Jorge Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires. Era hijo de Jorge Guillermo Borges -un abogado y profesor de Psicología- y de Leonor Acevedo, perteneciente a una familia de viejo abolengo.
El escritor se jactaba de tener una estirpe célebre por su coraje y parientes como Crisóstomo Lafinur. Decía haber nacido en la calle Tucumán, en la misma manzana en que vivió el escritor Estanislao del Campo, quien era tío de su abuelo. Además, su bisabuelo materno el coronel Suárez había luchado durante la victoria en la Batalla de Junín. Por parte paterna, Francisco Borges había sido un valeroso coronel que en 1874 formaba parte de los escuadrones derrotados en la batalla de la Verde. El coronel Borges por parte de madre era Lafinur.
La abuela de su padre, Frances Ann (Fanny) era inglesa de nacimiento, lo que explica su formación totalmente bilingüe y su afición por las letras anglosajonas. Sus influencias infantiles fueron decisivas para preparar el mapa de afinidades literarias y filosóficas del Borges adulto.
De pequeño, pasó su niñez entre jardines, bibliotecas, los bosques de Palermo y las lecturas de Stevenson con sus bucaneros “poblaron sus mañanas y dieron agradable horror a sus noches”, como diría más tarde el escritor.
Cabe destacar que Borges no asistió a la escuela hasta cumplidos los nueve años. Su educación, hasta entonces, estuvo a cargo de una institutriz inglesa que lo alentó en su vocación literaria. Su insistencia con los espejos -símbolo repetido en su narrativa- se remonta a la decoración mobiliaria de la casa en que transcurrió su primera infancia (en la calle que hoy lleva su nombre, y antes se llamaba Serrano), que tenía espejos de varios cuerpos, al estilo Hamburgo.
Tenía cierta fascinación zoológica -que luego derivó en imaginación literaria, como su obsesión por los tigres- se remonta a un dato biográfico no exento de cierta trivialidad: el niño Georgie vivía cerca del Jardín Zoológico de la Ciudad, que visitaba con frecuencia. Lentamente, esas imágenes de bisontes y tigres de Bengala se trasladaron a su ficción.
También Palermo, era barrio de compadritos y espíritu prostibulario, especialmente por los boliches que poblaban la rivera del arroyo Maldonado (hoy Av. Juan B, Justo).
Cabe mencionar que sus temporadas de verano en quintas de Adrogué también inspiraron el escenario de muchos de sus cuentos, entre ellos, la quinta de Triste-Le-Roy que aparece en su relato “La muerte y la brújula”, incluido en Ficciones.
Precozmente, en 1912, Georgie publica su primer texto narrativo, cuyo argumento gira en torno a la imagen del tigre. También traduce “El príncipe feliz” de Oscar Wilde, con sólo trece años de edad.
Dos años más tarde, acompaña a su familia en un viaje por varias ciudades europeas hasta establecerse en Ginebra, Suiza durante el conflicto bélico. Allí la familia se mudó un par de veces. En las estrechas callecitas de la ciudad vieja hay carteles que nos recuerdan donde vivió y hasta dónde compraba libros.
En esa ciudad empieza sus estudios de bachillerato e intensifica sus estudios de lenguas: latín, alemán y francés. En esta época conoce a muchos de sus autores predilectos, que influenciarán su escritura significativamente: Schopenhauer, Carlyle, Chesterton y Meyrink.
Luego de vivir alternativamente en Lugano (Argentina) y en Barcelona (España), en 1918 comienza a participar de círculos literarios y a publicar en revistas vanguardistas como Tableros, Grecia y Ultra. Mientras tanto, prepara algunos textos que nunca publicará: la serie de poemas “Los ritmos rojos” y los cuentos del volumen “Los naipes del tahúr”.
La infancia es un campo fértil donde crecen nuestros recuerdos y la imaginación, una instancia que en Borges guiará su obra.