Los ojos de la guerra

La medicina avanza de la mano de la guerra.

La afirmación nos impacta, pero tiene un sentido.

Durante la guerra de Vietnam los residentes de cirugía literalmente “se mataban” para servir en esa contienda. Un año allí, equivalía a diez años de experiencia en un hospital asistencial.

En la guerra Ambroise Paré enseñó a curar las heridas y Alexis Carrel aplicó su técnica de sutura de vasos sanguíneos.

Por la guerra surge la cirugía plástica y las intervenciones con intubación endotraqueal para curar las heridas torácicas.

La Batalla de Inglaterra le dejó dos hechos importantes a la oftalmología: las zanahorias y los lentes intraoculares.

A pesar que el desarrollo original del radar pertenece a los alemanes, estos no llegaron a desarrollarlo, cosa que sí lograron los ingleses, de la mano de Robert Watson Watt, descendiente de James Watt, aquel que había desarrollado la máquina a vapor. Era el secreto mejor guardado de Inglaterra. Con el radar podían anticiparse a los raids de la Luftwaffe. Nadie estaba autorizado a revelar su existencia, por eso cuando le preguntaron al piloto John Cunningham cómo había hecho para derribar veinte aviones alemanes, diecinueve de ellos en vuelos nocturnos (se había ganado el apodo de “Ojo de gato” por esta proeza), este no dudó en recurrir a un viejo mito: comía mucha zanahoria.

En realidad el mito contiene una realidad científica, las zanahorias deben su color a los betacarotenos, que son precursores de la vitamina A y asisten a la síntesis de rodopsina, sustancia que favorece la visión nocturna… aunque no al punto de permitirle a Cunningham derribar diecinueve aviones.

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Cunningham se convirtió en héroe y los niños ingleses comieron más zanahorias para imitar a su ídolo. Desde entonces, las madres insistieron en incluir zanahoria en la dieta de sus hijos por eso de que nunca se ha visto un conejo con anteojos.

El otro hallazgo que se debe a la batalla de Inglaterra es el desarrollo de los lentes intraoculares. El doctor Harold Ridley desde hacía tiempo que venía jugando con la idea de poner una lente que reemplazase al cristalino durante las operaciones de catarata (la leyenda cuenta que esta idea del reemplazo se inspiró en una pregunta “tonta” de un alumno. “¿Cómo no ponen nada en lugar?”) La oportunidad surgió durante la batalla de Inglaterra, cuando un piloto sufrió una herida ocular por una astilla del cockpit de un Hurricane. Curiosamente este cuerpo extraño endoocular no produjo reacción inflamatoria y en última instancia no hizo falta removerla. ¿De qué estaban hechas las cabinas del Hurricane? De metacrilato… Ridley había descubierto el material idóneo para reemplazar el cristalino, como “tontamente” le había preguntado ese alumno.

Cuando finalizó la Batalla de Inglaterra, Winston Churchill dijo “Nunca antes tanto se le debió a tan poco”. Se refería a los pilotos de la RAF que habían defendido a Gran Bretaña.

Este episodio agrega un capítulo más a dicha deuda.

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