Las cachetadas del general George Smith Patton, el “cowboy” que caía en la imprudencia

Estricto hasta la crueldad, valiente hasta lo temerario, George Smith Patton (1885-1945) era un personaje temido y reverenciado dentro del ejército norteamericano. Por lo bajo sus subalternos lo llamaban “Old Blood and Guts” (“el viejo sangre y tripas”, literalmente, pero Guts es una expresión de reconocido coraje). Además, creía en la reencarnación y sostenía que podía comunicarse con sus ancestros, remontándose a los barones ingleses que firmaron la Carta Magna. También fue un reconocido esgrimista, un notable jugador de polo y excelente navegante, haciendo recibido reconocimiento por salvar a varios náufragos con su yate.

Atleta olímpico, su primera acción reconocida fue la participación de la expedición punitiva a México en 1916, persiguiendo a Pancho Villa por su ataque a los Estados Unidos. En 1919, conoció a Dwight D. Eisenhower, con quien mantuvo una larga y a veces conflictiva relación amistosa. Ambos sirvieron con distinción durante la Primera Guerra Mundial en Francia. En este conflicto, Patton comprendió la importancia del uso de tanques, que se convirtió en una de sus especialidades.

Tanto Eisenhower como Patton fueron condecorados por sus servicios, pero mientras el primero era conocido por su dedicación y esfuerzo, Patton predicaba con el ejemplo, era un caudillo, un “cowboy” que muchas veces caía en la imprudencia.

Una de sus acciones más discutidas fue en 1932 cuando debió reprimir a veteranos de guerra que reclamaban un reconocimiento justo por sus servicios. Este episodio es conocido como “They Bonus Army”. Aunque lo hizo bajo protesta, cumplió las órdenes de dispersar violentamente a los excombatientes, impartidas por el general Douglas MacArthur, a fin de no romper la cadena de mandos.

Al comienzo de la Segunda Guerra, fue nombrado brigadier general al mando del Segundo Cuerpo Blindado y participó en la campaña del norte de África. Sin embargo, la oportunidad de lucirse llegó cuando se le encomendó el mando del 7° Ejército Norteamericano con la responsabilidad de llevar adelante la invasión de Sicilia. Esta se llevó a cabo en julio de 1943, un año antes del desembarco en Normandía a cargo de Eisenhower. Esta operación estratégica tenía como objetivo debilitar el poderío nazi en Europa con una maniobra de pinzas.

Patton, inspirado en los grandes conquistadores de la historia, tenía la oportunidad de demostrar su valía y no estaba dispuesto a desperdiciarla. Los choques frecuentes con el comandante británico Sir Bernard Montgomery y el general Theodore Roosevelt Jr. generaban tensión entre los mandos superiores, llegando incluso a discutir ante los subalternos, lo que no era un buen ejemplo de liderazgo.

El 3 de agosto de 1943 visitó un hospital de campaña en medio de una feroz campaña para tomar Messina. En la oportunidad vio a un soldado temblando en un rincón. Patton preguntó a los médicos qué pasaba con este hombre que no estaba herido. Patton no esperó la respuesta y se dirigió al soldado, un tal Charles Kuhl, para saber qué problema tenía. Éste se encogió de hombros y le dijo al general que no estaba herido sino “nervioso”.

Uno de los médicos dijo que Kuhl había sido admitido por un estado de “ansiedad psiconeurótica, moderada a severa”. Patton no pudo con su genio, lo maldijo, lo trató de cobarde, lo abofeteó con sus guantes, lo tomó por el cuello y le pegó una patada en el trasero, sacándolo a empujones del hospital, ordenando que lo enviasen inmediatamente al frente.

Esa noche escribió en su diario: “Es el único cobarde del ejército… las compañías deberían lidiar con estos hombres, deberían ser fusilados por cobardes después de un juicio sumario”.

Pero resultó ser que no era el único “cobarde” de su ejército.

Siete días más tarde, mientras visitaba otro hospital de campaña, encontró al soldado Paul Bennet agobiado por un cuadro de “fatiga de combate”. Patton, una vez más, se acercó al hombre temblando y con fiebre, quien, en su opinión, estaba en condiciones de combatir, y le preguntó qué le pasaba. “Estoy nervioso, no aguanto más el bombardeo”, contestó el soldado. Una vez más Patton se salió de sus casillas. Lo abofeteó y le espetó: “Eres un maldito cobarde, déjese de llorar… No voy a permitir que hombres valientes mueran en su lugar”, y lo volvió a abofetear con tanta fuerza que hizo caer su casco.

“Va a volver al frente en este mismo momento… pero vuelves a pelear porque si no lo pongo frente a un pelotón de fusilamiento… debería dispararte en este momento por cobarde…”, y en ese momento desenfundó su famosa pistola de cachas de marfil y le apuntó a la cabeza. Fue entonces cuando intervino el coronel Currier para separarlos. Patton se fue del hospital a los gritos ordenando que el soldado Bennet volviese inmediatamente al frente.

Una reacción intempestiva como esta no podía pasar desapercibida y enseguida llegó a los medios y a oídos de Eisenhower, que bien conocía a Patton desde hacía 25 años y sus reacciones extemporáneas.

“Debo dudar de vuestro buen juicio y autodisciplina …Usted pone en dudas el futuro valor de sus decisiones”.

Después de una conversación con Eisenhower, personalmente pidió disculpas a los soldados y a los médicos que presenciaron el incidente. La presión de los medios probablemente actuó para impedir que Patton estuviese a cargo de tropas durante el desembarco en Normandía a pesar de su experiencia en maniobras anfibias tanto en el norte de África como en Italia. El general Omar Bradley ocupó su lugar en Francia.

Cuando el soldado Kuhl fue entrevistado, declaró que Patton estaba desgastado y dijo “creo que también sufrió un poco de fatiga de combate” y, muy probablemente, tuviese razón.

Pesaban sobre Patton distintos cargos, como la orden de no tomar prisioneros, de desobedecer órdenes directas, de hacer comentarios racistas y antisemitas, de opinar que no deberían pelear contra los nazis sino contra los soviéticos… Algunos especialistas opinaron que estas conductas se debían a los múltiples traumatismos craneanos que había sufrido, especialmente practicando polo.

Patton, ¿era o se hacía ? Nunca se sabrá porque cuando murió en una accidente de autos en 1945, no se practicó una autopsia …

Pidió ser enterrado junto a sus soldados, y por esa razón su tumba está en Luxemburgo y no en Arlington.

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Esta nota también fue publicada en Ámbito

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