Frederic Chopin, una vida al compás de la marcha fúnebre

El 17 de octubre de 1849, murió Chopin de tuberculosis, enfermedad que consumió a tantos otros artistas románticos del siglo XIX. Aún sus momentos más felices estaban signados por esta enfermedad, ya que sus días en Mallorca con su amante, la escritora Aurore Lucile Dupin (más conocida como George Sand) tenían la intención de mejorar su quebrada salud.

Después de cortar con Aurore, Chopin viajó a Inglaterra, donde el clima y el exceso de trabajo desmejoran su estado físico. Volvió a París agotado, se sentía enfermo y le costaba levantarse, apenas pudo dedicarse a componer la que sería su última obra, la Mazurca en fa menor (Opus 68 Nº 4). Su hermana Ludwica Jędrzejewicz viajó a París para asistirlo. Fue ella quien impidió el reencuentro con George Sand.

Como último deseo, Chopin pidió entregar la mayor parte de su obra al fuego. Afortunadamente, nadie cumplió dicha petición. Lo que sí respetaron fue el pedido de enviar su corazón a Varsovia. Los íntimos sabían que Chopin tenía pánico de ser enterrado vivo, razón por la cual, horas después de su fallecimiento en la Place Vendôme Nº 12, su corazón fue removido y enviado a la Iglesia de la Santa Cruz, en Varsovia. Para su conservación, fue colocado en un recipiente repleto de coñac.

El corazón de Chopin

El encargado de hacer la autopsia y extirpar el corazón fue el doctor Jean Cruveilhier, un destacado anatomista, que además firmó el certificado de defunción, consignando el diagnóstico de tuberculosis. Sin embargo, Jane Stirling, una aristócrata escocesa admiradora de Chopin, le envió una carta a Franz Liszt en la que sostenía que los pulmones del compositor polaco estaban menos afectados que el corazón y que Cruveilhier habría dicho que se trataba de “una enfermedad que nunca había encontrado previamente”.

A esta misteriosa afirmación se agregó la historia que, muchos años después, durante la Segunda Guerra Mundial, un soldado alemán se habría llevado el corazón del músico antes que la Iglesia de la Santa Cruz fuese quemada junto a los demás templos de Varsovia. Esta orden provino del general de la SS Erich von dem Bach-Zelewski (el oficial nazi que llevó adelante la represión del levantamiento de Varsovia), que habría ordenado rescatar al corazón de Chopin. Después de 1945, habrían devuelto el corazón a la cripta ¿Era este el corazón de Chopin? ¿Cuál era “la misteriosa enfermedad”? ¿Había muerto Chopin de tuberculosis? Muchas dudas que no tenían una respuesta certera.

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El corazón de Chopin está en Polonia, pero su tumba está en Francia
El corazón de Chopin está en Polonia, pero su tumba está en Francia

 

En abril del 2014, el frasco que contenía el músculo cardíaco de Chopin fue sometido a un estudio forense. No fue fácil llegar a esta instancia. Los descendientes de una de las hermanas de Chopin, el director del Instituto Chopin y el arzobispo de Varsovia, se negaron alegando que hacer el estudio de ADN y la histopatología de esta pieza, sería “como una profanación”.

Al final, el análisis fue realizado por los profesores Tadeusz Dobosz y Michael Witt, que afirmaron que el corazón “estaba cubierto por una fina capa de material fibroso blanco y además eran visibles pequeñas lesiones”. Esta observación llevó a la conclusión de que Chopin sufría de tuberculosis pulmonar y una pericarditis (inflamación de las capas que recubren al corazón) de la misma etiología, causa inmediata de su muerte.

El corazón del gran músico polaco hoy reposa en esta Iglesia de Varsovia, mientras su cuerpo yace en el cementerio de Père Lachaise, París, donde fue inhumado 13 días después de su muerte, para facilitar que llegasen al entierro parientes y amigos de otras partes de Europa.

El 30 de octubre de 1849, 3.000 personas acudieron al funeral celebrado en la Iglesia de la Madeleine, donde se ejecutó el réquiem de Mozart, además de la famosa marcha fúnebre.

Sus alumnos y admiradores donaron 15.000 francos para erigir un mausoleo, diseñado por el escultor Auguste Clésinger. La obra representó la imagen de Euterpe, la musa de la música. Pronto, esta tumba se convirtió en lugar de peregrinación de sus admiradores y coterráneos, además de encuentro de citas de amores furtivos que dejaban sus cartas a los pies de la musa, un homenaje a la relación sentimental que unió a Chopin y Aurore Dupin en uno de los romances más famosos de la historia.

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funebre

 

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