Bartolomé Mitre: La pluma y la palabra

El futuro presidente de los argentinos nació en Buenos Aires, el 26 de junio de 1821. Era hijo de don Ambrosio Mitre y de doña Josefa Martínez. Vivió su niñez en Carmen de Patagones, y en su propio hogar recibió del padre los rudimentos del saber. Tenía seis años, cuando el 7 de marzo presenció el ataque y la derrota de las fuerzas navales brasileñas en aquel paraje. Al día siguiente, al colgarse en la iglesia local las banderas conquistadas, ante su padre, el joven Bartolomé jura sacrificarse por redimirla de toda dominación extranjera, como antaño lo hiciese Aníbal y poco antes Simón Bolívar. Trasladado su padre a Montevideo en 1829, solicitó la admisión de Bartolomé a la Escuela de Comercio del Consulado dirigida entonces por Miguel Forteza. En 1836, el joven escribió algunas poesías “cuyos ecos se han perdido”. En ese año, fue enviado a Buenos Aires recomendado a la familia del general Iriarte, para que después lo condujesen a la estancia de don Gervasio Rosas, a fin de iniciarlo en las tareas rurales. Cuéntase que el propio Juan Manuel de Rosas lo asistió a través del Salado. Pronto fue devuelto a la casa paterna porque no le interesaba la actividad campera, demostrando gran afición a la lectura.

Vueltos a Buenos Aires, la familia Mitre decide volver a Montevideo por su oposición al régimen Rosas. Bartolo ingresó a la Academia Militar, que funcionaba en el fuerte San José. Tuvo como compañero a Juan Carlos Gómez en el curso de matemáticas.

El 7 de junio de 1837, comenzó el aprendizaje en la escuela del periodismo, colaborando con el “Diario de la Tarde”, periódico redactado por Bernabé Guerrero Torres y Andrés Lamas. Este último, contaba apenas cuatro años más que Mitre, pero una afinidad profunda los acercó desde que se conocieron, y con el tiempo llegaron a cimentar una intensa amistad. Mitre se inició con algunas de sus primeras poesías: Décima, Glosa y Epigrama. Imbuido de las mismas inquietudes de los jóvenes de la “Asociación de Mayo”, creada por Echeverría, desde Montevideo siguió puntualmente la actividad que desarrollaban en Buenos Aires. En el mismo periódico, publicó una carta criticando al “Censor del teatro”, don Francisco Acuña de Figueroa, con quien sostuvo una interesante polémica. Desde esas mismas columnas, el 13 de julio, le contestó al Censor transcribiendo una poesía suya titulada La Tempestad, que decía haber escrito a los quince años. El 19 de julio, publicó Colección de epitafios entresacados de las poesías de Astarot. La polémica entablada con Acuña de Figueroa concluyó con una carta escrita por Ambrosio Mitre, pero en esos días Bartolomé dio a conocer en “El Defensor de las Leyes” un estudio: Reflexiones sobre el teatro y los que siguen esa honrosa profesión, que provocó un nuevo escándalo, esta vez a cargo de los artistas. En el mismo periódico escribió la “oda anacreóntica” denominada El invierno, en que se habla de Lesbia, nombre con que, adolescente, canta por aquel entonces a la amada de su corazón o de su mente. Cuando el gobierno clausuró “El Diario de la Tarde”, continuó sus colaboraciones en el “Otro Diario” fundado por Lamas, que sólo alcanzó la efímera existencia de siete días. Allí se transcribieron tres de sus composiciones poéticas.

Su temprana adhesión al maestro de la generación romántica está demostrada en un artículo crítico sobre las “Rimas” dado a la estampa en “El Defensor de las Leyes”, el 7 de noviembre de 1837. Mitre elogia a Echeverría, pero su entusiasmo se vuelca al comentar La Cautiva, que lo impresionó. Las numerosas poesías dadas a conocer en 1837, la recogió en Ecos de mi lira, el breve volumen que editó al año siguiente. Al fundar en Montevideo Miguel Cané y Andrés Lamas “El Iniciador”, en 1838, Mitre publicó en esas columnas varias poesías y artículos, firmándolos con el alfónimo “A. M.”. Al desaparecer ese periódico, Lamas reabrió “El Nacional”- vocero ilustre del programa de la “Asociación de Mayo” – donde colaboró con las poesías Las cuatro épocas y las tres banderas, dedicadas a Juan B. Alberdi. También lo hizo en “El Iniciador”, y en periódicos menores, como “El Talismán”, de Gutiérrez y Rivera Indarte; “El Tirteo” o “El Corsario”, dirigido por Alberdi. Escribió sobre teatro, sobre literatura, sobre política, sobre costumbres, pero sobre todo poesías, ya serias, sentimentales o satíricas. Alternó esa labor con su vida de soldado. Fructuoso Rivera lo nombró alférez de artillería en 1839, con antigüedad al 24 de febrero del año anterior. Batióse en Cagancha, bajo el mando de aquél, contra las fuerzas invasoras de Echagüe. El 19 de julio de 1840, estrenó en Montevideo su traducción del Ruy Blas, de Víctor Hugo. Escribió una pieza – que nunca llegó a representar y de la que sólo se conocen algunos fragmentos – sobre Policarpa Salavarrieta, la heroína de Nueva Granada. Su mérito mayor como autor teatral consistió en su voluntad de estilizar los temas históricos, sobre todo en su drama Cuatro Épocas, que subió en escena en el teatro San Felipe, el 26 de mayo de aquel mismo año. La protagonista del drama era Delfina, en quien idealizó la belleza y el noble carácter de su prometida Delfina de Vedia, con la que se casó al año siguiente.

