Juan José Paso

Juan José Paso nació en Buenos Aires el 2 de enero de 1758, su nombre completo era Juan José Esteban del Passo, habiendo suprimido una ese al apellido paterno. Era hijo de don Domingo Passo y de doña María Manuela Fernández y Escaldón.

Realizó sus estudios primarios en la escuela que funcionaba en la Iglesia San Francisco, y los secundarios en el Real Colegio de San Carlos. Los prosiguió en el Colegio Monserrat de Córdoba. En diciembre de 1774 se graduó de bachiller en filosofía y arte; cuatro años después, se doctoró en Teología.

Llegado a Buenos Aires, fue designado profesor de filosofía en el Colegio San Carlos, dictando cursos hasta 1783. Allí educó a muchos discípulos que luego lo acompañaron en su carrera política, entre ellos, Esteban A. Gascón, Vicente Anastasio Echevarría, Justo J. Núñez, Pablo Beruti, etc.

Paso, como su colega Chorroarín, participaban en filosofía de los principios de la Escuela ecléctica de Alejandría, que armonizaba los dogmas sagrados y con la filosofía aristotélica.

Al año siguiente, Paso dejó Buenos Aires para ingresa en la Universidad de Chuquisaca, donde se graduó de doctor, el 22 de septiembre de 1791, a los 33 años de edad.

Tras haber hecho la práctica forense en la academia Carolina, se le reconoció capacidad para ejercer la abogacía en la Audiencias de Charcas, Buenos Aires y Lima. Se radicó en esta última ciudad, donde se perfeccionó en su profesión, permaneciendo hasta principios del siglo XIX.

Tras su prolongada ausencia, el doctor Paso regresó al país, anotándose en la Matrícula de Abogados de la Real Audiencia en 1802.

Paso comenzó a figurar en el grupo de los criollos y junto a Saavedra, Campana, Pueyrredón y otros, actuó en el movimiento que el Cabildo Abierto del 4 de agosto de 1806, logrando la destitución de Sobremonte y la designación de Liniers.

Con su hermano Idelfonso y otros personajes del grupo criollo, secundaron los esfuerzos realizados en el Brasil por Saturnino Rodríguez, encaminados a entronizar en el Río de la Plata a la Infanta Carlota.

Es posible que Paso no fuera ajeno al movimiento del 1ero de enero de 1809, dada su antigua amistad con Castelli y Moreno. Los sucesos de la Metrópoli al comenzar el año 1810, los acontecimientos en las colonias hispanoamericanas, y otros factores determinantes convirtieron a este defensor de los intereses de la Corona en un ferviente partidario de los ideales de liberación.

Asistió al histórico Cabildo del 22 de mayo, donde escuchó la inadmisible argumentación del Obispo Lué y la brillante réplica de Castelli, declarando la vacancia del trono español y proponiendo la caducidad del Virrey.

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El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 según Pedro Subercaseaux: se representa a Paso tomando la palabra.

El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 según Pedro Subercaseaux: se representa a Paso tomando la palabra.

Vicente F. López y Mitre, al relatar los pormenores de la sesión, atribuyen a Paso el argumento de la “Negotiorum gestorun”. O sea, que presentó a Buenos Aires como una hermana mayor, que en una grave emergencia de familia asume la gestión de negocios con el propósito de ser útil a los administrados, sin perjuicio de consultar a todas en su oportunidad.

Al votar lo hizo por la fórmula de Chorroarín, que subrogaba en el Cabildo la autoridad del Virrey.

Constituida la Junta Gubernativa, el doctor Paso fue elegido secretario junto a Mariano Moreno, tocándole desempeñar el despacho de los negocios de Hacienda.

Enviado en misión diplomática a Montevideo, partió en compañía de sus hermanos Idelfonso y Francisco, el 12 de junio de 1810. Detenido a su llegada, consiguió que el Cabildo lo recibiese, donde conferenció con los ediles, y a la salida se lo trasladó a la casa del gobernador militar, para continuar examinado los acontecimientos.

