William Walker, de filibustero a inmortal

Lo concreto es que después de su viaje a Europa, William Walke decide dedicarse a la política y a tal fin estudió derecho en New Orleans donde ejerció como abogado, además de escribir para el Daily Crescent, periódico antiesclavista y liberal.

En esa ciudad conoce a Ellen Galt Martin, una joven de la sociedad local, quien se convierte en su prometida. La pareja estaba a punto de casarse cuando estalla una epidemia de fiebre amarilla y Ellen muere en los brazos de su novio. Profundamente afectado por este trágico desenlace, Walker queda marcado para siempre y decide reiniciar su vida en busca de nuevas emociones que amalgama con sus ideales políticos ya que adhirió vehementemente a la doctrina del “destino manifiesto”, propugnada por sus connacionales. De acuerdo a esta ideología, los norteamericanos debían expandir su nación a territorios vecinos, sea comprándolos, negociando su anexión o, llegado el caso, recurriendo a la vía militar. Estos últimos que propugnaban la incorporación de tierras por la fuerza eran llamados “filibusteros“.

Walker dejo atrás Nueva Orleans, ciudad que solo le traía malos recuerdos y buscó otros destinos. Como tantos otros norteamericanos, emprendió el camino al oeste. En California se dedicó al periodismo. Preso de un espíritu melancólico y con ciertas inclinaciones suicidas, pronto se involucró en una serie de conflictos que lo llevaron a duelos, y hasta a ser condenado a prisión por expresar su disenso con el manejo de la justicia. Esta exposición pública lo convirtió en una especie de héroe local. También adhirió a la opinión de varios norteamericanos que era un deber nacional anexar México, o al menos las áreas vecinas. A tal fin reclutó a 50 individuos de los más variados orígenes, pero que tenían en común la búsqueda de aventuras. En la Baja California declaró la constitución de una nueva nación que concitó la atención en los EEUU. Otros 230 nuevos “filibusteros” se unieron a esta campaña. A pesar de una serie de contratiempos, Walker se proclamó presidente del Estado de Sonora el 18 de enero de 1854.

Mientras Walker y sus filibusteros estaban muy ocupados creando una nueva nación, el presidente Santa Anna le vendía a los EEUU una franja de la Baja California recuperada por Walker quien fue declarado como transgresor de las leyes federales por el gobierno de su país de origen.

Lentamente, las fuerzas filibusteras se fueron diluyendo a pesar de los esfuerzos de Walker de imponer el orden, ejecutando a los insubordinados. Al final, el efímero presidente del Estado de Sonora, fue apresado y juzgado en San Francisco por violar las leyes de su país. La elocuente defensa de Walker del concepto del “destino manifiesto” logró convencer al jurado que lo exculpó.

Walter encontró una nueva excusa para volver a las andadas cuando se descubrió oro en California. Como para llegar hasta allí por norteamericana era un camino largo y peligroso, muchos escogían la vía marítima, cruzando por Panamá. Sin embargo, Nicaragua se convirtió en una opción algo más larga pero más económica de llegar a San Francisco. Cornelius Vandervilt, el magnate de los ferrocarriles, adquirió los derechos para atravesar al país centroamericano por su compañía Accesory transit Company. En 1851 se podía viajar de New York a San Francisco, vía Nicaragua, en 25 días.

Ante el convulsionado panorama político del país centroamericano y el súbito interés norteamericano para unir los dos océanos, Walker decidió intervenir y juntó 56 individuos a fin de iniciar su campaña de integración, este grupo heterogéneo autotitulado “Los Inmortales“, y viajo a Nicaragua. Corría el año 1855 y el país se encontraba dividido políticamente entre legitimistas y demócratas. Estos últimos eran liberales a favor de un acercamiento a EEUU, mientras los primeros eran conservadores católicos que eran afectos a la influencia británica. Vale aclarar que los ingleses tenían bajo su dominio una jurisdicción llamada Reino de la Mosquitia (o Misquitia) desde 1740, un enclave comercial a orillas del Caribe que aseguraba el traslado de mercaderías inglesas al Pacífico.

Walker y sus inmortales desembarcan en el puerto “El Realejo” y se entrevista con Francisco Castellón Sanabria, líder democrático, opositor a los designios del presidente Fruto Chamorro Pérez (patriarca fundador de la familia que de una forma u otra dominaría la policía nicaragüense por más de un siglo), Castellón le concede a Walker el grado de coronel de la “Falange Democrática” a la que incorpora a sus “Inmortales“, dispuestos a derrotar a Chamorro y los conservadores. La Falange (de escasos 200 hombres) ataca a la ciudad de Rivas. El combate es casa por casa con una heroica resistencia de los legitimistas locales, quienes sucumben al poder de fuego de las Colt americanas. Si bien Walker y su falange se imponen, la guerra es sin cuartel, con fusilamiento de prisioneros y pillaje generalizado.