Mitre, entretanto, en 1841, comenzó a profundizar la historia del Río de la Plata, y a reunir datos sobre la personalidad de Artigas, para escribir una biografía que nunca concluyó. En 1842, revistando como sargento mayor de artillería conoció la amargura de la derrota en Arroyo Grande, a las órdenes de Rivera, quien fue vencido por las fuerzas de Oribe. En los intervalos que le dejó el campamento, redactó el Diario intelectual de su juventud que abarcaba el periodo comprendido entre setiembre de 1843 y febrero de 1846. Además del índice de las lecturas realizadas por Mitre y el comentario de las mismas, contiene el programa de una vida. Su vocación enciclopédica se observa en la multiplicidad de sus lecturas, que se extienden a las letras clásicas y modernas, la historia, las ciencias, las religiones, el arte militar, la filosofía. Leía en español, en francés, en inglés, en italiano y en portugués; analizaba y criticaba con independencia a los autores. Reconoció que había escrito innumerables notas sobre historia, entre ellas, una sobre la campaña de Cagancha con el objeto de impugnar un artículo de Iriarte publicado en “El Nacional”, pero reconocía la insuficiencia del mismo. Se incorporó como miembro fundador al Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, fundado por Lamas, recitando su canto Al 25 de mayo, en el teatro del Comercio en ese día del año 1844. Con Lamas inició por entonces, el intercambio de libros y documentos. Mientras las fuerzas de Oribe dominaban las alturas del Cerrito, Mitre, como jefe de la batería “25 de Mayo”, estudiaba el material de la época y exponía conceptos tácticos en una instrucción práctica de artillería (1844) para uso de los oficiales del arma de la línea de fortificación. En 1845, apareció en “El Nacional”, la Biografía de José Rivera Indarte, escrita por encargo del Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Santiago Vázquez. En febrero de 1846, en el primer número de “La Nueva Era”, de Montevideo, publicó dos trabajos fundamentales: uno sobre La montonera y la guerra regular, y otro, De la disciplina en las repúblicas, que señalan la urgencia de sofocar las causas de la perpetua turbulencia en América. Fue designado miembro de la Asamblea de Notables, y ascendido a teniente coronel. El 1º de abril del mismo año, estalló la revolución riverista, viéndose obligado a salir de Montevideo. Renunció al mando de la escuadra de artillería y a su grado, dándosele de baja y el correspondiente pasaporte. Embarcado en la goleta “Orestes” viajó hacia Corrientes para incorporarse al ejército libertador del general Paz, que ya se había disuelto. Mitre volvió a Montevideo con un permiso precario, camino a Río de Janeiro. Desde allí se hizo de nuevo a la mar a bordo del “New Granada”, el 22 de diciembre, rumbo a Chile, a través de los mares patagónicos. Dobló el cabo Vírgenes, penetró en el Estrecho de Magallanes y visitó el Puerto del Hambre. Después entró en el Océano Pacífico y llegó a Valparaíso el 4 de enero de 1847, donde abrazó a sus amigos Juan Carlos Gómez, editor de “El Mercurio”, y a Juan María Gutiérrez. Tras breve estada salió el 28, de dicho puerto trasandino, siendo su nueva meta Bolivia, país del cual había recibido una invitación para fundar el Colegio Militar a pesar de su juventud.

Estos fueron los años dorados de un joven que supo usar la pluma y la palabra, con notable destreza y elegancia.

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2 COMENTARIOS

  1. En realidad, Mitre fue una suma de errores y otro tanto de pasajes múltiples a diferentes fuerzas políticas.Un miltar de regular a malo. Bastante buen historiador, se benefició con los documentos que le allegaban. Y ocultó con perspicacia la Guerra del Paraguay, de la que fue Jefe supremo, e instigador de la alianza con Brasil para derrocar los presidentes blancos, imponiendo a Su Venancio Flores. Losporteños lo rodearon de su apoyo siempre porque, a la sazón, no había otro mejor, Don Bartolo Sierra Chica.

  2. Como militar un incompetente absoluto, como poeta un aficionado. Un mequetrefe adicto a la transa política que llegó al poder sólo por haber reptado entre los unitarios de Montevideo.
    Párrafo aparte merece su felonía infame contra Paraguay, aliado al poder imperial brasileño. Da nauseas todo su desempeño en la previa de la guerra: hizo abastecer en secreto a la escuadra brasilero/uruguaya en nuestro arsenal de Zárate para destrozar la resistencia patriota en Paysandú.
    Junto con Urquiza, los dos infames incalificables más grandes que pisaron estas tierras.
    ¿Porqué nuestro país es lo que es y está como está?
    Porque se endiosaron con monumentos y avenidas a apátridas como estos.
    Un digno predecesor de toda la clase política inmunda que vino después…

    PD: repasen el “acuerdo” en la batalla de Pavón entre estos dos. Típico acuerdo sinárquico NUNCA explicado por la historia!!!

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