La violencia organizada (Parte IV)

Parte IV: Grupos represores, paramilitares, parapoliciales, escuadrones y otros grupos de violencia armada en Latinoamérica)

El primer grupo paramilitar, creado en Colombia al servicio del Partido Conservador, fue “Los Pájaros”, entre los ’30 y los ’60. Su accionar era tanto en contra de las expresiones comunistas como de las excesivamente “liberales”, se llevaron a cabo durante el resto del siglo XX y aún se mantienen. Siempre se puso como argumento la “necesidad de contrarrestar las insurgencias políticas” para justificar la persecución y el exterminio de los disidentes. En los ’80, incluso, atacaron sin miramientos a los miembros de la Unión Patriótica (que era la fachada política de las FARC) mientras estaban en negociaciones con el gobierno.

     En los ’90 el aparato represivo fue aún mayor, ya que se formaron los Grupos de Autodefensa en el marco de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), organizaciones de derecha que se fueron formando –primero esponáneamente y luego organizadamente–. Creadas inicialmente para combatir a la guerrilla (FARC, ELN, etc), las mismas fueron conformadas inicialmente por granjeros, ganaderos, empresarios y políticos. Luego dieron paso a los narcos (que no se llevaban bien con los guerrilleros), quienes empezaron a financiar estos grupos. Y como los narcos tienen mucha plata, estos grupos pudieron armarse hasta los dientes y con alta tecnología. La consecuencia: los grupos de autodefensa son de los que más víctimas han causado en Colombia.

   Una facción de las AUC particularmente violenta es el Bloque Centauros, que comenzó su accionar en 1997 como una alianza entre un grupo de las AUC dirigido por Carlos Castaño y otros grupos para-militares locales, fue dirigido por Miguel Arroyave hasta su muerte.

      F2. Fue parte de la Policía Secreta y Judicial de Colombia, y actuó entre 1950 y 1995. Encargado de desapariciones forzadas y “limpieza social”, curioso término que hacía que no tuvieran que dar muchas explicaciones a nadie.

    Paz y Justicia. Grupo paramilitar creado a inicios de 1995 en los municipios de Salto de Agua y Tila, en México. En su formación confluyeron grupos ganaderos, agroindustriales y líderes locales del PRI (Partido Revolucionario Institucional, nombre ambiguo si los hay); en definitiva, clases dominantes locales que buscaban hacer frente a los movimientos campesinos. Este grupo tuvo apoyo de la Policía de Seguridad Pública, la Procuraduría de Justicia del Estado y Ejército, que sin ensuciarse las manos ayudaban en coartadas y facilitaban detenciones de sus “enemigos”.

    Halcones. Grupo paramilitar creado en México en los ’60. Fue responsable de varios atentados y de la masacre de Corpus Christi en 1971. Sus miembros, muchos entrenados y apoyados por EEUU, primero se infiltraban en ámbitos estudiantiles y luego se expandían en forma extensa.

     Colectivos. Estos grupos paramilitares venezolanos son los guardianes de la ideología chavista y se consieran a sí mismos “la defensa armada de la revolución bolivariana”. Creados por Hugo Chávez en 2002, los Colectivos chavistas se transformaron en el brazo armado del régimen chavista. Hoy son utilizados por Nicolás Maduro para amedrentar a los opositores y desalentar la movilización social contra el gobierno. Se financian a través de los planes sociales, reciben partidas para sus proyectos y gestionan tareas públicas como la distribución de alimentos. Desde 2014 el régimen se dio cuenta de que usar a los colectivos es una estrategia eficaz para disuadir a la población de movilizarse. No siempre actúan con armas de fuego; a veces es suficiente con amenazas pintadas o que aparezcan en grupos de veinte personas en moto (muchas veces encapuchados) recorriendo Caracas. Los Colectivos han atacado a protestantes, periodistas, estudiantes, religiosos, a personas críticas al gobierno y a quienes son sospechosos de serlo, a veces con la vista gorda de las fuerzas de seguridad y a veces incluso en acciones coordinadas con las mismas.

     La GNB (Guardia nacional Bolivariana) y la PNB (Policía Nacional Bolivariana) son las dos fuerzas principales de Venezuela que enfrentan a los manifestantes en las calles. La GNB se convirtió en una rama “oficial” de las Fuerzas Armadas en 2007, aunque sus atribuciones son más que amplias. El PNB, por su parte, es una fuerza federal creada por Hugo Chávez en 2008 como una “fuerza policial preventiva” (término bastante usado), separada de las estatales y locales. Una unidad de élite de la PNB, las Fuerzas de Acción Especial, se ha transformado en el escuadrón de la muerte en Venezuela. Encapuchados y con armas de guerra asaltan las barriadas más pobres del país operando con total impunidad, establecen toques de queda, simulan enfrentamientos para ocultar asesinatos y después amenazan a familiares y vecinos para que no denuncien. Un clásico, digamos.

