Lelo Burti

Lelo Burti, un símbolo de la cultura georgiana, se traduce como “pelota de campo”, a pesar de que “lelo” es una antigua palabra georgiana que significa “hacer algo por la fuerza”. El origen del juego no está del todo claro: algunas versiones afirman que proviene de un antiguo juego georgiano llamado “Burtaoba” que ya era mencionado en un poema del siglo XII mientras que otras versiones sostienen que su origen es más cercano y remite a 1854, cuando un grupo de tropas gurianas (Guria está en el sudoeste de Georgia) derrotó a un ejército del Imperio Otomano empujando a los turcos con todas sus fuerzas hacia atrás en las colinas; esta versión dice que cada partido de Lelo Burti es a la vez un homenaje y una recreación de esa histórica batalla.

     El juego en su modo tradicional se juega el domingo de Pascua en la región de Guria, en Shukhuti, un pueblo que abarca dos aldeas: Zemo Shukhuti (la zona norte del pueblo, “Alto Shukhuti”) y Kvemo Shukhuti (la zona sur, “Bajo Shukhuti”). Las dos comunidades se enfrentan ese día, y el habitualmente tranquilo pueblo se transforma en un caos ingobernable.

     Después de la sovietización y aún hoy en día Lelo Burti ha superado las fronteras de la región de Guria, existiendo campeonatos entre las distintas regiones. Se establecieron ciertas reglas que standarizaron el juego a lo largo de todo el país transformándolo en una especie de “deporte nacional” más organizado, con torneos y calendarios establecidos, que se juega en estadios, en una cancha bien delimitada, de las mismas medidas que una cancha de rugby, con dos equipos con atuendo deportivo y cuya estética se asemeja a la de un “rugby desordenado”, si bien la pelota puede pasarse tanto hacia atrás como hacia adelante y no existe el offside ni posiciones fijas de los jugadores.

    Pero la forma original, caótica y tradicional del juego sólo se mantiene en la pequeña aldea guriana de Shukhuti; así que vayamos al día del juego, que se desarrolla el domingo de Pascua.

     La mañana comienza cosiendo una gran bola de cuero negro llena de arena, tierra y aserrín, simbólicamente empapada con una copa de vino tinto Aladasturi. La pelota en realidad no es redonda sino que tiene la forma de una enorme calabaza, de mayor diámetro horizontal que vertical, que pesa entre 15 y 18 kg. Luego se escribe en el balón la palabra “Lelo” y el año en curso con pintura blanca. Cada año se utiliza una pelota nueva, que es llevada a la iglesia del pueblo (St. George) para ser bendecida y guardada por un buen rato hasta que comience el juego. Esa mañana se organizan también algunos otros juegos deportivos, eventos musicales con bandas locales y una feria en la que se venden comidas típicas de la región.

     El área de disputa del juego es un amplio terreno entre dos arroyos; dicho terreno incluye jardines, parques, charcos, descampados, huertos, terreno irregular, en resumen: lo que haya. La carretera que pasa por el pueblo se cierra hasta que termine el partido.

     El juego consiste en llevar la pelota hasta uno de los dos arroyos en los extremos del terreno; cada equipo debe trasladar la pelota “empujando” o “arriando” (como en un enorme o multirudinario scrum) al equipo rival hasta llevar la pelota hasta el destino final, esto es: llevar el balón a su propio lado del pueblo. Por eso, los equipos inician el juego en el lado opuesto al propio: Zemo Shukhuti del lado de Kvemo Shukhuti y viceversa.

Dentro del scrum, donde los equipos intentan llevarse la pelota para su lado (Pete Kiehart para The New York Times).

