El SOE (Special Operations Executive) fue una organización británica cuyo objetivo era actuar en “modo guerrilla” en operaciones secretas de sabotaje. Era una fuerza especial “no oficial” (algo similar al SAS, otro grupo comando que actuaba en el norte de África y el sur de Europa y del cual Randolph Churchill, hijo del primer ministro británico, formó parte en alguna misión).*
La organización nació en julio de 1940 a partir de una sección del MI6 (Servicio Secreto Británico) y fue el mismísimo Winston Churchill quien ideó la creación de este grupo, al que se le encomendaban operativos secretos y de altísimo riesgo contra las fuerzas del Eje. De hecho, uno de los apodos del grupo era el de “Churchill’s Secret Army”. El SOE estaba formado por hombres de acción que solían arribar de incógnito a los países invadidos (muchas veces en paracaídas, por las noches) y ayudaban a los locales con armamento, dinero, instrucción en acciones de sabotaje e implementación de sistemas de comunicación para pasar información a los aliados. Los miembros del SOE eran expertos en espionaje, infiltración en el enemigo y documentación falsa, y contaban con ingeniosos dispositivos más que útiles en sus misiones: zapatos que dejaban huellas falsas, armas con silenciadores, artefactos innovadores de comunicación, maletas que disimulaban radios, armas que salían eyectadas desde las mangas y diversos tipos de explosivos no convencionales.
Una característica particular del SOE era su impronta “poco caballerosa” (“ungentlemanly”). El término, también creado por Churchill, se refería no sólo a las tácticas no convencionales, que incluían trampas y engaños como algo usual, sino a una especie de “licencia para matar”: el SOE tenía todo permitido con tal de arruinar los planes de Hitler, y al seleccionar a los miembros de este comando se tenía especialmente en cuenta que los postulantes demostraran un odio especial y personal hacia los nazis. Los miembros del SOE vivían en extremo peligro: cuando eran capturados, estaban preparados para enfrentar la posibilidad de ser torturados, ejecutados o encarcelados en un campo de concentración; su desprecio por la vida propia era similar al que mostraban por la de sus odiados enemigos nazis.
La gran mayoría de las misiones asignadas a este grupo selecto eran “no oficiales”; la organización era tan secreta que ni siquiera los aliados de Gran Bretaña conocían su existencia. Gran Bretaña no reconocería sus misiones ni objetivos oficialmente; muchas veces sus instrucciones bajaban directamente de Churchill o del Foreign Office pero eran desconocidas por el Almirantazgo británico, lo que generaba “choques” del mismo con los habitualmente díscolos e indomables miembros de los grupos comando del SOE, a quienes les resultaba molesto reconocer otra autoridad que no fuera el mismísimo Churchill y sus cercanos; algo así como los “Bastardos sin gloria” de la película de Tarantino, ese comando de soldados desquiciados que bajo el mando del teniente Aldo Raine (personificado por Brad Pitt) disfrutaban matando nazis y coleccionando sus cabelleras.**
La gran mayoría de las misiones asignadas a este grupo selecto eran “no oficiales”; la organización era tan secreta que ni siquiera los aliados de Gran Bretaña conocían su existencia. Gran Bretaña no reconocería sus misiones ni objetivos oficialmente; muchas veces sus instrucciones bajaban directamente de Churchill o del Foreign Office pero eran desconocidas por el Almirantazgo británico, lo que generaba “choques” del mismo con los habitualmente díscolos e indomables miembros de los grupos comando del SOE, a quienes les resultaba molesto reconocer otra autoridad que no fuera el mismísimo Churchill y sus cercanos; algo así como los “Bastardos sin gloria” de la película de Tarantino, ese comando de soldados desquiciados que bajo el mando del teniente Aldo Raine (personificado por Brad Pitt) disfrutaban matando nazis y coleccionando sus cabelleras.**
Las primeras instrucciones de Churchill a los grupos comando del SOE, tan genéricas como manifiestas, fueron “incendiar Europa”. Más allá de sus operaciones de guerrilla, espionaje y sabotaje, los miembros del SOE también ayudaban a formar ejércitos secretos en los grupos de resistencia locales en las ciudades ocupadas por los nazis.
