Beatles, Stones y las revoluciones cantadas

Revolution apareció el 26 de agosto y Street Fighting Man el 31 de agosto. En ambos casos las canciones fueron editadas primero en EEUU, y en ambos casos fueron lanzadas como un disco simple: Revolution fue el lado B de “Hey Jude” y Street Fighting Man fue el lado A (el tema principal) del simple de los Stones. En el caso de la canción de los Beatles, cuya letra fue escrita por John Lennon, fue editada en Inglaterra una semana después, y una segunda versión, que se llamó “Revolution 1”, fue incluida en el “White album” (1968). La canción de los Stones, cuya letra fue escrita por Mick Jagger, fue incluida en el álbum “Beggars Banquet” (1968), pero como simple recién fue editada en Inglaterra en 1971.

     Revolution fue criticada y fustigada por el progresismo combativo de la época, mientras que Street Fighting Man fue recibida con elogios tanto en el ámbito de la cultura hippie como en el de la militancia estudiantil, que aún no había apagado el fuego del Mayo francés.

Revolution (letra en español)

Dices que quieres una revolución

Bueno, tú sabes

Todos queremos cambiar el mundo

Me dices que es evolución

Bueno, tú sabes

Todos queremos cambiar el mundo

Pero cuando hablas de la destrucción

Sabes que no puedes contar conmigo

Sabes que estará bien

Bien, bien, bien

Dices que tienes una solución verdadera

Bueno, tú sabes

A todos nos encantaría ver el plan

Me pides una contribución

Bueno, tú sabes

Estamos haciendo lo que podemos

Si deseas dinero para la gente con mentes que odian

Todos lo que te diré es: hermano, tienes que esperar

Sabes que estará bien

Bien, bien, bien

Dices que cambiarás la constitución

Bueno, tú sabes

A todos nos encantaría cambiar tu cabeza

Me dices que es la institución

Bueno, tú sabes

Mejor libera tu mente

Pero si vas llevando cuadros de Mao

No vas a hacerlo con nadie de ninguna manera

Sabes que estará bien

Bien, bien, bien, bien

Street Fighting Man (letra en español)

Por todas partes escucho el sonido de marchar, cargando pies, chico

Porque el verano está aquí y es el momento adecuado para pelear en la calle, chico

Pero, ¿qué puede hacer un pobre chico?

Salvo cantar para una banda de rock’n’roll

Porque en la somnolienta ciudad de Londres

Simplemente no hay lugar para un peleador callejero

No

¡Oye! Creo que es el momento adecuado para una revolución palaciega

Pero donde vivo, el juego para jugar es una solución de compromiso

Bueno, entonces, ¿qué puede hacer un pobre chico?

Salvo cantar para una banda de rock’n’roll

Porque en la somnolienta ciudad de Londres

Simplemente no hay lugar para un peleador callejero

No

¡Oye! Dijo que mi nombre se llama perturbación

Gritaré y gritaré, mataré al rey, criticaré a todos sus sirvientes

Bueno, ¿qué puede hacer un pobre chico?

Salvo cantar para una banda de rock’n’roll

Porque en la somnolienta ciudad de Londres

Simplemente no hay lugar para un peleador callejero

No

   Los dirigentes de la izquierda, ubicados por entonces en el foco de la escena “callejera”, acusaban a los Beatles de querer “salvaguardar su inversión capitalista”, mientras consideraban que la canción de los Stones era la de “uno de los nuestros”. Los medios cercanos a la derecha, en cambio, elogiaban el texto “maduro y pacifista” de los Beatles y tenían miradas variadas sobre el tema de los Stones, sobre cuya letra decían cosas variadas: desde que era “una incitación a la violencia” hasta que no era más que “basura adolescente”; en EEUU se prohibió su difusión por la radio por ser considerada “subversiva”.

     Pero las protestas y acciones contestatarias estaban de moda en Europa, y en los medios de comunicación de tendencia “progre” se leía: “los Stones, un poco ayudados por sus experiencias con la ley (habían sido arrestados por tenencia de drogas), han entendido que la autenticidad de su música requiere que se rehúsen a aceptar el sistema que jode nuestras vidas”, mientras que de la canción de los Beatles decían “es un lamentable grito de miedo pequeñoburgués”.

    El mismo John Lennon contestó a esas críticas en una carta abierta: “nunca dije que Revolution fuera revolucionaria. Muéstrenme alguna revolución que haya triunfado. Hasta que ustedes/nosotros no cambien/cambiemos vuestras/nuestras cabezas, no habrá oportunidad alguna. ¿Quiénes jodieron al cristianismo, al comunismo, al capitalismo, al budismo? Cabezas enfermas, nada más. Pensar que sólo se trata de una lucha de clases es no tener la cabeza abierta”.

