Están circulando desde hace un año una serie de artículos donde se habla del secreto de los ojos de la Mona Lisa, cuando en realidad citan un artículo del Dr. Chistopher W. Tyler[1] publicado en JAMA Ophthalmology en el que se supone que Leonardo padecía un estrabismo divergente, llamado exotropía, afección que no lo invalidaba (ya que no veía doble). Al mirar con un solo ojo le permitía representar con más facilidad el “engaño óptico” que es el dibujo donde un mundo de tres dimensiones se plasma en dos.
Leonardo da Vinci no fue el único en tener estrabismo. Los casos más conocidos fueron Rembrandt y Durero, como se ve claramente en sus autorretratos. Más hacia nuestros días, Pablo Picasso también presentaba cierta tendencia a la exotropía.
La forma clínica de detectar un estrabismo es por el brillo que se forma en la cornea y la relación entre este brillo con la pupila. Esta observación que generalizó el Dr. Julius Hirschberg[2] a fines del siglo XIX es parte del examen oftalmológico de rutina. También se puede sensibilizar este examen anteponiendo primas para corregir el desvío (el llamado Test de Krimsky) y así cuantificar el defecto.
El problema en el caso de Leonardo da Vinci es que no existe consenso sobre cuál es el retrato del genio. El que se supone más antiguo es una escultura (llamada David) realizada por el maestro de Leonardo, Verrocchio, para la cual el joven discípulo posó.
En esta obra se aprecia que David tiene una exotropía… pero nadie puede decir si Verrocchio no desvío los ojos adrede. Por ejemplo, El Greco, al igual que Antonio Allegri da Correggio y otros artistas. Solían desviar los ojos de los individuos retratados para mostrar “la amplitud de miras” del sujeto.
Existe otro supuesto retrato de Leonardo que se exhibirá próximamente en Madrid (en la Biblioteca Nacional de España), es la Tavola Lucana, retrato descubierto en el año 2009 por Nicola Barbatelli. Según los expertos, esta obra reúne las condiciones históricas, artísticas y científicas para afirmar que era este el rostro del artista.
Como podrán apreciar, los ojos están alineados (aunque en un retrato de tres cuartos, algunos estrabismos pueden desaparecer o disimularse).
El autorretrato más conocido de Da Vinci es el realizado en tiza roja que se encuentra en la Biblioteca Real de Turín. Esta obra, hecha en 1513, terminó en manos de su fiel colaborador, Giovanni Francesco Melzi. A la muerte de Melzi, la obra fue vendida y desapareció hasta el siglo XIX cuando la adquiere Alberto de Saboya, quien la llevó a Turín. Este dibujo no está en buenas condiciones y no se puede apreciar el Hirschberg, ya que no se percibe bien el brillo del ojo derecho.
Hasta acá los autorretratos no reflejan claramente el supuesto estrabismo de Leonardo da Vinci.
Entonces, el Dr. Tyler recurre a las obras de Leonardo con la intención de mostrar que el maestro había trasmitido sus rasgos a los personajes retratados, como en el caso de Salvator Mundi, pintura recientemente reconocida como obra del maestro, en la que se percibe que al salvador del mundo “se le pianta un faro” hacia fuera.
Lo mismo afirma del San Juan Bautista expuesto en el Museo de Louvre. Aquí tampoco hay pruebas de que el pintor haya intentado reflejar sus rasgos (y defectos) en el santo.
Para hacer más complejo el tema, las exotropías pueden ser intermitentes o de grados variables según la labor que realiza el paciente y el cansancio que lo aqueja.
El Dr. Davide Lazzeri larga al ruedo otra conjetura. Como Leonardo era vegetariano, probablemente haya tenido un incremento de la homocisteína, afección que aumenta las trombosis venosas y otras afecciones circulatorias que supuestamente llevaron al genio a la tumba. De haber tenido alguna afección cerebrovascular, es probable que su estrabismos divergente haya empeorado, aunque se carece de pruebas concluyentes para abrazar esta hipótesis.
Vale aclarar que el estrabismo divergente de los artistas en nada asistió a su trabajo ni a su genialidad, más que ahorrarle el trabajo de, cada tanto, cerrar un ojo para plasmar el mundo real de dos dimensiones.
El mismo Dr. Tyler, en su artículo, confirma lo discutible de la propuesta. Sus apreciaciones suman especulaciones que sirven para meditar sobre la génesis de obras maestras en las que no solo participan el talento y las intuiciones del genio, sino también la enfermedad (o particularidades individuales) que influenciaron sus trabajos.
[1] Neurocientífico de la visión.
[2] Un célebre oftalmólogo e historiador de la especialidad.