Lo había dicho Churchill pocos días antes. “Lucharemos en Francia, en los mares y océanos… lucharemos con cada vez mayor confianza y mayor fuerza en el aire… defenderemos nuestra isla cueste lo que cueste. Continuaremos hasta el final”.
El alto mando alemán descreía poder llevar adelante un ataque anfibio contra Inglaterra, aunque Himmler había ordenado estudiar detenidamente el Tapiz de Bayeux para analizar cómo Guillermo el Conquistador había invadido a las islas mil años antes.
Después de rescatar al ejército británico de Dunkerque utilizando la flota de naves civiles y deportivas para suplir el déficit de la marina Británica, ahora Churchill se preparaba para defender a un pueblo que estaba solo de un ataque alemán. Estaban dispuestos a todo. Las palabras de Churchill contagiaban entusiasmo a un pueblo que había dejado solo para defenderse de la voracidad nazi que se había tragado media Europa.
En realidad, Inglaterra contaba con el Commonwealth, aunque Australia, Sudáfrica y Nueva Zelandia tenían el Pacífico y África para defender. Pronto llegaron pilotos canadienses y de otras nacionalidades (como norteamericanos y argentinos), entre ellos Bernardo Foulkes, tío materno del Dr. Ricardo Alfonsín, y Ricardo Moreno, sobrino del célebre perito Pascasio Moreno. También, parte de la fuerza aérea polaca, francesa y holandesa se había refugiado en las islas y estaban dispuestas a defenderlas a fin de iniciar la ulterior reconquista de sus tierras.
El nombre de la Batalla de Inglaterra surge del genio literario de Churchill (¡Cuándo no!).
En su momento dijo que el general Maxime Weygand había dado por concluida la Batalla de Francia, “supongo que la Batalla de Inglaterra está a punto de empezar”, y así lo hizo.
Hermann Göring, el comandante de la Lutwaffe y antiguo As del aire durante la Primera Guerra (había peleado junto al legendario Barón Rojo) estaba muy entusiasmado después del descollante accionar de su fuerza aérea. Envalentonado, le prometió a Hitler suprimir a la RAF para poder organizar un desembarco. Contaba con 3.600 aviones frente a los 871 de los británicos.
La Operación León Marino consistía en atacar por el aire durante tres días el sudeste de Inglaterra a fin de invadir con una unidad de paracaidistas de Kurt Student la zona de Dover, a continuación la Kriegsmarine invadiría la isla.
A pesar de la superioridad numérica de los alemanes, los británicos contaban con adelantos tecnológicos que les permitía predecir cuándo y en qué lugar atacaría Alemania: el Radar.
Los científicos alemanes habían desarrollado un radar, fruto del genio de Watson Watt (un descendiente de James Watt, aquel que desarrolló la máquina a vapor), pero no lo tenían funcionando, ni creían que Inglaterra podía desarrollar uno…
Después de incursionar sobre el Canal de la Mancha para afectar a la flota británica, Göring y su segundo, el también ex As de aíre, Ernst Udet (un Playboy que había vivido en Buenos Aires y noviado con Mary Pickford) decidieron atacar tierra inglesa para destruir los aviones antes de despegar. Esta nueva face se llamó Día del Águila y los 1.000 bombarderos con 700 cazas realizaron el 15 de agosto 2.120 operaciones.
A fin de ese mes fue bombardeada la parte Este de Londres, al igual que los zepelines que la habían bombardeado en 1815.
Esa noche los británicos en represalia bombardearon Berlín, justo cuando Joachim von Ribbentrop, el canciller alemán se entrevistaba con Viacheslav Mólotov, su colega soviético. Por una cuestión de seguridad la reunión se llevó a cabo en un refugio antiaéreo. Molotov no creyó que la victoria sobre Inglaterra fuese inminente, como Ribbentrop le quería hacer creer.
Entre septiembre ’40 y mayo ’41, Londres fue bombardeada a diario, mientras la RAF se rearmaba para hostigar a la Lutwaffe a punto de destruir 1.733 aviones alemanes entre julio y septiembre. El día más dramático fue el 15 de septiembre, cuando 525 cazas británicos (Hurricane y Spitfire) combatieron a 490 Messerschmitt Bf 109. Ese día la Lutwaffe perdió 60 aparatos. Dos días más tarde, Hitler ordenó abandonar la Operación León Marino, aunque los bombardeos sobre Londres continuaron varios meses más.
Göring le endilgó la culpa a Udet, que estando borracho se suicidó. El régimen ocultó la verdad y difundió la noticia que éste había muerto en un accidente aéreo. Fue enterrado junto a su amigo, el Barón Rojo.
El 22 de junio de 1944 Alemania replegó a sus aviones del frente Este, ahora su nuevo enemigo era la Unión Soviética.