Muchos de nosotros nos hemos levantado un domingo por la mañana con la tranquilidad de saber que disponemos de todo un día de descanso por delante. Tras un buen desayuno, y mientras tomamos un aromático café, alargamos el brazo perezosamente para alcanzar el periódico y leer las noticias. Pero en lugar de eso, nuestros ojos nos llevan hasta las páginas finales, justo donde aparece el horóscopo, tal vez algún chiste y posiblemente la cartelera cinematográfica, y se detienen ante el crucigrama, ese entretenido acertijo que tanto nos gusta resolver, en forma de rombo o de cuadrado, y que seguramente nos mantendrá ocupados unas cuantas horas. Pero ¿de dónde proceden los crucigramas? ¿Cuál es su historia y origen? Vamos a verlo…
Los primeros crucigramas
En la Gran Bretaña del siglo XIX existía un juego infantil a menudo incluido en los libros de pasatiempos (también en algunos periódicos de Estados Unidos) conocido como el “cuadrado mágico”. Este consistía en resolver un grupo de palabras colocadas de modo que se podían leer tanto de forma vertical como horizontal. En esos primeros momentos, este acertijo no presentaba ninguno de los intrincados mecanismos de resolución de que dispondría más adelante, ni tampoco los cuadros negros que serían introducidos a principios del siglo XX y que serían tan característicos del juego. A pesar de que el “cuadrado mágico” ofrecía las palabras necesarias para que el jugador resolviera la pregunta, tampoco disponía aún de la famosa lista de “claves” horizontales y verticales para desafiar al jugador a deducir la respuesta correcta.
En 1873, la revista infantil St. Nicholas Magazine, publicada en Nueva York, empezó a publicar una especie de crucigramas a los que llamó “Double Diamond Puzzles” (rompecabezas de doble diamante). Este juego iba firmado por un misterioso personaje que se hacía llamar Hyperion. El juego publicado por la revista no era como el que conocemos hoy en día, no tenía los conocidos cuadraditos, sino que las respuestas se tenían que entrelazar en un papel aparte. Años más tarde, el 14 de septiembre de 1890, el periodista Giuseppe Airoldi publicó otro tipo de juego en la revista italiana Il Sécolo Illustrato della Doménica basado en el “sator”, un cuadrado de palabras que contiene un multipalíndromo, es decir que tienen el mismo significado tanto si se leen de arriba abajo como de abajo arriba, así como de izquierda a derecha o de derecha a izquierda (el ejemplo más antiguo de este tipo de cuadrado fue hallado en Pompeya en 1925). Airoldi dio a su entretenimiento el sugestivo nombre de Per il tempo passare (para pasar el tiempo). El juego inventado por el periodista italiano consistía en un cuadrado de cuatro por cuatro letras, pero aún sin los famosos cuadraditos negros. El acertijo ofrecía pistas para hallar las palabras ocultas que se correspondían a las palabras ripa, oder, sera, amen y rosa, idem, pere y aran. Pero el juego no tuvo el éxito esperado y dejó de publicarse.
Cross Words
El creador del crucigrama tal como lo conocemos en la actualidad fue el británico Arthur Wynne, un gran aficionado de la música y a los rompecabezas. Wynne emigró a Estados Unidos el 6 de junio de 1891, cuando tenía 19 años. Al principio, el joven tuvo la intención de continuar la tradición familiar y se puso a trabajar en una granja en Texas, recolectando cebollas. Pero al final decidió dar un giro a su vida y puso su mirada en el periodismo. Muy pronto, Wynne obtuvo el puesto de editor para un periódico de la localidad de Liverpool (Ohio) y más tarde, ya en Pittsburgh (Pensilvania), fue nombrado editor de deportes del periódico local McKeesport y del Pittsburgh Press. Más tarde se mudaría a Cedar Grove (Nueva Jersey), y a finales de 1913 consiguió un puesto como director editorial de la sección de entretenimiento del New York World, periódicopropiedad del millonario Joseph Pulitzer.
Fue precisamente en el suplemento dominical del New York World cuando, el 21 de diciembre de 1913, se publicó por primera vez, a propuesta de Wynne, un nuevo y enigmático juego llamado “rompecabezas de palabras cruzadas”. Al principio, el juego era muy elemental si lo comparamos con los crucigramas actuales. El acertijo tenía forma de diamante, y el lector tenía que adivinar palabras de diferentes longitudes siguiendo la numeración de las distintas definiciones que se mostraban, tanto horizontal como verticalmente. Más tarde, y para definir mejor los límites de las palabras, se incluyeron los famosos cuadrados negros entre las palabras. En principio, el juego se tenía que haber llamado Words-Cross puzzle, pero un error tipográfico lo transformó tres semanas después en Cross Words (palabras cruzadas), nombre que acabaría triunfando y por el que se conoce en el mundo anglosajón al crucigrama: crosswords.
Un entretenimiento universal
En la década de 1920, el acertijo de Wynne empezó a aparecer en otros rotativos, y en Broadway se estrenó la obra Puzzles of 1925, en la que los protagonistas eran los pacientes de un manicomio aficionados a las palabras cruzadas. La editorial neoyorquina Simon & Schuster publicó en 1924 su primer libro de crucigramas, Cross Word Puzzle Book, elaborados por la periodista Margaret Petherbridge y del cual se vendieron más de tres millones de ejemplares en diez años. Fue tal el éxito de este juego, que el Departamento de Salud de Chicago llegó a afirmar que resolver crucigramas era bueno para la salud mental y procuraba felicidad. Los crucigramas no solo triunfaron en Estados Unidos. En Europa habían empezado a circular en 1922, cuando aparecieron en la revista británica Pearson y en el Times en 1930. En Gran Bretaña, los crucigramas fueron un paso más allá y desarrollaron su propio método, lo que dio lugar al crucigrama críptico, es decir un crucigrama en el que las pistas constan de dos partes: la definición y una serie de indicadores adicionales que proporcionan más claves, pero, al mismo tiempo, confunden el significado.
El 22 de marzo de 1925, la revista Blanco y Negro publicó el primer crucigrama en España, al que adjuntaba una página adicional con las instrucciones para resolverlo y donde se ofrecían consejos del tipo “conviene dejar para el fin las palabras más larga”, “conviene variar de sector cuando se tropieza con un obstáculo serio” o “háganse los primeros ensayos con lápiz”. Los lectores tenían una semana para intentar resolver el enigma antes de que la revista diera a conocer las respuestas (tal como explica la periodista Mónica Arrizabalaga en un artículo publicado en el diario ABC en 2013).
Arthur Wynne, murió el 14 de enero de 1945 a los 73 años. Hubiese podido convertirse en un hombre muy rico si el periódico en el que publicó su primer crucigrama, el New York World, hubiera registrado comercialmente aquel pasatiempo, cosa que no hizo. La muerte alcanzó al flamante inventor de los crucigramas cuando estos ya eran un fenómeno: vestidos, zapatos, bolsos y joyas se adornaban con motivos inspirados en los crucigramas. Aunque otros juegos han aparecido y desaparecido, la resolución de crucigramas es algo que se ha perpetuado en el tiempo, modernizándose con las nuevas tecnologías que nos permiten actualmente resolverlos por internet. Por ello, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que los crucigramas continúan siendo a día de hoy uno de los pasatiempos más populares en casi todo el mundo, perfectos para pasar tranquilamente, y sin prisa alguna, las perezosas horas de un domingo por la mañana.