     Escuadrón de la muerte peruano. Ellos mismos se definían como un “grupo de aniquilamiento” de la Policía Nacional Peruana, y ejecutaban a implicados en crímenes en el norte del Perú, entre 2012 y 2016. Este grupo estaba integrado por oficiales y suboficiales de la PNP.

    Grupo Colina. Escuadrón de la muerte creado en 1991 como parte de una “estrategia de guerra” del Estado peruano durante el gobierno de Alberto Fujimori. Tenía como misión colaborar con el seguimiento y la detención de miembros de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

     Comando Democrático Rodrigo Franco (CRF). Grupo paramilitar y escuadrón de la muerte que actuó en Perú durante el gobierno de Alan García. Su accionar era eliminar terroristas, y su nombre proviene de un funcionario de gobierno asesinado por Sendero Luminoso.

    Escuadrones volantes. Son escuadrones de la muerte formados por miembros de élite de la policía de Ecuador, creados en 1985. En nombre de la lucha contra la delincuencia y la subversión, cometieron vejaciones y ejecuciones extrajudiciales. Fueron disuletos en 1988.

     Milicias. Fundadas hace unas cuatro décadas por expolicías, las milicias paramilitares en Brasil se formaron como una respuesta de grupos de autodefensa comunitarios ante las bandas narcos. Se iniciaron en la zona oeste de Rio de Janeiro, en barrios pobres y desatendidos por los servicios públicos, están formados por policías fuera de servicio o retirados (lo que se conoce como “mano de obra desocupada”) y por ciudadanos comunes armados y nunca desaparecen del todo, siempre vuelven a la acción. “El gobernador debería llamar a los buenos policías y permitirles matar a cualquiera. A la gente mala, a los criminales y aquellos que lucran con las debilidades; sólo así se terminará con la violencia de una vez y para siempre”, aseguran los miembros de estos grupos, que se mantienen con recursos provenientes  de la “venta de protección” a los ciudadanos.

     Tonton Macoutes.  Después de evitar un golpe de Estado en 1958, Papá Doc Duvalier creó una fuerza de seguridad, los “Tonton Macoutes” (“los hombres del saco”), una especie de policía secreta y milicia personal, que sembró el terror en Haití. Bajo el gobierno de Papá Doc se desarrollaron las prácticas del vudú; los Macoutes se aprovecharon de eso y convencieron a buena parte de la población (de un paupérrimo nivel de instrucción y educación) de que los Macoutes eran sobrenaturales e invulnerables. Vestidos de campesinos y con sus infaltables anteojos oscuros, los Macoutes torturaron y asesinaron gente a voluntad y en serie.

     Milicias de San Cristóbal y Reserva Cívica. Fueron los escuadrones paramilitares de Rafael Trujillo en República Dominicana. Sobre todo en los dos primeros períodos de gobierno de este dictador bestial (primera mitad del siglo XX), se ocuparon de la eliminación de las personas y sectores remanentes considerados enemigos. Estaban compuestos por asesinos, sicarios y grupos de choque, y el objetivo final era consolidar un “partido único” absolutista y personalista; o sea, una dictadura.

     Kaibiles. Los kaibiles fueron creados en 1974 como un cuerpo de élite antisubversivo del ejército guatemalteco. Fueron los años de la guerra civil en Guatemala (entre 1960 y 1996), en los que fuerzas del gobierno militares y paramilitares se enfrentaron en una guerra cruel y sin cuartel a todos los grupos guerrilleros ensamblados. Más del 90% de los crímenes durante los últimos 20 años de la guerra civil guatemalteca fueron cometidos por los kaibiles.     

    Según lo describen ellos mismos, los kaibiles son “máquinas de matar” que han logrado anular la conciencia y que sostienen que el valor debe probarse día a día, horror tras horror. Tienen las destrezas de los rangers americanos, la agresividad de los gurkas británicos y la crueldad de los maras centroamericanos.    

     El adiestramiento de los kaibiles es bestial. Los aspirantes a kaibil son divididos en parejas en los que cada uno es un “cuas”. Si uno de los dos cuas se equivoca, ambos son castigados y pasan hambre. “Allí aprendes qué es un cuas, qué es un hermano guerrero. Si él muere, yo muero. Dejas de ser un hombre, pierdes tus pocas cualidades y tus imperfecciones y te transformas en un kaibil”.

 La operatividad de los kaibiles se desmadró rápidamente y estos se transformaron en una monstruosa fuerza agresiva que casi no reconocía entre criminales e inocentes. Luego de 36 años la guerra llegó a su fin, con un saldo de 200.000 muertos, 36.000 desaparecidos y 626 masacres constatadas, y ha sido establecido que el 93% de los crímenes durante los últimos 20 años de la guerra fueron cometidos por los kaibiles.

