Tikopia

     La isla más cercana a Tikopia es la aún más diminuta Anuta, que está a 137 km de distancia, tiene apenas 0,4 km2 y algo más de 200 habitantes. Las islas de mayor tamaño más próximas son parte de los archipiélagos de Vanuatu y las islas Salomón y están a 225 km de distancia. Así las cosas, siendo Tikopia una isla tan pequeña y tan alejada, la vida en ella sólo es posible con la utilización de los recursos propios de la isla. Situaciones similares de aislamiento han derivado en la desaparición de comunidades, pueblos y civilizaciones; lo ocurrido en la isla de Pascua es un claro ejemplo de ello. Pero eso no ocurrió en Tikopia.

     Tikopia fue colonizada por primera vez alrededor del año 900 a.C. por los lapitas (antepasados de los polinesios), por lo cual, a diferencia del resto de las islas de la Melanesia (cuyos pobladores son melanesios), los habitantes de Tikopia y Anuta son polinesios. Los tikopienses recién llegados talaron los bosques para obtener carbón vegetal, se dieron un festín con las aves marinas y las terrestres en épocas de cría e hicieron lo mismo con los mariscos, los peces, las tortugas de mar y los murciélagos. Así, en algo menos de mil años las poblaciones de cinco especies de aves de Tikopia fueron extinguidas y otras especies marinas y terrestres diezmadas severamente; ante esta situación, los habitantes de la isla vislumbraron que podían llegar a extinguirse. Así que hacia inicios de la era cristiana, agotadas esas fuentes alimentarias, su economía empezó a transformarse. Los tikopienses empezaron a dejar la agricultura de tala, dejaron de acumular carbón vegetal y empezaron a mantener los árboles que tuvieran bayas.

     Para compensar la pérdida de aves y mariscos, la población se dedicó a la cría intensiva de cerdos, que fueron traídos con muchísima dificultad de otras islas lejanas, a las que recurrieron en forma casi desesperada acuciados por la hambruna en ciernes. Hacia 1600, sin embargo, decidieron matar a todos los cerdos, debido a que los mismos asaltaban y destruían los huertos y cultivos y competían con los humanos por el alimento. Los tikopienses reemplazaron entonces las proteínas con el pescado y un consumo mucho más selectivo selectivo y prudente de mariscos y tortugas.

     Tikopia fue “descubierta” por los europeos en 1606. Sin embargo, su aislamiento hizo que la influencia europea en la isla resultara insignificante hasta el siglo XIX, ya que la llegada de los primeros misioneros fue en 1857. Los estudios más trascendentes sobre la isla fueron reportados por el antropólogo Raymond Firth, un etnólogo neozelandés que vivió en Tikopia entre 1928 y 1929. “A quien no haya vivido en esta isla le resulta casi imposible percibir su aislamiento del resto del mundo. Aún a la distancia máxima desde el centro de la isla hasta la costa nunca se deja de ver el mar. Una vez me preguntó uno de sus habitantes: ‘¿existe alguna tierra en la que no se oiga el mar?’” Para darse una idea, las referencias para ubicarse en la isla son “hacia el interior” o “hacia el mar”; por ejemplo, “tienes una mancha de tierra en la mejilla que da al mar” es una expresión habitual.

     Las pequeñas canoas de Tikopia no eran aptas para viajar por esa zona del Pacífico (donde son frecuentes los ciclones) para dirigirse a cualquiera de las islas “vecinas”. La reducida envergadura de las canoas y la escasa frecuencia de esos viajes (considerados por los tikopienses como “aventuras suicidas”) limitaba en gran medida la cantidad de bienes que podían importarse; de hecho, las únicas importaciones significativas eran las de piedra para fabricar herramientas, ya que la piedra de Tikopia es de baja calidad para fabricar utensilios. Importaban entonces obsidiana, vidrio volcánico, basalto y conchas marinas que llegaban después de varias escalas desde las islas Salomón, Bismarck o Samoa.

   No había posibilidad de importar alimentos básicos en cantidad suficiente para garantizar la subsistencia de los habitantes de Tikopia, por lo cual ellos mismos tenían que producir y almacenar alimentos en cantidad suficiente para evitar morir de hambre tanto durante la estación seca anual (mayo y junio) como cuando los ciclones destruían los huertos y cultivos, lo que ocurría a intervalos impredecibles (más o menos dos por año).

     Por lo tanto, sobrevivir en Tikopia exigió, a lo largo de tres mil años, haber resuelto dos problemas: cómo producir una provisión de alimentos suficiente para 1.200 personas y cómo impedir que la población creciera y alcanzara una cantidad de gente que resultara imposible de mantener con los recursos alimentarios propios.

      Tikopia está situada en una latitud no extrema, tiene un alto índice de lluvias y recibe algunas lluvias de cenizas volcánicas procedentes de volcanes de otras islas, y si bien un exceso de cenizas es perjudicial para los cultivos, en finas capas pueden ofrecer nutrientes a las plantaciones, ayudar a conservar la humedad y favorecer el crecimiento de algunas plantas. El resto dependía exclusivamente de lo que los habitantes de Tikopia hicieran por sí mismos.

