Hijo de un violinista (Giambattista Vivaldi), padre e hijo recorrían Venecia tocando juntos. Antonio tocaba el violín con un talento especial; mientras tanto estudiaba sacerdocio, y fue ungido sacerdote en 1703, a los 25 años. Como su padre, tenía el pelo de color rojizo intenso, por lo cual lo apodaron “el cura rojo”. Más inclinado hacia la música que a las obligaciones religiosas, en 1704 logró que lo dispensaran de dar misa por razones de salud. Sus síntomas (“strettezza di petto”) han sido interpretados como asma bronquial (lo más probable), aunque podrían haberse debido a una angina de pecho.
Obtuvo un cargo en el hospicio Pío Ospedale della Pietá, donde ejerció como profesor de niños abandonados o huérfanos. Vivaldi les fomentaba el interés musical y les enseñaba violín, logrando en muchos casos formar excelentes instrumentistas que pudieron ganarse la vida con la música. La mayoría de las obras de Vivaldi fueron compuestas mientras trabajaba allí. Sin embargo, su relación con el consejo de administración del Ospedale tenía momentos de tensión. La junta tenía que votar todos los años sobre la conveniencia de mantener a los maestros en su cargo, y la votación sobre Vivaldi no siempre era unánime. Así, en 1709 la votación resultó en su contra, y quedó afuera. Después de ejercer un año como músico independiente lo llamaron para que regresara, esta vez con voto unánime; claramente durante su ausencia de un año la junta se dio cuenta de la importancia de su trabajo allí.
En 1713 los directores del hospicio le encargaron la composición de diversas obras sacras y litúrgicas, siendo las más importantes los oratorios “Moyses Deus Pharaonis” y “Juditha Triumphans”, en la que las partes cantadas fueron interpretadas por chicas del Ospedale.
En esa misma época empezó a escribir óperas para el teatro veneciano. Y resultó que la ópera (por entonces muy popular en Venecia) demostró ser más rentable para Vivaldi, que al parecer empezaba a tener más interés por las cuestiones mundanas como el dinero y la fama que por los votos sacerdotales. Y así fue como Vivaldi se convirtió en empresario del Teatro San Angelo en Venecia.
En los años siguientes, Vivaldi escribió varias óperas que fueron representadas por toda Italia, y los gobernadores venecianos le encargaban dos conciertos al mes. Viajó mucho y escribió óperas en y para Roma y Mantua, y su prestigio como compositor y sus obras fueron muy alabadas e imitadas. Escribió más de 500 conciertos, compuso más de 40 óperas y muchas obras vocales sacras (entre ellas su famosa “Gloria”), además de gran cantidad de obras instrumentales.
Quizá Arcángelo Corelli haya creado el modelo del “concierto italiano”, pero fue Antonio Vivaldi quien demostró hasta dónde se podía llegar con él. El talento de Vivaldi como violinista y orquestador queda demostrado en los papeles desafiantes que les da a los instrumentos tanto en su función solista como en conjunto. Ayudó mucho a eso el talento de los intérpretes del Ospedale, que lograron excelsas combinaciones instrumentales así como el desarrollo de solos deslumbrantes.
Charles de Brosses dijo de él; “¡presume de componer un concierto tan deprisa que el copista no alcanza a escribirlo!”
Sus obras vocales y sus obras sacras solistas y corales combinan lo sublime con una energía desbordante, y muestran muchas de las extravagancias de su manera de componer.
Indudablemente su obra más trascendente es “Las Cuatro estaciones”, cuatro conciertos (Primavera, Verano, Otoño e Invierno) para violín y orquesta. Estos conciertos forman parte de una colección de doce conciertos presentada en Amsterdam en 1726 con el título “El fundamento de la armonía y la invención” (curioso título, hay que decirlo). Cada uno de los conciertos de “Las Cuatro Estaciones” iba acompañado de un soneto ilustrativo impreso en el libro de partituras del violín principal, con una temática correspondiente a cada estación. No se conoce al autor de estos poemas, aunque se especula con que podría haberlos escritos el propio Vivaldi. Estos conciertos figuran entre los conciertos más grabados de la historia.
Ya transformado en empresario operístico, Vivaldi se asoció con la cantante Anna Giraud, que apareció en muchas de sus óperas, la mayoría exitosas. Sin embargo, fue expulsado de Ferrara en 1737 luego de un conflicto en el que se mezclaban algunos contratos poco claros, su relación con Giraud (que fue calificada de escandalosa por los chismes que nunca faltan) y la negativa a componer una misa aduciendo su imposibilidad de hacerlo a causa de un recrudecimiento de su asma bronquial.
Después del fracaso de taquilla de algunas de sus óperas, comenzó a perder el afecto del público. Como muchos compositores contemporáneos, en los últimos años de su vida Vivaldi pasó dificultades económicas. Sus composiciones ya no tenían tanta estima como antes en Venecia, ya que habían cambiado rápidamente los gustos musicales y eran consideradas pasadas de moda. Vivaldi tuvo que vender un número considerable de sus manuscritos a precios ínfimos para financiar su viaje a Viena. Finalmente, contrae una grave infección que lo lleva a la muerte el 28 de julio de 1741 en Viena, y fue enterrado en una fosa común.