Dentro de las numerosas operaciones llevadas a cabo por el SOE, una de las más notorias y destacadas fue la “Operación Postmaster”.
Mientras Hitler arrasaba Europa y ya habían caído Polonia, Bélgica y Francia, las esperanzas británicas empezaban a mirar a los “hermanos del otro lado del charco” (los norteamericanos), ya que no parecía posible para los británicos afrontar solos la aparente omnipotencia de los nazis. En esa etapa de la guerra los británicos padecían un obstáculo hasta ese momento insalvable, no sólo para el para el aprovisionamiento de sus propios puertos sino para la llegada de la ayuda norteamericana: los U-boats, submarinos alemanes que, indetectables, cazaban en el océano Atlántico sin miramientos y hundían barcos indiscriminadamente; provisiones, municiones y materiales eran destruidos o interceptados. “Las bombas desde arriba y los torpedos desde abajo aplastan a los británicos. Sin defensa contra esos U-boats, toda esperanza de paz en Europa parece perdida”, decían las noticias.
Ante este panorama, Winston Churchill expuso su idea: “si los alemanes cortan nuestra cadena de suministros con sus U-boats, entonces nosotros cortaremos la cadena de suminisros de los U-boats.”
Y así nació la Operación Postmaster.
Inicialmente el plan de Churchill fue rechazado por el Almirantazgo; Churchill, de pocas (poquísimas) pulgas, decidió ignorarlos y ejecutarlo bajo su responsabilidad.
Desde 1939, Alemania había ordenado que sus barcos mercantes que circulaban por los mares del mundo se pusieran a salvo. Así, un centenar de ellos terminó en diversos puertos de España, que en los papeles era un “país neutral” (gobernaba Francisco Franco) pero que en la realidad prestaba asistencia a las fuerzas de Hitler. Uno de los puertos que acogió a estas naves fue el de Santa Isabel (hoy, Malabo), en la isla de Fernando Poo (hoy llamada Bioko), la capital de la Guinea Española (hoy, Guinea Ecuatorial), que se encuentra en la costa este africana, frente a Camerún. La Inteligencia británica había proporcionado la información de que los tres barcos que llevaban suministros y abastecimiento para los U-boats estaban anclados allí: dos barcos alemanes no muy grandes (el Likomba y el Bibundi) y un enorme buque italiano llamado Duchessa d’Aosta.
Charles Guise, teniente británico que actuaba bajo la fachada de correo diplomático en la isla, preparó un informe que contenía las características de los buques, sus posiciones y los datos sobre las tripulaciones y las guardias.
Los tres barcos, quedó dicho, abastecían a los numerosos submarinos que operaban en el Atlántico y eran una amenaza mortal para los barcos mercantes aliados. Luego de evaluar la posibilidad de volar el Duchessa d’Aosta o de inmovilizarlo dañando su hélice, se consideró lo valioso de los suministros que transportaba y se decidió que lo mejor (y más arriesgado, también) era intentar capturarlo.
Los detalles de la Operación Postmaster fueron pergeñados en Lagos (Nigeria) con los informes y fotografías obtenidos por los espías del SOE en Santa Isabel. Se propuso que el comando asaltante entrara en el puerto una noche sin luna, en dos grupos a bordo de sendos remolcadores. Un grupo se encargaría del Duchessa d’Aosta y el otro del Likomba y el Bibundi.
La responsabilidad operativa del grupo comando designado estaba a cargo de Sir Colin Gubbins, general de artillería, y su mano derecha era Ian Fleming, oficial de la Inteligencia británica. Fleming era además periodista y escritor, y fue el creador del famosísimo personaje James Bond. Fue de su experiencia de haber participado activamente en el SOE y sus tareas de inteligencia de donde Fleming sacó muchas de las vivencias que volcó en sus novelas: el nombre clave de su jefe Gubbins (“M”), la “licencia para matar”, los elementos sofisticados de espionaje, etc, se verían reflejados luego en sus historias.