    En este contexto, la cuestión parecía debatirse entre la revolución en la mente (Revolution) o la revolución en las calles (Street Fighting Man), entre la transformación personal o la transformación de las estructuras sociales, entre “paz y amor” o “destruye lo que te destruye”. Pero ese debate era más intelectual que otra cosa. En la realidad de la calle y de las clases populares, “quedaba bien” apoyar a los “incorrectos, indomables y rebeldes” Stones y no tanto a los “etéreos, aburguesados y pacíficos” Beatles. La realidad es que ni los Stones eran tan rebeldes ni los Beatles eran tan burgueses.

     Los acontecimientos externos tendrían gran influencia en Lennon a la hora de escribir la canción. En la primera mitad de 1968 se había producido una ofensiva norvietnamita, en Inglaterra se intensificaban las protestas contra la guerra, en abril había sido asesinado Martin Luther King en EEUU, la comunidad negra se rebelaba, los estudiantes ocupaban la Universidad de Columbia en New York y ni hablar del Mayo francés, con sus barricadas, huelgas y enfrentamientos callejeros. Lennon se deslizaba entre su amor y paz psicodélicos y el nuevo “Zeitgeist”, la rebelión y la lucha política. De hecho, quiso que Revolution fuera el lado A del single; McCartney y Harrison no estaban de acuerdo, y “Hey Jude” era un tema tan bueno que mandó a Revolution al lado B, cosa que Lennon terminó aceptando.

     “Todos queremos cambiar el mundo/Pero cuando hablas de la destrucción/Sabes que no puedes contar conmigo” reflejaba el mensaje de Lennon, que se negaba a seguir el llamado de la izquierda revolucionaria hacia la desobediencia civil; Lennon quería enfatizar la desconfianza ante las soluciones mágicas y la necesidad de “cambiar la cabeza”, sin perder la opotunidad de hacer una alusión negativa a Mao. Decía que no sólo había que oponerse a “lo obsoleto” o “al sistema” sino que había que estar a favor de algo y buscar propuestas para reemplazarlos.

     Mientras tanto, los Rolling Stones parecían ser los rebeldes por excelencia, una especie de izquierda rockera de los jóvenes (título que les adjudicaron muchos de sus fans) frente a la postura de “centro” de los Beatles. Jagger y Richards eran expertos en cultivar esa especie de glamour sedicioso; en ese contexto, sus “incorrecciones”, mayormente poco significativas, les daban mucho rédito entre los jóvenes. Comportarse en forma desafiante en programas de televisión, alentar desmanes en sus conciertos, hablar despectivamente de los músicos pop, orinar en la pared de una estación de servicio por habérseles negado el acceso al baño, desarrollar cierta misoginia lavada, tener problemas con la policía, todo eso les jugaba a favor a la hora de las preferencias de los sectores revolucionarios de Europa en esa época.

     Mick Jagger había estado en una manifestación de protesta en Londres contra la guerra de Vietnam en marzo de 1968; apenas fue reconocido en medio de la multitud, tuvo que salir corriendo, por lo cual fue más que breve su presencia allí. Sin embargo, esa experiencia inspiró gran parte de la letra de Street Fighting Man.     

    “Por todas partes escucho el sonido de marchar, cargando pies, chico/Porque el verano está aquí y es el momento adecuado para pelear en la calle” son palabras claramente combativas, pero enseguida dice “Pero, ¿qué puede hacer un pobre chico?/Salvo cantar para una banda de rock’n’roll/Porque en la tranquila ciudad de Londres/Simplemente no hay lugar para un peleador callejero”, como para que quede claro que tampoco es cuestión de ir tan lejos en la postura revolucionaria.

     Analizadas de manera aséptica, entonces, no deja de haber parecidos entre ambas canciones. Las dos tenían un sonido crudo, se acercaban al rock más duro pero tenían bases bluseras.

     Las dos canciones usaban términos comprometidos como “revolución”, “cambiar el mundo”, “mataré al rey” o “pelear en la calle”, pero ambas hacían inmediatamente aclaraciones como “Estamos haciendo lo que podemos”, “hermano, tienes que esperar”, “¿qué puede hacer un pobre chico… salvo cantar para una banda de rock’n’roll…” o “Simplemente no hay lugar para un peleador callejero”. La mirada inicial, instintiva, se abraza a los términos duros de las letras; bajo esas líneas, el análisis que llega después del entusiasmo y el puño cerrado encuentra en otros versos una autolimitación de esas supuestas pretensiones de cambiar las cosas. Una especie de gatopardismo sibilino; en definitiva, bastante británico.

     Ambas aparecieron en un momento que parecía pedir a estos referentes artísticos un respaldo a lo que sus fans vivían en las calles. Sólo ellos saben (o sabían) cuánto había en esas canciones de sus propias convicciones personales y cuánto de oportunismo o de moda; a veces se es “políticamente correcto” escribiendo cosas “políticamente incorrectas”.

     Al final de cuentas, como dice la archiconocida frase hecha: “no todo es lo que parece”.

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