      En el Lelo Burti tradicional, la regla principal es que no hay reglas; en realidad, la única regla establecida es la que dice que los participantes no pueden jugar bajo los efectos del alcohol (aunque ni siquiera esa regla se cumple a rajatabla). La cantidad de jugadores participantes en Lelo Burti tampoco está reglamentada, pero cuanta más gente participe de cada lado de la aldea, mayores serán sus posibilidades de ganar. Pueden jugar todos los que quieran (ha habido enfrentamientos en los que había trescientos participantes de cada lado) y cualquiera puede participar en el juego: georgianos, extranjeros, niños y mujeres, aunque éstas rara vez lo hacen; todavía es principalmente un juego de hombres. La duración del evento tampoco tiene límite, ya que se juega hasta que un equipo gane; esto puede llevar desde media hora hasta varias horas.         

     El partido-evento comienza a las 17hs en el centro del pueblo, a pocos metros de la iglesia. Mientras un hombre vestido con una camisa tradicional guriana y un Kabalakhi (un pañuelo masculino en la cabeza) dispara un tiro de escopeta, el sacerdote del pueblo lanza la pelota a los participantes (en el pasado, era el residente más viejo del pueblo quien daba inicio al juego lanzando la pelota).

     Cuando comienza el juego se desata una locura salvaje en la que vale absolutamente todo: golpes, patadas, tackles, insultos, artes marciales, lo que sea. No hay reglas que limiten lo que alguien puede hacer para conseguir la pelota, y se permite cualquier maniobra o forma de empujarse unos a otros. Es la locura en su forma más desatada: dos enormes hordas indistinguibles que se enfrentan en un cuerpo a cuerpo colectivo y caótico. Como es de esperar, son frecuentes las lesiones; cuando ocurren, los participantes levantan la mano para indicar una pausa y darle tiempo a la persona para salir del enorme scrum. Sólo se detiene el partido cuando hay fracturados o desmayados, y en la historia del Lelo Burti las personas fallecidas por problemas del corazón sobrepasan las doscientas.

     El juego termina una vez que la pelota es llevada al otro lado del arroyo, y el único premio en el juego es la pelota, aunque el orgullo y el honor de ganar es lo más importante. No se puede lanzar ni pasar la pelota, que siempre se mantiene en los brazos de alguien; el juego es tan caótico y tan intenso que la pelota sólo la ven quienes están inmediatamente cerca de la misma, mientras el resto forma parte de la enorme marea humana que empuja y golpea, por eso es casi imposible ver la pelota durante el partido y  la mayoría de los jugadores, que ni siquiera llegan a tocar la pelota, tienen como tarea principal empujar el scrum gigante para mover la masa hacia el arroyo de llegada. Cuando los jugadores necesitan aire, descansar o tomar agua, salen del amontonamiento, descansan y luego vuelven.

     Después del “partido” el equipo ganador no se lleva el balón a casa, sino que lo lleva al cementerio y lo coloca en la tumba de algún vecino  fallecido el año anterior. Para eso, antes del partido, cada equipo elige a qué fallecido de su comunidad le llevará el balón como homenaje y, camino al cementerio, los ganadores pasan previamente por la casa de la familia del fallecido para rendirle honores. En la casa del fallecido, su familia prepara una gran mesa con comida y vino (“el vino nunca es suficiente”, dicen los georgianos), y todos son bienvenidos a brindar, felicitar a los ganadores y rendir homenaje a los muertos. Después de brindar, el equipo ganador y todos quienes quieran acompañar se dirigen hacia el cementerio. Una vez allí, el enorme balón se coloca frente a la lápida, se encienden velas y todos muestran su respeto con un par de minutos de silencio. Luego hay una fiesta más grande (a la que llaman “supra”) en la que cualquiera puede participar y que comienza luego de la bendición del sacerdote, una oración y un nuevo brindis.

     La intensidad y la violencia física del Lelo Burti es intimidante; Lelo Burti es anacrónico, anarquista, sin leyes, sin disciplina, sin táctica, sin entrenamiento previo, sin profesionalización: “el deporte más salvaje del mundo”, dicen orgullosos los georgianos.

     En 2019 Lelo Burti obtuvo el status de Patrimonio Cultural de Georgia, y el seleccionado de rugby de Georgia es conocido en el mundo del rugby como “Los Lelos” en clara referencia a este juego que forma parte de la idiosincracia georgiana.

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