Sus ancestros fueron esclavos, indios Cherokee e hijos indeseados de “relaciones impropias” entre blancos y su servidumbre.
No conoció a su padre hasta los tres años, porque éste sirvió en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial y le negaron el permiso para ver a su primogénito. Su madre, Lucille, debió arreglárselas sola para criar a su hijo James Marshal “Jimi” Hendrix (nacido Johnny Alllen Hendrix, el 27 de noviembre de 1942).
Después de ser dado de alta del ejército, el padre reencontró a su familia en Berkeley (California), pero el alcohol y la pobreza impidieron que la pareja pudiese convivir, y menos tener los medios para alimentar a los cinco hijos, de los cuales tres terminaron siendo dados en adopción. Con el único de sus hermanos con el que Jimi mantuvo un vínculo más estrecho fue con León. Cuando la pareja se divorció, los dos mayores fueron dados en custodia al padre. Fue en esa época que Jimi obtuvo un ukelele con una sola cuerda, instrumento que aprendió a ejecutar de oído.
Poco después murió su madre de cirrosis, pero su padre les impidió a los hijos asistir al funeral. En su lugar les dio una botella de Whisky, “Ya son hombres y deben aprender a lidiar con la pérdida”.
A los quince años, Hendrix se compró su primer guitarra acústica 5 dólares, y pasó horas escuchando y viendo a otros guitarristas como B.B. King. En 1959 formó su primera banda, The Velvetones.
Después de haber sido condenado por el robo de un automóvil, a Jimi Hendrix se le dio a elegir entre la cárcel y el ejército… y eligió el ejército. En 1961 completó su entrenamiento como paracaidista en el legendario 101ª División Aerotransportada, pero no había que ser muy perspicaz para entender que la milicia no era para él; el informe del sargento del pelotón consignó: “Nunca ha tenido, ni tendrá interés en el ejército. Creo que el servicio militar se beneficiaría de licenciarlo lo antes posible”.
En septiembre de 1963, viviendo en Tennessee, formó una banda llamada King Kasuals y fue entonces que comenzó a ejecutar con los dientes, como lo había visto hacer a Butch Spines y Alphonso Baby Boo. Jimi contaría años más tarde, que no era raro encontrar en los escenarios pedazos de dientes.
De aquí en más comienza su legendaria carrera que en cuatro años y con cuatro discos lo llevaría a ser el músico mejor pago y el guitarrista más célebre del Rock.
Tocó con Little Richard y Curtis Knight y en 1966 fue a Inglaterra donde, curiosamente, vivió en la misma casa que Haendel. Bajo la conducción de Linda Keith ( la novia en aquel momento del guitarrista de The Rolling Stones Keith Richards), en pocos meses la música de The Jimi Hendrix Experience estaba entre los Top Ten.
En un concierto en la Universidad de Westminster conoció a Eric Clapton (al que llamaban “el Dios de la guitarra”, que quedó impresionado por su forma de ejecutar.
En noviembre del ’68 compartió el escenario del The Bag O’Nails de Londres con John Lennon, Paul McCartney, Jeff Beck y Pete Townshend. Después de esta presentación le hicieron el primera entrevista para Record Mirror titulada “Mr. Phenomenon”.
En el Festival de Monterrey quemó su guitarra al terminar el show, inmortalizado en una de las fotos más famosas del rock and roll.
Sin embargo, la historia lo recordaría por su ejecución durante Woodstock del himno americano The Star Spangled Banner, una versión controvertida, tan furiosa como la guerra que se peleaba en Vietnam.
Jimi ganaba fortunas que despilfarraba en drogas, especialmente en LSD. El alcohol se convirtió en el azote de su existencia, llevándolo a tener ataques de ira y violencia. En un hotel de Suecia rompió una ventana y le pegó a su amigo Paul Caruso y su novia Carmen Borrero debió ser suturada después de ser atacada por el músico con una botella de vodka en un ataque de celos.
En el aeropuerto de Toronto fue detenido por poseer heroína y hachís. Debió pagar U$S 10.000 de multa y esperar 7 meses para el juicio.
El 17 de septiembre de 1970 pasó su última noche con Monika Dannemann, una conocida patinadora alemana que lo había acompañado a New York y Londres. Esa noche, en el Hotel Samarkand de Lansdowne Crescent (Notting Hill), Jimi tomó anfetaminas, y como no podía conciliar el sueño ingirió nueve barbitúricos. Como no se despertó, Dannemann llamó a una ambulancia que transportó a Hendrix al Hospital St. Mary Abbot, donde fue declarado muerto por aspirar su propio vómito durante su período de inconsciencia.
El cuerpo de Jimi Hendrix fue embalsamado y 13 días más tarde llevado a Seattle (Washimgton). Su amigo Eric Burdon se rehusó a asistir al entierro, porque decía que Jimi odiaba Seatle.
Más de 200 personas concurrieron. El momento más emotivo se produjo cuando el Reverendo Blackburn dijo: “Debemos recordar al gran guitarrista en el Cielo”. Una de sus novias, Dolly Dagger, intentó arrojarse a la tumba abierta.
Jimi había dejado abundante material sin editar. Su padre, Al Hendrix, con la asistencia de Microsoft Corporation ganó los derechos por las obras de su hijo y administrar su patrimonio de 30 millones de dólares.
Desde el 2000 existe el Experience Music Project que vende millones de dólares en memorabilias de Hendrix.
Su tumba se convirtió en un templo, donde también están enterrados su padre (fallecido en 2002) y su madrastra. Miles personas visitan su tumba cada año, dejando flores, guitarras, notas y, a veces, alucinógenos para aliviar su viaje hacia el otro mundo, como las monedas que los griegos ponían sobre las personas fallecidas para pagar la nave de Caronte. Jimi encontraba muy divertida esta devoción a los muertos. “Once you’re dead, you’re made for life”[1], solía decir.
[1] Algo así como “Una vez que estás muerto, estás hecho de por vida”