenguaje musical, haya sido el sexteto que fundó en 1924 (en paralelo con el esplendor de otro movimiento estético, el tango-canción), aunque su extensa trayectoria como violinista, director orquestal y compositor dejó otras huellas. Antes y después.
Nació el 11 de diciembre de 1989 en una casona del barrio de Balvanera. Fue el segundo de 12 hermanos y fue su padre, don José -profesor del Conservatorio de Milán-, quien lo inició en la música. A los 13 años ya ofrecía clases particulares de teoría, solfeo y violín.
En ese ambiente musical también se forjaron sus hermanos Emilio (violinista) y Francisco (pianista), quien fuera años más tarde el compositor de “Loca bohemia”, una pieza esencial de la “escuela decareana”.
El tango, sin embargo, estaba prohibido en la casa de los De Caro porque no era considerado “música seria” y la tensión provocó la expulsión de Julio cuando osó comentar que lo habían convocado para hacer un reemplazo en la orquesta de Eduardo Arolas.
Tras integrar una orquesta en Montevideo, la historia grande de De Caro comenzó a escribirse en 1923 cuando se sumó a la orquesta de Juan Carlos Cobián quien, junto a Enrique Delfino, se convirtió en uno de los estandartes del movimiento melodista que predominó en el tango de aquella década.
El legendario sexteto de De Caro heredó a algunos de los músicos de Cobián. La primera formación comprendió a Pedro Maffiay Luis Petrucelli (bandoneones), Julio De CaroyEmilio De Caro(violines),Francisco De Caro(piano) yLeopoldo Thompson(contrabajo).
El sexteto fue el catalizador de aquellas innovaciones que, sin sistematización, se observaban en la escena de la época. Fue uno de los motores de la “Guardia Nueva”, que significó el advenimiento de la música escrita, con elementos orquestales, en detrimento de los “orejeros” de la Guardia Vieja.
Entonces aparecieron contrapuntos, contracantos y compases sincopados que transformaron la escritura. Y, definitivamente, el tango dejó de escribirse en 2×4 para escribirse en 4×4, lo que ayudó a la melodización y transformó -también- el baile, que se hizo más “arrastrado”.
Pero, además, en el seno del sexteto se alumbró una sociedad que terminó de definir al bandoneón como el instrumento emblemático del tango a través de la fila de fueyes de Pedro Maffia y Pedro Laurenz.
Según una versión no confirmada, un día de 1924, De Caro, que debía reemplazar a su bandoneonista Petrucelli, fue a un cafetín de Parque Patricios donde actuaba la orquesta de Roberto Emilio Goyeneche para contratar a Enrique Pollet. Pero allí se encontró con Laurenz, de 26 años, y se conmovió. La relación entre Maffia y Laurenz fue áspera al comienzo, pero se terminó convirtiendo en una sociedad central para la historia del tango.
En 1935, De Caro formó una orquesta de 40 profesores para los bailes de Carnaval que organizó la Municipalidad de Buenos Aires en elTeatro Colóny alternó el escenario con la jazz de Eduardo Armani. En esa oportunidad se estrenó el tango”Coquito”del maestroCarlos López Buchardo.
La obra de De Caro como compositor también fue muy importante, con títulos como “El Monito”, “Mala Junta” o “Boedo”. Con su caligrafía y su forma de orquestación, se volvió un gusto adquirido y, desde su base, otras orquestas fueron desarrollándose, acaso con mayor capacidad de innovación que el propio impulsor del proceso.
De Caro se retiró de la dirección orquestal en 1954, pero fue, evidencias a la vista, influyente en otros transformadores del tango como Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo o Astor Piazzolla.
Murió el 11 de marzo de 1980, en Mar del Plata. En su nombre y en el del Carlos Gardel, que nació -al igual que De Caro- un 11 de diciembre (pero de 1890)- se celebra el Día Nacional del Tango.