El último crimen de Jack

Entre agosto y noviembre del año 1888 un desconocido que usaba el apodo de Jack the Ripper en las cartas que le enviaba a la prensa londinense, asesinó, desfiguró, y mutiló a cinco mujeres, en el lado Este de Londres1. Todas fueron degolladas y destripadas de forma tal que se supone que el criminal tenía algún conocimiento de anatomía. El cinismo de las cartas que enviaba, fanfarroneando sobre cómo tenía despistada a Scotland Yard., llegó a su clímax cuando les envió la mitad de un riñón extraído de una de sus víctimas. Sus cartas aun se estudian como ejemplo de psicopatía.

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Desde el infierno / Mr Lusk  Señor os envío la mitad del riñón que tomé de una mujer / lo preservé para vosotros. La otra pieza  la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo que lo sacó si sólo aguardáis un poco  más.  firma: Atrapadme cuando podáis.

Desde el infierno / Mr Lusk
Señor os envío la mitad del riñón que tomé de una mujer / lo preservé para vosotros. La otra pieza
la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo que lo sacó si sólo aguardáis un poco más.
firma: Atrapadme cuando podáis.

Obviamente la policía intentó identificarlo y capturarlo de todas las formas posibles (lícita y también lindando con lo ilegal) pero sin resultado. Desde entonces se han barajado infinidad de nombres, no solo por la muerte de estas 5 mujeres que ejercían la prostitución, sino de otras 7 que aparecieron muertas en los meses subsiguientes –aunque no todos los especialistas coinciden en que hayan sido víctimas del destripador– .

Montague Druitt (un abogado de clase acomodada), Severin Klosowski (un polaco que había asesinado a tres esposas por envenenamiento), Aaron Kosminski (un barbero que fue originalmente identificado como un posible Jack pero después puesto en libertad ) y Francis Tumblety (un irlandés que se hacía pasar por un curandero hindú) eran los sospechosos más señalados, aunque la lista se extiendía hasta miembros de la casa real y un médico inglés que trabajó en el Hospital Británico de un lejano puerto llamado Buenos Aires.

La policía entrevistó a 2.000 personas, investigó a 300 y detuvo a 80 hombres. Como se creía que el sospechoso tenía conocimientos de anatomía se visitaron 76 carnicerías.

El doctor Thomas Bond actuó como forense y por la posición de las víctimas dedujo que todas estaban acostadas al momento del crimen y que morían por la herida infligida en el cuello. Según el Dr. Bond se trataba de un hombre solitario “con impulso homicida, surgido de alguna condición mental de venganza o melancolía o manía religiosa” preso de una “manía homicida erótica”. Todavía no se usaba el término psicopata sino un eufemismo, enfermo moral …

El hecho concreto que esta serie de crímenes continuaron sin resolverse generando una extensa (extensísima) literatura especulativa sobre la identidad del asesino, sus motivaciones y estructura mental. Las docenas de cartas recibidas por la gente relacionada con la investigación asistieron a despistar el esfuerzo policial. Hoy se estima que solo 3 pertenecían realmente al asesino.

La historia se difundió, no porque haya sido el peor crimen ni porque no se haya resuelto (hay cientos de asesinatos de criminales seriales que no se han resuelto o llevaron años para resolver) sino por la exposición mediática que, entonces, comenzaba a ser globalizada. El morbo de estos crímenes crueles bien podía ser otra de las causas de su difusión, mostrando que el pudor victoriano solo era una máscara hipócrita de una sociedad polarizada, cruel y promiscua. El cine también se encargó de dar su versión parcializada dando a entender que las prostitutas eran víctimas de una aristocracia nociva. En estos casos los criminales eran señores elegantemente vestidos, que poco tenía que ver con los sospechosos arrestados por Scotland Yard.

La incapacidad para resolver el crimen por parte de la policía mejor organizada del mundo asistió a la creación reivindicatoria de un personaje como Sherlock Holmes.

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Caricatura de John Tenniel,  que data del 22 de septiembre de 1888, en la cual se critica la  supuesta incompetencia de la policía en la investigación.

Caricatura de John Tenniel, que data del 22 de septiembre de 1888, en la cual se critica la supuesta incompetencia de la policía en la investigación.

Como dijimos la literatura es vasta, la filmografía extensa, y hasta tiene su expresión artística en el cuadro de Walter Sickert llamado Jack the Ripper’s Bedroom (a propósito hasta el pintor fue considerado un sospechoso porque se dice que por algunos detalles que expone en la pintura Stickert debía ser el autor del crimen).

Jack the Ripper y su historia de crímenes es la consagración de un sistema mediático que cuando reviste estos detalles de morbosidad y perversión, sumado a la incapacidad de las autoridades de resolver el misterio, dan un amplio margen especulativo que la difusión masiva aprovechó para crear un tema icónico que persiste a pesar de los 130 años transcurridos.

1-Londres era la ciudad más grande del mundo donde convergían individuos de todo el mundo en busca de trabajo. Había una inmensa clase social de escasos recursos y en Whitechapel existían no menos de 60 burdeles donde ejercían 1.500 prostitutas.

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