Al día siguiente fue recibido por el Cabildo, a quien hizo entrega del oficio de que era portador, pronunciando un discurso “para justificar los motivos de la instalación de la Junta”. Convocada para el día siguiente la parte más respetable del vecindario, después de oír las palabras del doctor Paso, y habiéndose retirado deliberó la Asamblea, oponiéndose al reconocimiento de la Junta de Buenos Aires a instancia del comandante español, José María Salazar. El vínculo entre Buenos Aires y Montevideo se rompió.

En diciembre se produjo la división interna de la Primera Junta por el problema de la incorporación de los diputados provinciales, a la que se opusieron Paso y Moreno.

La Revolución del 5 y 6 de abril lo respetó en su sitial de gobierno, y tras la batalla de Las Piedras, ocurrida el 18 de mayo de 1811, Elio procuró iniciar tratativas con los patriotas. La Junta, al no tener conocimiento de dichas diligencias, exigió como condición previa la rendición de Montevideo. Pero el bloqueo del puerto de Buenos Aires, y el consiguiente bombardeo, la intromisión portuguesa en la Banda Oriental y la infausta derrota de Huaqui, plantearon a la Junta una difícil situación.

Se gestionó la cesación de las hostilidades con el Virrey Elio, y con el objeto de explorar el ánimo, se envió a Paso, juntamente con los diputados deán Funes y Pérez, en misión de buena voluntad, que contó con los auspicios de la Marina Británica. A bordo de la fragata “Nereus” llegaron los mediadores a Montevideo el 14 a de agosto de 1811, y aunque Elio en primer momento no negoció, por desconfianza de las intenciones lusitanas, aceptó poco después una conversación pacífica bajo la garantía del pabellón inglés. Así trató con los delegados de la Junta: Gregorio Funes, José Julián Pérez, Ignacio Álvarez Thomas, José de la Rosa y Paso. Fruto de la entrevista fueron los Preliminares de Paz redactados por Paso y firmado el 2 de septiembre en diez artículos, cuya firma tuvo lugar en Montevideo, el 20 de octubre de 1811.

Los desastres de las tropas argentinas en el Desaguadero motivaron la caída de la Junta. Convencidos todos de la necesidad de crear un Poder Ejecutivo fuerte, se estableció un Triunvirato, en el que Chiclana, Sarratea y Paso fueron elegidos.

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Al termino de seis meses, el 23 de marzo de 1812, fue reemplazado interinamente por Rivadavia. El desprestigio del gobierno se acentuó como consecuencia de los conflictos con los representantes de las provincias y la demora en convocar la Asamblea Constituyente, situación que provocó la Revolución del 8 de diciembre de 1812. Surgió así el Segundo Triunvirato, compuesto por Paso, Rodríguez Peña y Álvarez Jonte. Cupo al primero de los nombrados, como presidente, el alto honor de haber instalado el 31 de enero de 1813, la Asamblea General Constituyente, cuerpo al que inauguró el 3 de febrero con un discurso. Al tratar en ese mes la permanencia de los miembros del Triunvirato, resolvió reemplazar a Paso por Pérez, por estar acusado de conspiración para impedir la reunión de la Asamblea.

A raíz de la grave situación por la que atravesaba la revolución chilena, la Junta decidió enviarlo como representante del gobierno, en misión que se extendió desde fines de febrero de 1814 hasta octubre del mismo año.

Al precisarle el gobierno las instrucciones que debía ajustar su cometido, el Triunvirato le ordenaba apoyar decididamente al gobierno chileno.

La gestión cumplida por el doctor Paso fue siempre plena de riesgos. En ella el patricio hizo uso de su notable experiencia en los asuntos públicos y, por cierto, acrecería con aquella difícil gestión de 1814, concluida después de sinsabores innumerables, entre los que ocuparon lugar de angustia los sorpresivos convenios de Lircay, que retroceden hasta 1811, por lo menos en lo jurídico el estado de la relación con Chile y la antigua metrópoli. Mitre dijo en la Historia de San Martín: “Ha sido una cuestión histórica concluir si los tratados de Lircay fueron ajustados por las partes con el ánimo de no cumplirlos” y después de exponer las razones presumibles que así lo explicarían dadas las condiciones precarias de las partes, añade, que eso surge “al menos de los documentos inéditos”.

