El 7 de diciembre de 1941 el imperio japonés le dio un golpe artero al poderío americano en el Pacífico. Mucho se ha dicho sobre esta aviesa agresión en libros y películas, pero al día siguiente, a miles de kilómetros de distancia, Estados Unidos, después de un error inexplicable perdía docenas de aviones antes de comenzar una ofensiva contra el imperio. El responsable de este error fue, nada más y nada menos, que Douglas MacArthur.
La historia de MacArthur estaba íntimamente ligada a las Filipinas, ya que después de graduarse con honores en West Point viajó a las Filipinas con su padre, el general Arthur Mac Arthur, designado gobernador de las islas cuando estas aún eran una posesión norteamericana.
Después de servir valientemente durante la Primera Guerra Mundial en Francia (recibió 2 veces la Cruz de Servicios Distinguidos, 7 estrellas de plata y 2 corazones purpura, convirtiéndolo en el oficial más condecorado del ejército), Douglas fue destinado a las Filipinas donde sirvió de 1922 a 1930. En esos años fue ascendido a mayor general. Cuando este país accedió a una semi-independencia, el presidente Manuel L. Quezón solicitó que MacArthur fuese el nuevo general en jefe del ejército filipino. Durante ese tiempo habitó en el exclusivo Hotel Manila, un majestuoso edificio que no sufrió ningún daño durante los vastos bombardeos japoneses a esa ciudad. Se llegó a decir que los pilotos nipones tenían prohibido arrojar sus bombas sobre el hotel por el respeto que le tenían a MacArthur.
En 1941, el presidente Roosevelt lo convocó nuevamente a servicio en el ejército americano y tuvo a su cargo las fuerzas en el Pacifico sur.
La noche anterior al ataque de Pearl Harbor había sido avistado un convoy japonés navegando hacia el golfo de Siam. También habían detectado aviones no identificados volando sobre la base aérea norteamericana de Clark Field. Cuando el Estado Mayor de MacArthur se enteró del ataque a Pearl Harbor efectuado cuatro horas, el general Lewis H. Brereton –jefe de la fuerza aérea– solicitó permiso para bombardear Formosa (hoy Taiwán), pero MacArthur se lo negó alegando que no disponían de suficiente información sobre las bases enemigas. A lo largo de esa hora hubo algunos pequeños ataques aéreos en la zona, razón por la cual Brereton insistió en su pedido al que MacArthur se negó por segunda vez. Poco después, a las 10 de la mañana, MacArthur decidió que era momento de atacar y Brereton ordenó la reunión de los bombardeos en Clark Field ya que los tenía dispersos sobrevolando el monte Aráyat para evitar ser sorprendidos en tierra. Justo cuando aterrizaron para cargar bombas y combustible, 196 aviones japoneses atacaron a los aviones norteamericanos en tierra mientras éstas se preparaban para atacar a Formosa en pocas horas.
Los bombarderos japoneses volaron a gran altura para evitar el fuego antiaéreo y poco después, 34 Zeros realizaron ataques rasantes. Solo 3 P-40 americanos lograron despegar, que solo pudieron derribar a 2 Zeros japoneses.
El saldo fue devastador, en esos pocos minutos. Estados Unidos perdió 17 de los 35 bombardos B 17, 53 cazas P-40, 3 cazas P-35 y 30 aviones de menor envergadura. Hubo 80 muertos, 150 heridos y las instalaciones del aeropuerto quedaron inutilizadas.
Afortunadamente, ese mismo 8 de diciembre, la marina norteamericana había buscado refugio en Borneo, por entonces colonia holandesa. Para el almirante Thomas C. Hart el puerto de Manila no podía ser mantenido como base por la supremacía aérea lograda por los japoneses en esta incursión del 8 de diciembre.
Las fuerzas del imperio comenzaron a desembarcar en distintas partes de las islas y para Navidad tenían miles de hombres acechando a las fuerzas locales. El 2 de enero lograron entrar a Manila. La superioridad japonesa fue tal que el 12 de marzo el presidente Roosevelt le ordenó a MacArthur retirarse de la isla, cosa que hizo en botes torpederos en una huida casi cinematográfica. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase “Volveremos”, que le llevó casi 3 años cumplir.
¿Qué pasó esa fatídica mañana del 8 de diciembre? ¿Por qué MacArthur no aceptó la propuesta de su subalterno de atacar a los japoneses? ¿Por qué volvieron a estacionar a todos los aviones en tierra facilitando así la tarea destructiva de la aviación nipona?
Hasta los mismos japoneses se sorprendieron gratamente de la inactividad tanto ofensiva como defensiva de las fuerzas americanas. ¿Por qué no reaccionó MacArthur con su habitual astucia estratégica?
William Manchester, uno de los biógrafos del general, calificó a esto como “uno de los episodios más extraños de la historia militar norteamericana”. MacArthur fue superado por las circunstancias y su error costó vidas, cuantiosas pérdidas materiales y no poder contar con un lugar estratégico como Filipinas para abastecimiento de sus tropas y como punto de partida para atacar Japón.
Quizás por este evidente error de un comandante que se convirtió en héroe de la Segunda Guerra Mundial y de Corea, es que nadie quiere recordar los ataques de Clark Field.
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