     Prácticamente toda la isla estaba (y aún hoy lo está) gestionada para producir alimentos en forma continua y sostenible, utilizando para diferentes fines casi todas las especies vegetales de la isla, incluso la hierba y los árboles silvestres. La mayor parte de la isla está cubierta por un vergel con árboles que producen bayas, diversos frutos comestibles, cocos, árboles del pan y sagúes, ricos en almidón. En menor cantidad hay almendros, castaños de Tahití y nogales tropicales, jobos indios y antiaris (cuya corteza se usa para tejer). En los huertos se cultivan ñames, plátanos y plantas de agua. Los tikopienses diseñaron huertos de “varios pisos” de altura, que casi terminaban simulando un bosque tropical, pero con plantas en su gran mayoría comestibles. Además, las zonas despejadas sin árboles también eran (y aún son) aprovechadas para producir alimentos. Una de ellas era la marisma de agua dulce dedicada a cultivar el taro de pantano, y en otros terrenos se producían tubérculos en cultivo intensivo, entre ellos la yuca, que llegó de América del Sur en el siglo XVII en un aislado episodio migratorio.

     En cuanto a las proteínas, las obtenían de los patos, de los peces y mariscos, si bien el consumo de animales marinos estaba sujeto a la aprobación de los jefes, cuyo permiso era necesario para capturar o comer pescado, ya que se quería impedir el exceso de capturas. En Tikopia tenían además otro tipo de suministro alimentario de emergencia, que era la fermentación de los excedentes de los frutos del árbol del pan, produciendo una pasta rica en almidón que podía almacenarse por dos o tres años. Así, de esta manera, en Tikopia se aseguraban una provisión sustentable de alimentos.

     El otro requisito para que Tikopia pudiera sostenerse en el tiempo era que la población fuera estable y su número de habitantes no aumentara. En la época de la primera visita de los europeos (siglo XVII), éstos registraron que en Tikopia había unos 1.200 habitantes. En 1928, el mencionado Raymond Firth contó una cantidad de 1.278 habitantes. ¿Cómo es posible que la cantidad de habitantes, 300 años después, fuera casi la misma?

     Firth descubrió que había varios métodos de control demográfico que ya se usaban en la isla en 1928, basados en algo que podría definirse como una planificación familiar basada en la contracepción, que era practicada en Tikopia como conducta para impedir que la isla llegara a estar superpoblada y que tuviera más habitantes que los que sus tierras pudieran mantener.

   Los jefes de Tikopia celebraban todos los años un ritual en el que predicaban para la isla el “Crecimiento Cero de la población”. Los padres y madres de Tikopia consideraban que no estaba bien continuar dando a luz hijos cuando sus hijos mayores ya habían alcanzado la edad de casarse; adrmás, sólo al hijo mayor de cada familia se le permitía tener hijos.

  El método de contracepción empleado más sencillo era el coitus interruptus, pero no era el único; otro método empleado era el aborto, que provocaban pesionando o colocando piedras calientes sobre el vientre de la mujer embarazada próxima a término. En menor medida se practicaba el infanticidio, que perpetraban asfixiando, retorciendo el cuello o enterrando vivo en la arena al recién nacido. Además, los hijos menores de las familias que tenían pocas tierras permanecían solteros. Otro método era el suicidio, ya fuera por ahorcamiento (preferido por las mujeres) o nadando mar adentro hasta morir (preferido por los hombres). Otro método era el “suicidio virtual”, que ocurría cuando hombres o mujeres se exponían intencionalmente en las mencionadas “suicidas” travesías marítimas de las que sabían que probablemente no regresarían; estas travesías representaban la tercera parte de las muertes de los jóvenes solteros, sobre todo de las familias más pobres.

     La mayor parte de estos métodos para mantener en un número constante la población de Tikopia fueron desapareciendo o declinando durante el siglo XX debido a la influencia europea. El gobierno colonial británico de las islas Salomón prohibió las “travesías suicidas” y las misiones cristianas predicaron en contra del aborto, el infanticidio y el suicidio. Como consecuencia de ello, la población de Tikopia pasó de 1.278 en el año 1928 (conteo de Firth) a 1.723 habitantes en 1952, momento en que dos devastadores ciclones en un año destruyeron la mitad de las cosechas y ocasionaron una hambruna generalizada. El gobierno colonial británico de las islas Salomón envió alimentos e instó, para el mediano plazo, a que los habitantes de Tikopia aliviaran su superpoblación instalándose en las islas menos pobladas de las Salomón.

     En la actualidad, en Tikopia hay cuatro clanes, cada uno liderado por un jefe. Hay unas 20 pequeñas villas pobladas en la isla; todas las parcelas de la isla tienen dueño, pero si un huerto no se está utilizando, cualquiera puede plantar algo en él provisionalmente sin pedir permiso al propietario. Cualquiera puede pescar en cualquier arrecife, esté frente a su tierra o no. Y ante la adversidad (un ciclón) todos hacen frente a la misma por igual, sin distinción de linajes o de la cantidad de tierra que posean. El aislamiento y el reducido tamaño de Tikopia han exigido que la toma de decisiones sea siempre colectiva. Los clanes distribuyen los recursos entre su gente; sin embargo, en comparación a las islas de la Polinesia, Tikopia tiene jefes poco verticalistas que casi no hacen ostentación de poder. Por empezar, producen sus propios alimentos y cultivan sus propios huertos como todas las familias de la isla, custodian las tradiciones de la isla y mantienen los valores de su sociedad escuchando a los ancianos.

     Hoy en día, los jefes de Tikopia limitan la cantidad de habitantes de la isla a unas 1.200 personas, una cantidad similar a la que se mantenía de forma tradicional cuando el infanticidio y el suicidio estaban vigentes; ante la sobrepoblación, hoy en día lo más común es que los jóvenes emigren hacia islas cercanas o incluso hacia Australia o Europa.

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