     Movimiento de Acción Nacionalista Organizado (MANO). Fue un escuadrón de la muerte de derecha en Guatemala, entre 1966 y 1969. Actuaron conjuntamente con los militares y la oligarquía para suprimir la movilización política, gozaron de impunidad en sus actos y raramente fueron juzgados.

     Sombra Negra. Es un grupo paramilitar salvadoreño surgido en los ’90, compuesto por policías y militares y ex de ambas fuerzas que persiguen y ejecutan a delincuentes y pandilleros. Sus principales enemigos son las Maras (Salvatrucha y 18) y son tan crueles como ellos: violaciones, ejecuciones y asesinatos son su modus operandi.

     La Mancha Brava. Grupo paramilitar nacionalista hondureño de ideología cuya acción era perseguir y matar inmigrantes salvadoreños en 1969 con la vista gorda del gobierno.

     Batallón 3-16. Fue una unidad del Ejército de Honduras que fue responsable de asesinatos, torturas y desapariciones de presuntos opositores políticos del gobierno durante la década de 1980.

     Comando Conjunto. Fue una organización clandestina de inteligencia de la dictadura militar chilena que persiguió y ejecutó a opositores y enemigos del régimen de Augusto Pinochet. Secuestró, torturó y provocó la desaparición de personas y lo hizo sin ningún respaldo institucional. Entre sus miembros había integrantes del Ejército, la Armada, los Carabineros y civiles que habían formado parte del grupo de extrema derecha Patria y Libertad.

     Patria y Libertad (Frente Nacionalista Patria y Libertad, FNPL). Organización paramilitar de extrema derecha, fascista y ultranacionalista, que se oponía mediante la violencia al gobierno socialista de Salvador Allende en Chile. En 1972 introdujo armas desde Argentina y en junio de 1973 el grupo intentó dar un golpe de Estado (el Tanquetazo) sin éxito contra el gobierno de Allende. En connivencia con la Armada primero y con las demás Fuerzas Armadas después generó aciones de sabotaje contra el gobierno.

     DINA (Dirección de Inteligencia Nacional). Creada en 1973, fue una organización diseñada para exterminar a todas las fuerzas de izquierda en Chile, interrogando, clasificando y separando a los detenidos en campos de concentración. Este organismo era “oficial” pero no se sometía a los protocolos de los poderes del Estado y se fue transformando en el principal aparato represivo del gobierno.

     Triple A (Alianza Anticomunista Argentina, AAA). Fue una organización  paraestatal anticomunista de ultraderecha creada por el por entonces ministro de bienestar social del gobierno peronista José López Rega, un personaje oscuro y nefasto por donde se lo mire. Había coordinación entre la Policía Federal, las Fuerzas Armadas y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), y los miembros activos de esta banda de sinvergüenzas provenían de todos los estratos cercanos a la violencia: policías, matones sindicales, delincuentes “pesados” (como Aníbal Gordon y compañía), miembros retirados y en actividad de las Fuerzas Armadas, etc, algunos de los cuales actuaban por su cuenta y otros bajo órdenes. La Triple A asesinó a artistas, religiosos, intelectuales, sindicalistas, políticos de izquierda, estudiantes, etc. Tenía contacto y apoyo de la logia italiana Propaganda Due. Su actuación se desarrolló entre 1973 y 1976, durante las presidencias de Juan D. Perón y, luego de su muerte, de su esposa María Estela Martínez de Perón. Desapariciones, muertes y exilios fueron la consecuencia del accionar de estos criminales, y sus delitos fueron calificados como delitos de lesa humanidad.

     Grupos de Tareas. Llamados vulgarmente patotas o “la pesada”, eran grupos operativos clandestinos de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales del Estado que se dedicaban al secuestro, tortura, violación, asesinato y desaparición de opositores políticos, guerrilleros, intelectuales, dirigentes gremiales, estudiantes, en el contexto del terrorismo de estado sufrido en Argentina durante la dictadura militar entre 1976 y 1983. Estaban formados tanto por personal estable o transitorio y había personal militar de todas las graduaciones. Cada una de las Fuerzas Armadas y de Seguridad tenía sus propios Grupos de Tareas y además había grupos interconectados. Tenían lugares clandestinos (y no tan clandestinos) de detención, donde torturaban y mataban a los prisioneros. Por supuesto, los detenidos no eran juzgados ni tenían derecho defensa alguna. Si eran encontrados “culpables”, eran ejecutados de las maneras más diversas, incluyendo los “vuelos de la muerte”, en los que los detenidos eran arrojados al Río de la Plata o al mar; si tenían algo más de suerte eran expulsados del país. Otra de las consecuencias de los crímenes fue la apropiación de bienes y propiedades de los detenidos y la apropiación de bebés nacidos en cautiverio de madres detenidas. Se incluyó la figura del “desaparecido”, definida por el por entonces dictador Jorge R. Videla como alguien que “no está; no está ni muerto ni vivo, no tiene entidad”, en una de las definiciones más perversas y cínicas que se recuerden.

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