Los comandos de asalto del SOE deberían bloquear la radio del Duchessa, anular cualquier resistencia y proteger con hombres armados el timón y los cables de remolque. No habría restricciones al uso de la fuerza, pero (con la típica idiosincracia inglesa) mejor que no se notara mucho. Una vez abordado el Duchessa se colocarían explosivos en la cadena del ancla y los amarres. Los barcos serían atados a los remolcadores, sacados del puerto y llevados a alta mar. ¡Ah! Y toda la operación debería realizarse en menos de media hora.
La corbeta Violet, de la Armada inglesa, esperaría fuera de las aguas territoriales para hacerse cargo de los buques robados y escoltarlos hasta Lagos; la “coartada” inicial sería que “los barcos habían sido capturados en alta mar”.
El plan recibió luz verde del Foreign Office, pero inicialmente no del Almirantazgo; el Primer Lord del Almirantazgo, Dudley Pound, no estaba de acuerdo con la idea de Churchill y no simpatizaba con los hombres encargados de llevar a cabo la misión. Sin embargo, Churchill ignoró a Pound y ordenó continuar con la misión. El gobernador de Nigeria también colaboró con la operación, ya que autorizó el uso del remolcador Vulcan y de la lancha Nuneaton, pertenecientes a la Marina colonial nigeriana, con sus tripulaciones.
Y así fue como la noche del 14 al 15 de enero de 1942 la Operación Postmaster se llevó a cabo.
El grupo de élite que llevaría a cabo la operación estaba al mando del mayor Gus March-Phillips, con Geoffrey Appleyard, Graham Hayes (oficiales del ejército británico) y Anders Lassen (soldado danés de múltiples habilidades) como sus lugartenientes; a ellos se agregaban miembros de la resistencia que pasaron a formar parte del grupo para esta operación y elementos de espionaje en la isla que sabotearon las posibilidades defensivas ante el asalto. En el grupo de asalto había también tres españoles que serían utilizados para hablar en español con guardias isleños.
Mientras el grupo llegaba a las cercanías del puerto de Santa Isabel en un barco pesquero desde Gran Bretaña, los espías británicos en la isla preparaban el terreno. Para evitar que los capitanes y los oficiales de los barcos estuvieran a bordo de los buques que serían apropiados, un enlace en la isla del servicio secreto británico, en colaboración con un español republicano, organizó para la noche del 14 de enero (la noche elegida para el golpe) una fiesta de gala en el casino a la que fueron invitados todos los oficiales alemanes e italianos y también los comerciantes alemanes e italianos de la isla. En la fiesta se dispensaron bebidas en cantidad con el objeto de que la mayoría estuviera en estado de ebriedad hacia el momento del asalto; de este modo redujeron de manera notable la posible resistencia que podrían encontrar los ingleses en el puerto.
Mientras todos disfrutaban de la juerga y el alcohol, dos lanchas motoras británicas entraron sigilosamente en el puerto en plena oscuridad ya que, además de ser una noche sin luna, las luces en el puerto se apagaban a las 23 hs por la escasez de combustible.
Los dos grupos de asalto estaban formados por 15 hombres del SOE y unos 20 voluntarios y miembros de la resistencia. En una acción perfectamente coordinada, los comandos, armados con pistolas, metralletas y granadas de mano, abordaron los tres barcos, sorprendieron durmiendo a la mayoría de los tripulantes y redujeron a quienes estaban de guardia. La guardia del puerto era más bien escasa: tres o cuatro isleños nativos que no opusieron ninguna resistencia y se tiraron al agua cuando se la vieron venir. Mientras tripulaciones y guardias eran reducidos, otros miembros del grupo colocaban cargas explosivas que hicieron estallar las amarras y anclas de las naves a las 23.40 hs. Hacer explotar la del enorme Duchessa no fue tan fácil y por esa razón la operación se demoró más de lo previsto; el tiempo estimado para tomar posesión de los barcos y zarpar era originalmente de quince minutos pero, debido a esa dificultad, terminó siendo de media hora.
