Lansky era amigo de Lucky Luciano, tenía operaciones y negocios en Florida y en Cuba y se especializó en diseñar sistemas para lavar dinero. Siegel trabajó con Meyer Mob, fue amigo de la infancia de Al Capone, a quien alguna vez escondió en la casa de una tía, y dejó New York para instalarse en California y luego en Nevada.
Lansky era un gran lector. Como Carlo Gambino, el jefe de una de las familias de New York, leía a Maquiavelo, a los griegos, y le gustaba irse temprano a la cama para leer un buen libro. Siegel, en cambio, decía que no tenía tiempo para leer, que eso era perder el tiempo. Le gustaba el dinero rápido, los buenos autos y hacía negocios en forma tan temeraria como conducía.
Siegel encaró su mayor negocio al transformar una pequeña ciudad en el desierto de Mojave en un centro indiscutible del entretenimiento, la diversión y el descontrol: Las Vegas. Utilizando fondos de la Mafia, construyó allí el hotel y casino Flamingo.
Pero claro, siempre hay problemas. Cuando los inversores de la Mafia vieron que el hotel no se terminaba en los plazos convenidos y que la construcción había sobrepasado largamente los presupuestos estimados, empezaron a sospechar de Bugsy Siegel. Y no hay nada peor que eso, ya que la Mafia no siempre se toma el tiempo de confirmar sus sospechas; resuelve sus dudas rápido y a su manera.
Los jefes de la Mafia le reprochaban a Siegel por haberse enamorado de una ex prostituta, Virginia Hill. Pensaban que Virginia estaba manipulando a Bugsy y quedándose con dinero de sus inversiones.
Lansky, amigo de Siegel pero fuera de aquel negocio, lo aconsejó y le contó lo que había leído sobre la historia de Pericles, que al igual que Siegel había llevado a cabo un gran proyecto: construir el Partenón, nada menos. La construcción del Partenón también sobrepasó el presupuesto y los inversores atenienses, al igual que los mafiosos con Siegel, lo acusaron de malversar sus fondos. Para finalizar la reconstrucción del Partenón y otros templos atenienses, Pericles tomó del Tesoro nueve mil talentos, en uno de los desfalcos más famosos de la historia. Tucídides y Sócrates se burlaban de Pericles por haberse enamorado de una prostituta, Aspasia de Mileto, quien lo tenía subyugado, casi sometido. Como Virginia Hill, Aspasia utilizó los contactos y el poder de Pericles para hacerse de una pequeña fortuna.
“Aspasia tenía un poder tan grande que manipuló como quiso a los principales hombres del Estado”. (Plutarco, “Vida de Pericles”)
“Virginia Hill manipuló como quiso a los principales hombres de la Mafia, incluidos Frank Nitti, Joe Adonis, Frank Costello y Tony Accardo”. (Louis Ferrante, “Aprenda de la Mafia”)
Si Siegel hubiera leído historia, quizá podría haber evitado cometer los mismos errores que Pericles y no hubiera sido acribillado a balazos mientras leía el diario en la casa de Virginia, en Beverly Hills. Obviamente, los inversores disgustados habían ordenado su muerte.
En cuanto a Pericles, claramente subyugado por Aspasia, ramera hermosa e inteligente, propietaria de burdeles y que le escribía los discursos e influía en sus decisiones de gobierno, su destino fue algo diferente. Aspasia fue acusada de corromper la sociedad ateniense pero Pericles la protegió públicamente y hasta cambió la ley para legalizar un hijo en común. Y si bien Pericles alcanzó la gloria, la infamia de estos hechos siempre lo acompañó. Sus enemigos lo llevaron a juicio, pero fue finalmente una epidemia que asoló a Atenas la que acabó con sus días.
Pericles y Siegel: idénticas circunstancias con dos mil años de diferencia.