Nancy Wake, la espía británica conocida como Ratón Blanco

Nancy Grace Augusta Wake nació en Nueva Zelanda el 30 de agosto de 1911. En sus venas corría sangre maorí. De joven fue a vivir a Australia, pero a los 16 años, después de la muerte de su padre, se fugó del hogar y aprendió el oficio de enfermera. Con 200 libras que había heredado de una tía viajó a New York y después a Londres, donde se convirtió en periodista. Estaba viviendo en Marsella con su marido, el industrial Henri Fiocca, cuando los nazis tomaron París. Enseguida se unió a la resistencia, más precisamente al grupo O’Leary, una organización que asistía a los pilotos aliados caídos tras las líneas enemigas a trasladarse a España. Más de 5.000 pilotos pudieron volver a Inglaterra gracias a esta organización furtiva al mando del oficial médico Albert Guerrisé apodado, justamente, Albert O’Leary.

Nancy fue un activo miembro que eludió la búsqueda de la Gestapo, una y otra vez. Los nazis la llamaban Ratón Blanco, y pusieron precio a su cabeza: 5.000.000 francos. Cuando el gobierno de Vichy le ofreció información a los alemanes, eludir la vigilancia de los nazis se convirtió cada vez más difícil para Nancy, razón por la cual decidió fugarse a España, dejando atrás a su marido, para desde allí viajar a Inglaterra y unirse a los servicios especiales donde se destacó por su puntería y resistencia.

En 1944 fue enviada a Francia, más precisamente a la provincia de Auvernia para preparar a la resistencia a fin de crear un frente en el interior del país y distraer recursos alemanes mientras los aliados desembarcaban en Normandía. Después de un accidentado lanzamiento en paracaídas se contactaron con Émile Coulaudon, el líder de la resistencia local para orquestar la colaboración con los Aliados.

Las fuerzas especiales británicas comenzaron a distribuir armas y dinero que eran lanzados en paracaídas detrás de las líneas enemigas. Wake era la encargada de coordinar estas entregas para después distribuirlas entre los maquis. También asistió a la resistencia a destruir puestos alemanes de importancia estratégica. Los nazis, enterados de los movimientos de los hombres de Coulaudon, atacaron su base en Mont Mouchet obligándolos a retirarse. En 3 días debieron caminar más de 150 kilómetros. Como necesitaban una radio para comunicarse con Londres y coordinar las entregas de material, Wake se vio obligada a buscar una en Châteauroux recorriendo en bicicleta 500 kilómetros en 72 horas. Afortunadamente no se topó con ninguna patrulla alemana.

Los norteamericanos comenzaron a enviar instructores, pero no hablaban bien francés, por lo que ella ofició de traductora. Bajo las órdenes de Henri Tardivat participó de una serie de intercepción a convoys alemanes y un ataque al cuartel de la Gestapo en Montluçon. Fue allí donde mató a un centinela alemán con sus manos, desnucándolo con una toma de judo-chop. Más adelante ella misma confesó estar sorprendida de poder hacerlo.

En esta campaña llegó a liderar a 7000 combatientes franceses que ultimaron a más de 1.400 soldados alemanes. Wake solo perdió a 100 de los suyos.

Gracias a la invasión americana del sur de Francia, Wake pudo volver a Marsella. Allí se enteró de que su marido había muerto torturado por la Gestapo a fin de conocer la ubicación del Ratón Blanco. La noticia la consternó y nunca dejó de echarse la culpa.

Nancy volvió a Inglaterra, donde recibió la George Medal británica, la Medal of Freedom americana, la Médaille de la Résistance francesa y tres veces la Croix de Guerre. Trabajó para el ministerio de aeronáutica británico, participó de misión diplomática y finalmente volvió a Australia donde se dedicó a la política.

Desafortunadamente no pudo acceder a puestos electivos al perder por un escaso margen de votos. En 1957 se casó con un oficial de la RAF y se retiró a Port Macquarie cerca de Brisbane, Australia. Allí publicó sus memorias, que tienen como título El Ratón Blanco.

Recién en el año 2004 aceptó las distinciones de los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda, que hoy pueden verse en el Australian War Memorial de Canberra. Sus últimos años los pasó en Londres donde, hasta poco antes de morir, en agosto del 2011, era frecuente verla tomar un Bloody Mary en el hotel St James’s de Piccadilly. Pidió que sus restos fuesen cremados y arrojados en Mont Mouchet donde había vivido esos inolvidables días de gloria.

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