Tintoretto, el último gran pintor del Renacimiento italiano

Este genio veneciano es el pintor de quienes aman la literatura, según sentenció la novelista norteamericana Mary McCarthy. Visitar Venecia y caer rendido ante su obra, como le ocurrió a Sartre, a Oscar Wilde o a Henry James, seguirá siendo inevitable.

Si Diego de Velázquez, gran admirador de Tintoretto, no hubiera conocido la pintura del veneciano no nos habría dado, por ejemplo, esos dioses griegos.

En su taller estudiaba con auténtica obsesión las copias que poseía de algunas esculturas de Miguel Ángel. Con similar interés trabajaba sobre figurillas para dominar la perspectiva desde todos los ángulos posibles. Construía maquetas completas como si de un escenario teatral se tratara; iluminaba las figuras a través de diferentes tejidos, y finalmente colgaba las maquetas del techo. Así conseguía sus famosos juegos de luces y sombras, así modelaba el espacio y conseguía que el tiempo entrara a formar parte del cuadro.

En el estilo de Tintoretto se funden el dibujo de Miguel Ángel, conocido en el Véneto gracias a la escuela manierista que allí se había creado, y el colorido esplendoroso de Tiziano, culmen de la tradición colorística de Venecia, que tiene sus raíces en la tradición bizantina de los mosaicos y que sigue Giorgione.

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