No todos pueden superar el trauma de perder ambas piernas en un accidente. Douglas Bader las perdió cuando apenas había cumplido los 21 años. Sin embargo, no era la primera adversidad que enfrentaba en su vida: su padre había muerto durante la Primera Guerra Mundial. Atleta consumado y capitán del equipo de rugby de su colegio, en 1923 Douglas ingresó a la Royal Air Force (RAF) en la Escuela de Cranwell, donde estuvo entre los mejores alumnos de su promoción.
El adolescente fue famoso entre sus compañeros por su talento en acrobacias aéreas, y un fatídico 14 de diciembre de 1931 accedió a hacer una demostración volando a escasa altura. En una desafortunada maniobra, el ala de su Bristol Bulldog rozó el suelo, el avión cayó y las piernas de Douglas quedaron atrapadas entre los restos de la nave. A pesar de la pronta atención y del esfuerzo del Dr. Leonard Joyce, uno de los mejores cirujanos de Inglaterra, ambas piernas debieron ser amputadas. En un momento, incluso, temieron por su vida. Tras una larga recuperación en la que se hizo adicto a la morfina, Douglas se puso en contacto con un antiguo ingeniero aeronáutico, Marcél Dessouter, que también había perdido una pierna en un accidente. Marcel había fundado una sociedad dedicada al diseño y fabricación de prótesis de aluminio, y Bader fue el primer cliente de la empresa en requerir prótesis bilaterales.
Muñido de ellas, Douglas logró lo que todos consideraban imposible, caminar sin la ayuda de muletas. Pero no solo eso: pudo conducir un automóvil, jugar al golf y, en especial, volvió a volar. A pesar de su buena voluntad, la RAF lo separó del servicio activo y le otorgó una pensión.
Después de esa expulsión, durante siete años Douglas Bader trabajó en una compañía petrolera y contrajo matrimonio con Thelma Edwards, quien sería su devota esposa durante 37 años.
El comienzo de la Segunda Guerra Mundial le dio a Bader la oportunidad de volver a volar. Inglaterra estaba acosada y necesitaba desesperadamente de pilotos, tuviesen o no tuviesen piernas. Durante el primer vuelo con el novedoso Spitfire, Bader tuvo un accidente, aunque en esta ocasión solo debió arreglar sus prótesis. Al frente de la Escuadrilla 222, Bader cubrió la retirada de las tropas británicas en Dunkerque, donde derribó el primer avión alemán de los 20 que derrocó durante la contienda.
Douglas Vader fue uno de aquellos pocos a los que tanto debió Gran Bretaña en los oscuros días de la Batalla de Inglaterra, defendiendo a su patria del acoso de la Luftwaffe, razón por la cual recibió la Orden del Servicio Distinguido.
Obsesionado por la posibilidad de caer en el Canal de la Mancha y que sus “piernas de latón”, como lo llamaban sus colegas, actuasen como lastre, decidió llenarlas de pelotitas de ping-pong para que estas lo asistiesen a flotar. Durante el próximo vuelo, al lograr altura de crucero, creyó ser atacado por una nave enemiga al escuchar una ráfaga de disparos. Al cabo de unos minutos de desconcierto, se percató de que no había aviones alemanes a la vista, sino que las pelotitas estallaban por la descompresión. Entonces, para evitar más sustos, finalmente dejó este curioso “salvavidas” de lado.
Especialista en estrategias aéreas, diseñó la disposición Big Wing para defenderse de las incursiones de los bombardeos alemanes, y más adelante, el “cuatro dedos”, la formación de 4 aviones que fue adoptada en el mundo entero.
En 1941 su avión fue derribado en territorio francés, curiosamente cerca de donde estaba sepultado su padre. La fama de este piloto sin piernas había llegado a oído de los alemanes, que fueron a visitar a este especial “As” del aire. Entre sus admiradores estaba Adolf Galland, el más famoso de los Ases alemanes -quien después de la guerra viviría un tiempo en Argentina. Este no solamente ordenó que Douglas Bader fuese tratado como su invitado, sino que permitió que un avión británico no fuese atacado para poder entregar sus “piernas de latón” a Bader.
Sin embargo, los alemanes restringieron el acceso del piloto a esta prótesis a causa de sus reiterados intentos de escapar. Su única obsesión era volver a Inglaterra y aún sin las piernas artificiales intentó huir. Liberado por las tropas norteamericanas, volvió a Inglaterra para regresar a la acción, aunque esta autorización no le fue concedida. Douglas ya era parte de la historia y Gran Bretaña no podía darse el lujo de perder una leyenda viviente. El 15 de septiembre de 1945 le fue concedido el permiso para dirigir el desfile aéreo sobre Londres, celebrando la victoria. Luego de ese año Bader abandonó la RAF, volvió a trabajar para la petrolera y fue nombrado caballero en 1976. Tras participar en un torneo de golf, murió de un infarto, en 1982.