Las versiones difieren entre las que sostienen que casi no se utilizaron armas de fuego debido a la poca custodia de los buques y las que dicen que los comandos tomaron por asalto las naves a fuego limpio (que tampoco fue tanto, ya que el factor sorpresa fue la clave del éxito de la operación).
Las piezas de artillería defensiva fueron saboteadas y sólo pudieron actuar parcialmente cuando los barcos robados ya habían desaparecido en la oscuridad.
Y así fue como se llevaron los tres barcos.
A la mañana siguiente los nazis utilizaron el avión “Dragon Rapide”, originalmente un avión comercial de Iberia, armado con ametralladoras y bombas de mano, para que tratara de localizar las tres naves robadas. Pero la búsqueda fue infructuosa y los barcos capturados aparecieron al poco tiempo en el puerto aliado de Lagos, Nigeria.
El 19 de enero de 1942, el gobierno español de Francisco Franco, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, envió a la embajada británica una enérgica protesta por la violación de sus aguas soberanas. La protesta se basaba en que las tres embarcaciones se encontraban refugiadas en un puerto neutral, por lo cual exigía al gobierno inglés la restitución de los buques apresados, de sus tripulantes y de las provisiones que se encontraban a bordo. Los británicos contestaron que no aceptaban la protesta del gobierno español, que no eran en absoluto responsables de lo ocurrido, que no podían aportar una explicación sobre los sucesos acaecidos en el puerto de Santa Isabel y que no se sentían obligados a devolver buques enemigos ya que los mismos habían sido capturados en alta mar. Aducían que ningún buque de guerra británico o aliado se hallaba en las inmediaciones de Fernando Poo en el momento del incidente, aunque reconocían que navíos ingleses habían interceptado y capturado en alta mar a los tres barcos y los habían conducido al puerto de Lagos, y que de acuerdo a las normas internacionales de navegación, “lo que uno se encuentra, se lo queda”. Alpiste perdiste, en otras palabras.
Sobre llovido mojado, además de la burla de los británicos, el gobierno español tuvo que bancarse los reclamos de los gobiernos de Alemania e Italia por no haber garantizado la seguridad de sus barcos.
En cuanto al Duchessa d’Aosta, después de hacerse con todos los suministros que contenía, los británicos le cambiaron el nombre, fue puesto bajo bandera británica y fue utilizado para transportar tropas y material bélico. Depués de la guerra fue vendido a una empresa naviera italiana que volvió a cambiarle el nombre y la bandera, y sus días terminaron cuando fue desguazado en La Spezia en 1952.
El éxito de la Operación Postmaster sirvió para alentar otras acciones similares. El mayor Gus March-Phillips fue premiado con la Orden al Servicio Distinguido y nombrado Miembro de la Orden del Imperio Británico. Su figura, se dice, fue la que inspiró a Ian Fleming en la creación del célebre personaje de sus novelas, James Bond. Además, March-Phillips contrajo matrimonio con Marjorie Steward, espía británica que trabajaba para el SOE y cumplió funciones de inteligencia en la isla Fernando Poo en la Operación Postmaster. Geoffrey Appleyard fue ascendido a capitán, también recibió la Orden al Servicio Distinguido y participó en varias operaciones del SOE. Anders Lassen fue ascendido a capitán, recibió la Military Cross y la Victoria Cross, con lo que se convirtió en el miembro del SOE con mayores condecoraciones, y participó en varias operaciones del SOE y el SAS. Graham Hayes fue ascendido a capitán y recibió la Military Cross.
Las actividades ultrasecretas de este grupo salieron a la luz gracias a la desclasificación de archivos ingleses de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los ’90, cincuenta años después de que ocurrieran los hechos.
* Referencia: “El hijo de Churchill y el SAS”, artículo publicado en Historia Hoy
** Referencia: “Inglorious Basterds”, película de Quentin Tarantino.