Día D: el día más largo del siglo… o el último día de sus vidas

El 6 de junio de 1944 fue, para muchos, el día más largo del siglo y para otros, el último día de sus vidas. Por años los excesos cometidos en ese y los días subsiguientes, se mantuvieron en secreto para no dañar la imagen de “la generación dorada”, los soldados americanos que habían peleado para liberar Europa del yugo nazi.

La Operación Overlord fue el desembarco más grande realizado en la historia de la humanidad. Solamente ese día, más de 5000 naves transportaron 156.000 soldados aliados que enfrentaron las defensas alemanas en las playas de Normandía. Más de 50.000 soldados de la Wehrmacht custodiaban esas costas con más de 170 cañones dispuestos a repeler el ataque.

Para despistar sobre los posibles lugares de desembarco, los aliados habían puesto en práctica la Operación Bodyguard, engañando al enemigo sobre la ubicación de las tropas, la cantidad de fuerzas con las que contaba y los distintos puntos donde habrían de llegar. Al final, los sitios se redujeron a cinco playas llamadas Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword.

Las tropas del ejército de los Estados Unidos caminan a tierra en la playa de Omaha, en el noroeste de Francia, durante la invasión del Día D

En alguno de estos lugares el desembarco pudo realizarse con pocos inconvenientes, pero Omaha resultó ser la playa mejor defendida y donde se produjeron 2.000 de las 10.000 bajas que le costaron a los aliados el primer día de la invasión.

Si bien los aliados llevaron un registro preciso de sus bajas, los muertos alemanes se estiman entre 4.000 y 9.000. Un amplio margen de error. ¿Por qué esta diferencia? La explicación fue dada por el historiador Anthony Beevor, quien recogió el testimonio de soldados ingleses y americanos que enfrentaron en Normandía a algunas de las divisiones más fanatizadas de las Waffen-SS.

A fin de reducir la resistencia de los alemanes, aviones aliados bombardearon la zona bloqueando los caminos de salida tanto para las fuerzas de la Wehrmacht como para la población francesa. La ciudad de Caen fue atacada por el aire a lo largo de 48 horas. En esos días murieron más de 2.000 civiles, pero muy pocos soldados alemanes ya que habían abandonado la ciudad. Muchos testigos consideraron este ataque como un crimen de guerra. Entre los críticos de dicha estrategia se encontraba William Douglas Home (el hermano del futuro Primer Ministro británico), quien fue arrestado por las protestas elevadas ante dicha atrocidad, ya que además de las muertes civiles, las tropas ingleses saquearon el museo de la ciudad.

Entre los aliados imperaba un espíritu retaliatorio. Los soldados eran instigados a matar “KRAUTS”, nombre con el que se referían despectivamente a los alemanes. Los comandos eran provistos de cuchillos de caza para degollar a los enemigos. Sus oficiales, antes del desembarco o de saltar en paracaídas, exhibían el cuchillo que llevaban en la bota. “Quiero que lo claven en el corazón de los inmundos nazis”, le ordenaban a sus subordinados. Los paracaidistas del 82 Airborne fueron instruidos a no tomar prisioneros. ¿Por qué? “Van a enlentecer nuestro avance”, fue la respuesta. Los soldados del Airborne 101 recibieron la misma orden. “Solo maten a los bastardos”, les decían sus oficiales.

Las tropas de asalto estadounidenses en una lancha de aterrizaje, cerca de la playa de Utah

Los alemanes que se rendían eran ejecutados en el lugar. Un grupo de soldados americanos coleccionaba las orejas de los soldados alemanes asesinados, como antaño sus ancestros lo habían hecho con los Pieles Rojas. Después de la mutilación, se dedicaban a robar anillos y pertenencias de las víctimas.

La 6ta división británica de paracaidistas no se quedó atrás. De un batallón alemán nunca pudo conocerse el paradero de 192 de sus hombres. El rumor extraoficial sostenía que sus cuerpos habían sido arrojados al río Dives. Por tal razón nunca se supo realmente cuántos alemanes murieron ese 6 de junio.

Obviamente, los nazis también participaron de esta furia asesina, seguían las ordenes de Hitler, la “Kommandobefehl” (La Orden de los Comandos): los invasores debían ser ejecutados en el mismo lugar donde eran capturados.

Los miembros de la 12.ª SS División Panzer Hitlerjugend, el grupo más fanatizado de nazis, tristemente célebres por las barbaridades cometidas en el frente ruso, mataron a sangre fría a todos los heridos británicos en Cambes cuando reconquistaron el pueblo. Las acusaciones se cruzaron, pero la realidad fue que muy pocos miembros de los SS pudieron sobrevivir a Normandía.

“Los únicos alemanes buenos son los alemanes muertos” escribió uno de los soldados americanos a su familia en Minnesota. “Nunca odie de esta forma antes… quizás esté algo loco (off my nut), pero ¿quién no lo está? Probablemente sea lo mejor”.

Esta foto de archivo tomada el 6 de junio de 1944 muestra a los soldados de las fuerzas aliadas que aterrizan en Normandía

Se tiene la falsa impresión (propagada por las películas sobre ese día, el más largo del siglo) que en pocos días los aliados conquistaron Normandía. Esto no fue así, porque la resistencia fue feroz. La invasión se extendió hasta fines de agosto, cuando las fuerzas aliadas lograron colocar casi 3 millones de combatientes en Francia, mientras los alemanes destinaron 1 millón de hombres para frenar el avance de sus enemigos.

Mientras los aliados sufrieron 200.000 bajas, los alemanes tuvieron el dobles de bajas a lo largo de esos tres meses. Las muertes entre los civiles franceses ascendieron a 35.000.

Los médicos americanos registraron 30.000 casos de neurosis traumática. Las condiciones de combate y las barbaridades que presenciaron dejaron a estos hombres fuera de combate. Los casos registrados por la Wehrmacht fueron mucho menos, probablemente porque las autoridades creían que dicho diagnóstico menoscababa el espíritu de lucha del soldado alemán.

La guerra de Normandía fue una batalla de fanáticos. Eran nazis que defendían sus conquistas y morían con un Heil Hitler! entre sus labios, mientras los aliados estaban dispuestos a vengar a sus compañeros de cualquier forma posible, sin conceder la posibilidad de rendirse. Como escribió un testigo de la barbarie: “Parecen monos…”.

Entre los aliados imperaba un espíritu retaliatorio. Los soldados eran instigados a matar “KRAUTS”, nombre con el que se referían despectivamente a los alemanes. Los comandos eran provistos de cuchillos de caza para degollar a los enemigos. Sus oficiales, antes del desembarco o de saltar en paracaídas, exhibían el cuchillo que llevaban en la bota. “Quiero que lo claven en el corazón de los inmundos nazis”, le ordenaban a sus subordinados. Los paracaidistas del 82 Airborne fueron instruidos a no tomar prisioneros. ¿Por qué? “Van a enlentecer nuestro avance”, fue la respuesta. Los soldados del Airborne 101 recibieron la misma orden. “Solo maten a los bastardos”, les decían sus oficiales.

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