La misión de Paso terminó en Rancagua, logrando salvar, empero, al ejército auxiliar argentino. Durante su estadía en Chile, tuvo Paso la ingrata misión de pedir la extradición de Saavedra, que el gobierno del país vecino negó, y que habría de producir un profundo rencor entre ambos personajes.

A su regreso de Chile, el 10 de junio de 1815, fue designado asesor general del gobierno y auditor general de guerra. El motín de Fontezuelas, que ocasionó el derrocamiento de Alvear, le complicó, pero se le repuso en el cargo de asesor. El cambio político dio ocasión para investigar los cargos efectuados contra la administración de Alvear aplicándose el destierro de Vieytes, Monteagudo, Posadas, Valentín Gómez, Álvarez Jonte, Rodríguez Peña, Herrera, Donado y Agrelo. El doctor Paso recibió la sentencia en consulta, y tuvo la debilidad de confirmarla, pese a reconocer que los delitos no estaban comprobados y que se habían violado las formas judiciales.

Acallados los odios, Paso redactó el Estatuto Provisional que ordenó el Congreso de Tucumán, siendo elegido diputado. Fue uno de los primeros en llegar a Tucumán, y en la sesión inicial del Congreso que eligió a Pedro Medrano presidente de la corporación, el 24 de marzo de 1816, también se designaron secretarios a los doctores Serrano y Paso.

En ese carácter, en la solemne sesión de la Declaración de la Independencia del 9 de Julio, le cupo el honor de leer el acta de la misma.

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Intervino también en la traslación del Congreso a Buenos Aires, el que al fin se llevó a cabo, reanudando sus sesiones el 19 de abril de 1817. En esta capital los constituyentes pensaron en la necesidad urgente de dictar una Constitución, y el 11 de agosto de ese año se designó la comisión redactora formada por los diputados Sánchez de Bustamante, Serrano, Zabaleta, Sáenz y Paso. Dicha comisión se reunió desde el 24 de septiembre hasta el 23 de mayo de 1818, y dos días después, para conmemorar el aniversario de la Patria, entregaron el proyecto a Pueyrredón.

El examen de la Constitución fue largamente discutido y finalmente, jurada el 25 de mayo de 1818.

Producida la disolución de las autoridades nacionales a consecuencia de la batalla de Cepeda, el Cabildo entregó el poder político a don Miguel Irigoyen asesorado por Paso, en 1820. Electo representante, se le confirió la presidencia del nuevo órgano legislativo.

El 27 de abril, el gobernador Sarratea nombrado por la Junta, fue su adversario político, y Paso, alejado de la Capital, sufrió prisión, imputado de hallarse implicado en las negociaciones con los portugueses, hasta que se lo excarceló.

Como representante, intervino en grandes debates, tal el del Banco de Descuento, propuesto por Rivadavia, más tarde, Banco de la Provincia de Buenos Aires, la organización del ejército y la ley de imprenta.

Hasta el 22 de noviembre de 1822, ejerció Paso funciones de legislador en la Junta de Representantes, con una acción eficazmente constructiva.

Reelecto al Congreso de 1824, le tocó actuar en la guerra declarada contra el Imperio del Brasil, donde pronunció un discurso brillante, luego de la capitalización de Buenos Aires volvió a mostrar su garra de orador.

Luego no volvió a aparecer en la escena pública, convirtiéndose en un mero observador de los sucesos. Fue franciscano terciario y usó el sayo de esa orden. Soltero y viejo, falleció en Buenos Aires, el 10 de septiembre de 1833, no alcanzando a firmar su testamento ológrafo.

El gobierno ejercido por Juan Ramón Balcarce dicto un decreto por el que dispuso la erección de un sepulcro a su memoria.

Ante una corta concurrencia, reunida en el cementerio de La Recoleta, despidieron sus restos los doctores Vicente López y Planes y Bernardo Vélez. El doctor Villegas Basavilbaso ha escrito que era “hábil en la exposición, amigo de la lógica, adversario de la inútil retórica, metódico y claro. Hablaba para decir algo y no para que dijese que había hablado; trataba las cuestiones doctrinariamente, indicando soluciones de conciliación”.

Al celebrarse el centenario en 1910, Buenos Aires levantó su estatua de bronce sobre pedestal de granito en la plaza de la Concepción, obra del escultor español, naturalizado, Torcuato Tasso.

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