El general Antonio Imbert Barrera, quien fue presidente de la República Dominicana y era el último superviviente de los participantes en la conspiración que terminó en el asesinato de Rafael Trujillo, dictador del país durante décadas, falleció el 31 de mayo en su casa en Santo Domingo. Tenía 95 años.
La causa fue una neumonía que se complicó, según su sobrina Carmen Imbert Brugal.
El presidente Danilo Medina decretó tres días de luto nacional en honor al general, considerado un héroe por el asesinato. También reconoció “su conducta valiente en planear la muerte del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina el glorioso 30 de mayo de 1961, abriendo las puertas a la democracia”.
Imbert fue empresario. Provenía de una familia de renombre en Puerto Plata, al norte del país, y tuvo puestos importantes durante el gobierno de Trujillo. En 1956, su hermano, Segundo, terminó en prisión tras una redada contra enemigos del dictador. Fue cuando cambió de bando.
“El único modo de librarse de él era matándolo”, dijo Imbert a la BBC en 2011.
Imbert se sumó a la conspiración cuando ya estaba planeada, según Bernard Diederich, que escribió un libro sobre el asesinato en 1978, The Death of the Dictator. En el plan participaron 14 personas, según la sobrina de Imbert.
La noche del 30 de mayo de 1961, Trujllo dejó la capital en un Chevrolet Bel Air azul claro. Conducía su chofer y se supone que iba a verse con su amante cerca de la ciudad de San Cristóbal. Siete de los conspiradores, que conocían la ruta de antemano, se dividieron en tres autos que estacionaron a lo largo de la ruta costera que lleva a San Cristóbal.
Imbert conducía uno de los autos con tres de sus socios. Cuando el Bel Air del dictador los rebasó, Imbert lo persiguió. Sus cómplices abrieron fuego con ametralladoras, quebraron así el cristal trasero e hirieron a Trujillo, según le contó dos días después el chofer a Diederich.
Trujillo le pidió que detuviera el vehículo y salió. Se defendió con un revólver calibre 38 mientras “le caía la sangre por la espalda”, según recordó el conductor, el capitán Zacarías de la Cruz. El conductor también respondió al fuego con las armas que llevaba.
Imbert y sus acompañantes salieron del vehículo y se cubrieron, según publicó The New York Times en 1965.
“Avanzamos los cuatro, arrastrándonos”, citaba el diario. “Trujillo estaba de pie delante del auto, gritaba, asustando, imagino. Estaba herido de bala en el hombro izquierdo”.
“Estaba en el suelo, a pocos metros de él”, dijo Imbert. “Apunté mi revólver y disparé dos veces. Una bala le dio en la barbilla. Se cayó de espaldas, debió morir inmediatamente. No se movió más”.
Los atacantes se llevaron el cuerpo de Trujillo. Al conductor, que recibió siete disparos, lo dieron por muerto. Cuando recobró la conciencia, estaba solo.
“Encontré la gorra militar del Generalísimo junto a mí, en el césped”, dijo el conductor a Diederich. “Brillaba la luna. La noche era clara”.
Los días que siguieron, el hijo de Trujillo, Ramfis, asumió el mando del país y todos los conspiradores excepto dos fueron asesinados. Solo Imbert y Luis Amiama Tió lograron escapar.
El cónsul honorario de Italia, Francisco Rainieri, amigo cercano, le dio refugio en la embajada. Salió de su escondite en 1961.
Imbert y Amiana fueron declarados héroes nacionales. Nombraron general a Imbert en agradecimiento por su participación en el magnicidio.
En el lugar se erige un monumento en su honor.
Antonio Cosme Imbert Barrera nació en Puerto Plata el 3 de diciembre de 1920. Fue el tercero de los cuatro hijos de Segundo Manuel Imbert Mesnier, contable y político, y María Consuelo de la Barrera Steinkopf, ama de casa.
Imbert, que creció en Puerto Plata, se hizo piloto. Nunca fue a la universidad y desempeñó varios trabajos entre los que estuvo el de administrador de una planta de cemento y encargado de una fábrica de productos cítricos antes de convertirse en gobernador y en director de la lotería nacional.
En enero de 1962, después de salir de su escondite, formó parte de una junta de siete miembros que gobernó el país hasta 1963. Después participó en un golpe contra el presidente Juan Bosch y tras su derrocamiento, Imbert formó parte de una junta militar que dirigió el país. Fue nombrado presidente en 1965, un puesto en el que estuvo cinco meses.
Los años que siguieron al asesinato, Imbert vivió bajo amenazas constantes de los simpatizantes del dictador y requirió de guardaespaldas. En 1967 trataron de asesinarlo y no lo consiguieron. Regresó a un alto cargo en el gobierno en 1986 al convertirse en ministro de Defensa del gobierno de Joaquín Balaguer.
La primera esposa de Imbert, Guarina Tesón, murió en un accidente de avión en el que también fallecieron su hija, Leslie, y su hermana, Aída. Uno de sus hijos murió por complicaciones derivadas de la diabetes.
Le sobreviven su esposa, Giralda Busto, y sus hijos Antonio, que fue comandante de la policía, y Óscar. Un sobrino, al que adoptó, 31 nietos y siete bisnietos.
Durante años, Imbert recordó su papel en el asesinato de Trujillo con una celebración privada. Cada 30 de mayo se ponía los zapatos cafés y el reloj que llevaba la noche que asesinó a Trujillo.