Los comienzos del budismo

El budismo fue fundado por Siddhartha Gautama. Siddhartha era hijo del jefe de la nación Sakia, localizada en la región del Himalaya, en el actual Nepal. Las investigaciones no concuerdan en su fecha de nacimiento; las más recientes lo sitúan entre 490 y 480 a.C.

A los 29 años Siddhartha decidió alejarse del lujo, de su esposa y de su hijo, e iniciar una vida errante; estudió meditación con varios maestros y practicó el jainismo. Llevando su ascetismo al extremo, a los 35 años, según las escrituras budistas, se sentó bajo un árbol (el árbol Bodhi, de la variedad “ficus religiosa”) a meditar, en las afueras de Bodh Gaya (en el estado de Bijar, India), y decidió no levantarse de ahí hasta hallar una respuesta al dilema del dolor y el sufrimiento humano.

Su meditación trajo como resultado lo que hoy conocemos como “las Cuatro nobles verdades”: una, la vida humana es sufrimiento (duhkha); dos, la causa del sufrimiento es el deseo, sobre todo el deseo de sensaciones placenteras; tres, el sufrimiento puede extinguirse mediante el cese del deseo; cuatro, el deseo puede extinguirse siguiendo el “Noble camino óctuple”: comprensión correcta, pensamiento correcto, palabras correctas, acciones correctas, medio de subsistencia corecto, esfuerzo correcto, atención correcta, meditación correcta.

Seguir este camino conduce a la liberación del sufrimiento y del ciclo de reencarnación. Siddhartha fue conocido como el Buda y empezó a enseñar este camino. Siddhartha no dejó nada escrito y enseñaba en dialectos locales, sobre todo magahi, aunque muchas de sus enseñanzas fueron después registradas en fragmentos de textos sánscritos y prácritos (pali, sobre todo). El primer conjunto de escrituras fue escrito en Sri Lanka, en pali, entre 29 y 17 a.C.

El canon budista comprende el Sutra (discursos), el Vinaya (reglas monásticas) y el Abhidharma (conceptos metafísicos). Este último componente incluye la idea de que nada es permanente, que el Yo o el alma eterna no existen y que cuando se produce la muerte de alguien que ha alcanzado la liberación del ciclo de la reencarnación no subsiste ninguna identidad personal ni límite mental (en esto se diferencia del jainismo).

El conjunto de enseñanzas budistas recibe el nombre de Dharma (término que se utiliza también en el hinduismo y el jainismo), palabra de origen sánscrito que significa “ley” o “realidad”.

Siddhartha y su sangha (comunidad) fueron uno de tantos grupos shramana, hasta que en el siglo III a.C. un poderoso gobernante, el emperador Ashoka, decidió adoptar sus enseñanzas. Este emperador dominaba gran parte de la India y envió misioneros budistas hacia el sur (lo que hoy es Sri Lanka).

Y, como suele ocurrir en todos lados y con todas las creencias, el budismo empezó a dividirse. El budismo theravada, o “doctrina de los antiguos”, afirmaba conservar las ideas y enseñanzas originales de Siddhartha. A principios del siglo I a.C. se originó el budismo mahayana o “Gran Camino”. Este sostenía que la vida en una sangha o en un monasterio era demasiado exclusiva y que el budismo debía expandirse y ser accesible para todo el mundo; que la liberación del sufrimiento y de la reencarnación en forma individual era egoísta y que quien alcanza la verdadera liberación (bodhisattva) es quien ha ayudado antes a los demás a alcanzar ese estado. Esta corriente sostenía que Siddhartha había sido bodhisattva.

El budismo siguió expandiéndose en todas las direcciones, adaptándose a las condiciones de cada lugar. Así, al budismo se afirmó en Sri Lanka, India, Thailandia, Birmania e Indonesia. Hacia el siglo I o II d.C. el budismo mahayana se expandió siguiendo la ruta de la seda hasta llegar a China, asimilando sus creencias y tradiciones. En China se encontró con oposiciones y con apoyos y se fue dividiendo en diversos formatos asimilando las condiciones locales, entre los que se destaca la escuela Ch’an. Hacia el siglo VI d.C, el príncipe Shotuku, regente de japón, adoptó las prácticas y las ideas budistas y entonces el budismo Ch’an se desarrolló en Japón como el budismo zen.

Sin embargo, a pesar del crecimiento del budismo, hacia el año siglo XI d.C. el budismo como filosofía casi había desaparecido en la India; las razones principales fueron dos: en primer lugar, los rituales y creencias del budismo mahayana la hacían menos diferenciable del hinduismo (o religión brahamánica), y el carácter ecléctico del hinduismo asimiló ideas y prácticas del budismo. En segundo lugar, las invasiones musulmanas (siempre haciendo lío) destruyeron muchos monasterios budistas ya que consideraban blasfemas las imágenes de Siddhartha y otros bodhisattvas.

En el siglo VIII d.C. el budismo se había propagado hacia Nepal y Tibet, pero se afirmó definitivamente allí en el siglo XI, cuando los gobernantes lo adoptaron oficialmente. La versión budista en esa región adoptaba muchos rituales religiosos hindúes, como el recitado repetitivo de mantras, los sonidos sagrados para invocar a las deidades y las mandalas o diagramas sagrados. Esta rama del budismo, el budismo tibetano, es la vajrayana (“camino del diamante”), que asimiló elementos del bon (religión tibetana basada en el animismo y el chamanismo), y se dividió en distintas escuelas, cada una bajo el manto de cada gran lama y su monasterio. De hecho, los grandes lamas fueron reconocidos como bodhisattvas reencarnados y eso incrementó su autoridad.

Los monasterios compitieron por el poder político (ya se metieron esas dos palabritas, acá también) después de que los mongoles, que venían de China, nombraran virrey al gran lama del monasterio de Sakia. En el siglo XVII este poder pasó al gran lama del orden Dge-lugs-pa, conocido como el Dalai Lama. Tibet pasó de ser una teocracia a ser una “budocracia”, y siguió así hasta que las tropas de la China comunista invadieron su territorio en 1950. Tenzin Gyatso (nacido Lhamo Dondrub, actual Dalai Lama y reconocido como la catorceava reencarnación del primer Dalai Lama), tras la victoria de los comunistas y considerando que la única forma de liberar a su país de la opresión era que su palabra y su actividad no fueran acalladas, cruzó el Himalaya a pie junto con 80.000 tibetanos y se exilió en la India. Tenzin Gyatso fue declarado jefe de gobierno en el exilio en noviembre de 1959, y reside desde entonces en Dharamsala, en el norte de la India. Pero eso es otra historia.

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