La victoria atrae a más simpatizantes de la causa democrática y pronto llegan a 300 hombres oriundos de otras naciones como el prusiano Bruno von Natzmer y el americano Byron Cole. Las intenciones de Castellón eran implantar un régimen con el apoyo anglosajón para construir un canal interoceánico. La intervención del gobierno hondureño complica el panorama, de por sí preocupante por las muertes de los combatientes víctimas de las enfermedades tropicales que sembraban más óbitos que las balas. Entre las bajas estaba la del mismo Castellón. Ante la acefalía de la facción demócrata Walke aprovecha r para convertirse en líder de este grupo. Con el apoyo de refuerzos norteamericanos se establecen en Granada, donde organizan a sus combatientes bajo una férrea disciplina para evitar saqueos o excesos. A fin de incrementar su poder, Walker, nombrado general en jefe del ejército de Nicaragua, impone el terror, amenazando con ejecutar a los familiares de los legitimistas.

El gobierno norteamericano a fin de no evitar el conflicto con Inglaterra, entorpece el accionar de Walker, impidiendo la incorporación de simpatizantes oriundos de los Estados del Sur de USA. A esto se suma la resistencia de los países vecinos que agravan la situación de Walker, comprometida por la falta de apoyo de Vanderbilt.

La intervención del presidente Porras de Costa Rica y la invasión a Nicaragua más la derrota de las tropas de Walker en la segunda batalla de Rivas, hace más difícil aún la posición de los inmortales, incrementando la deserción de muchos combatientes que rechazaban la férrea conducta de Walker.

Una epidemia de cólera hace retroceder al ejército costarricense. Esta efímera tregua es aprovechada por Walker para convertirse en presidente mediante elecciones fraudulentas, en las que votaban más de cuatro veces el número de habitantes del distrito. Durante su juramento como primer mandatario, expresa su intención de formar una liga de naciones centroamericanas y de incorporar a Cuba a su esfera de influencia. Si bien el gobierno de Washington rechazaba la postura de Walker, su figura concitaba la atención de sus coterráneos que celebraban el empoderamiento de su persona, como la encarnación del “Destino Manifiesto“.

La situación en Nicaragua se ponía más complicada por la falta de apoyo económico. Ante este panorama Walker instaura la esclavitud y confisca los bienes de opositores.

La coalición de naciones centroamericanas volvió al ataque, aunque los conflictos entre sus distintos líderes evitaban la efectividad necesaria para contrarestar las acciones contra Walker. Cuando sus fuerzas fueron derrotadas en San Jacinto y parecía que era el fin de esta aventura, inesperadamente llegó la ayuda de Charles Frederick Henningsen, que ponía un contingente de 300 hombres al servicio del presidente de Nicaragua. Envalentonado con este nuevo apoyo Walker emprendió con poca fortuna una nueva ofensiva. Obligado a retroceder Walker ordenó la destrucción de Granada.acto que fue muy impopular

Su antiguo aliado, Cornelius Vanderbilt y Gran Bretaña prestaron apoyo a los gobiernos centroamericanos en su lucha contra Walker. Sobrepasado por los acontecimientos, el 1ro de mayo de 1857 Walker firmó la claudicación y emprendió el retorno a Nueva Orleans después de casi dos años de intensa lucha en la que mil de sus filibusteros y 5.000 centroamericanos habían perdido la vida.

Lejos de amilanarse y con el apoyo de parte de la población de USA que consideraba a Walker como un héroe, este volvió a organizar una expedición a fines de 1857. Sin embargo, naves norteamericanas y británicas impidieron que atracase en suelo nicaragüense.

Apoyado por los estados esclavistas Walter pudo organizar otra expedición, pero la nave que llevaba a sus fuerzas encalló frente a Belice.

Ninguna derrota ni contratiempo parecía frenar a Walker quien, nuevamente, al frente de cien hombres intenta una nueva conquista esta vez coronada por el éxito, con la toma de Puerto Trujillo. Una vez más los británicos intimaron su rendición. Acorralado, casi sin hombres y enfermo fue capturado por las tropas hondureñas y condenado a ser fusilado. Dos sacerdotes católicos (fe que había abrazado durante la contienda) lo acompañaron hasta el paredón, donde terminó su vida de aventuras, bajo le excusa de imponer el destino manifiesto de una nación que terminó dándole la espalda a sus intrépidos proyectos.

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