Wifredo Óscar de la Concepción Lam y Castilla nació en Sagua La Grande (Cuba) el 8 de diciembre de 1902 y murió en Paris (Francia) el 11 de septiembre de 1982. Hijo de un chino cantonés, Enrique Lam – Yam, y de Ana Serafina Castilla, una mulata criolla (descendiente lejana del conquistador Alvar Nuñez Cabeza de Vaca), fue el productor plástico vanguardista más importante de su país natal del último siglo que acabamos de dejar atrás.
Estudió en la Escuela de Pintura y Escultura de La Habana y, luego, gracias a una beca, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Fue alumno del pintor Sotomayor, de quien aprendió las técnicas del retrato mientras miraba al detalle los trazos de las pinturas de El Bosco, Velázquez y Goya.
En esa ciudad española se casó con una conquense -Eva Píriz-, tuvo un hijo y contempló el nacimiento de la República mientras veía morir de tuberculosis a su recién formada familia. Durante esos días conoció a los escritores más importantes de esa época: García Lorca (1998 – 1936), Valle – Inclán (1866 – 1936), Miguel Ángel Asturias (1899 – 1974) y a Alejo Carpentier Valmont (1904 – 1980).
En la primavera de 1938 decidió viajar a Paris donde conoció a Picasso. “Incluso si no hubieras venido con la carta de Manolo en el bolsillo, te hubiera visto por la calle y habría pensado: quiero ser amigo de ese hombre”, le dijo Pablo a Wilfredo cuando, a través del escultor Manolo Hugué, se encontraron por primera vez.
La entrada de los nazis en la capital francesa llevó al cubano a un nuevo exilio. En esa ocasión a Marsella. Ahí se codeó con André Bretón y Benjamin Péret y se enroló al tardo surrealismo. Durante ese período dibujó sin tregua -y desde su subconsciente- extrañas figuras inspiradas en el mundo vegetal y animal, las cuales Bretón eligió para ilustrar su poema “Fata Morgana”.
Para 1941 Lam volvió a Cuba -en lo que sería un nuevo exilio- y comenzó a elaborar lo mejor de su obra. Durante esos días estableció conexión con “las vanguardias étnicas“, como las denominó Catherine David (la primera mujer nombrada directora artística de Documenta en 1997), pero “dándoles un fondo social, influencia posiblemente de Higinio Pedroso, un poeta cubano contemporáneo suyo”.
Mágico, esotérico, fantástico; chino, afrocubano y español: Wifredo Lam fue es y será un artista transcultural que cuestiona la violencia de la colonización haciendo de su pintura “un acto de descolonización no física sino mental“, como él supo decir desde su silla de ruedas en 1980 durante el funeral de su gran amigo Alejo en su Cuba natal.