El abuelo de Liszt era de origen magiar, y un músico aficionado que se instaló en el pueblo de Raiding (actualmente Hungría), donde trabajó para el príncipe Esterházy. Allí nació Franz el 22 de octubre de 1811.
Su padre, Adam, también era aficionado a la música y conoció personalmente a Haydn, quien también trabajó para Esterházy. En el castillo de esta familia pudo conocer a Joham Hummel, y hasta el mismísimo Beethoven.
A los seis años, Franz Liszt tomó las primeras clases de piano con su padre, quien reconoció la capacidad musical de su hijo. Sus primeras composiciones datan de cuando Franz tenía 8 años. En 1819 realizó su primera actuación en público y de allí en más, comenzó una carrera meteórica como niño prodigio. En 1820 fue presentado en la corte del Príncipe Esterházy, donde impresionó a todos por su destreza en la ejecución de piezas complicadas a primera vista.
Su debut en Viena fue un éxito que le permitió acceder a los círculos más exclusivos de la ciudad, donde conoció y trató a Beethoven y Schubert.
Mientras viajaba haciendo exhibición de sus habilidades e improvisando sobre temas que el público le solicitaba, publicó su primera obra “Variaciones sobre un vals de Diabelli”, realizada a pedido de Anton Diabelli, quien además de compositor era editor. Ya Beethoven había escrito sus 33 variaciones Diabelli (curiosamente este músico es conocido por las variaciones sobre su música que no solo compusieron Liszt y Beethoven, sino también Schubert, Hummel y Czerny).
En 1823 la familia Liszt se instaló en París, pero el joven Franz no fue aceptado en el conservatorio, ya que entonces solo permitían el estudio a franceses.
Franz aprovechó el tiempo para aprender idiomas, ejercitarse en la ejecución de piezas de Bach y familiarizándose con el piano fabricado por Sébastien Érard, dotado de un sistema de doble escape.
Su popularidad creció enormemente tras las presentaciones en el Theatre Italienne. Con su padre viajó a Inglaterra, donde causó sensación.
Vuelto a París, estudió composición con Anton Reicha y Ferdinando Paër.
En 1825 Liszt se atrevió a componer una ópera, “Don Sancho, o el castillo del amor”, que no logró suscitar interés. Fue una de las pocas incursiones en el campo de la lírica (donde paradójicamente se destacaría su yerno, Richard Wagner).
En esta época comenzó a tener crisis religiosas, que con los años lo llevarían a tomar los hábitos franciscanos, pero hasta entonces, alternó sus ataques de religiosidad con una intensa vida amorosa.
En 1827, Franz se enfermó y para recuperar su salud fue a Boulogne Sur Mer, ciudad conocida por los argentinos, donde casi 25 años más tarde, moriría el Libertador San Martín.
Sorpresivamente, el 28 de agosto, su padre falleció a causa del tifus. Adam fue enterrado en esa ciudad, y Liszt nunca visitó su tumba. Ese día finalizó su carrera como concertista de niño prodigio propulsada por su progenitor.
La liberación de la tutela de su padre, lo llevó a buscar nuevos horizontes, estuvo un tiempo sin componer para dedicarse a cultivar su espíritu y crecer, conociendo personalidades como Víctor Hugo, Lamartine, Heine y Berloiz, cuya música impresionó al joven músico, destinado a tener una de las carreras musicales más notables del siglo XIX.