Todos conocemos como ejemplo de “inútil coraje”, la carga de caballería del ejército polaco contra las ametralladoras nazi, que exterminaron hombres y bestias en escasos segundos. Si bien pudo haber existido un evento a menor escala, la anécdota circuló como un símbolo de la ineficiencia del esfuerzo bélico de esta nación, que llevaba escasas décadas de independencia. Lo cierto es que el 27 de septiembre de 1939, 150.000 soldados polacos fueron tomados como prisioneros por los rusos dentro de lo convenido por el pacto Ribbentrop-Mólotov.
El sufrimiento de estos soldados en los campos de trabajo soviético en medio de la tundra helada, fue indecible: soportando temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, enfermedades, piojos y hambre por las raciones insuficientes que repartían entre los prisioneros. Distribuidos desde el mar de Barents hasta Kamchatka, miles de ellos no soportaron el traslado.
La traición alemana y la invasión a Rusia, convirtió a los soldados polacos en aliados de la Unión Soviética. De matarlos lentamente con trabajos más allá de sus fuerzas, los soviéticos se vieron obligados a vestirlos, alimentarlos y armarlos, cosa que hicieron en forma insuficiente y a desgano. Fue gracias a la insistencia de Władysław Eugeniusz Sikorski, el general y líder político del gobierno polaco en el exilio, quien logró interesar a Winston Churchill en estos soldados que languidecían en la Unión Soviética. Sikorski y el general Władysław Anders, jefe de este contingente de polacos, fueron quienes convencieron a Stalin de trasladar a estos soldados a un clima más benigno para su recuperación. Como aún las provisiones eran insuficientes para 70.000 combatientes con miles de civiles acompañándolos (entre ellos casi 3.000 niños), las autoridades polacas consiguieron, a través de la presión de las autoridades británicas, el traslado a Irán de estos hombres llamados, de acá en más, Segundo Cuerpo del Ejército Polaco. El estado físico de estos combatientes era tan lamentable que les concedieron varios meses para recuperarse. Bajo el mando de Anders tuvieron una destacada actuación en la toma de Montecasino.
Después de la guerra se pudo determinar que las matanzas en los bosques de Katyn incluyeron a más de 25.000 polacos: 8.000 oficiales, 6.000 policías, y 8.000 civiles entre los que había sacerdotes, rabinos, miembros de la nobleza y profesionales. También se contaban 14 generales, un almirante, 24 coroneles, 79 tenientes coroneles, 17 capitanes de la Armada, 3.000 suboficiales, civiles, funcionarios, intelectuales y 200 pilotos, entre los que se encontraba Janina Lewandowska, la primera aviadora del ejército polaco.
La orden de ejecutar a esta gente partió del Politburó, encabezado por Stalin y Beria, quienes de esta forma pensaban en privar a Polonia de las figuras más notables que pudiesen resistir la influencia de un gobierno pro soviético, títere de Moscú. Vasily Zarubin, un oficial de inteligencia soviético, realizó miles de interrogatorios para determinar quienes morían y quienes podrían ser útiles para el nuevo régimen.
Las ejecuciones se hicieron con armas alemanas, Vasily Blokhin dijo haber disparado a más de 7.000 condenados. La víctima era conducida esposada a una habitación acondicionada con bolsas de arena, y se le disparaba en la nuca. Su cadáver era llevado en un camión hacia una fosa común en el bosque de Katyn, donde eran apilados y enterrados. El proceso se repetía una y otra vez .
Fueron los alemanes quienes encontraron las fosas comunes y reportaron la masacre a las autoridades nazis. Goebbels creyó que era una magnífica oportunidad para demostrar los horrores soviéticos. Por esta razón, autorizaron a la Cruz Roja a realizar el examen forense de los cuerpos con expertos traídos de todas partes de Europa.
Sin embargo, Stalin negó las acusaciones y después de la guerra en su condición de vencedor, extendió la mentira con la complicidad de sus funcionarios y las sucesivas administraciones soviéticas. Cuando la zona de Smolensk fue retomada por el ejército soviético, destruyeron las evidencias que pudieron de esta masacre. Tanto Inglaterra como EEUU recibieron pruebas del compromiso ruso en la masacre de boca del mismo Sikorski (quien murió en un accidente de aviación en Gibraltar), y prefirieron no tomar parte en las acusaciones de su poderoso aliado en la lucha contra Hitler. El origen de la masacre permaneció en silencio hasta que, en 1980, cuando Polonia, liberada del yugo soviético, aumentó la presión internacional para esclarecer estos crimenes de guerra.
En abril de 1990, después de la caída del muro de Berlín, el gobierno de Moscú admitió la culpa y expresó su “profundo arrepentimiento” por hechos tan lamentables. En 1998 los gobiernos de Polonia y Rusia acordaron construir un monumento en honor a las víctimas de Katyn y de los miles de polacos que habían muerto en los campos de trabajo en territorio soviético. En el año 2010 en ocasión de una invitación de Putin al gobierno polaco para honrar la memoria de los muertos de Katyn, el avión que conducía a dignatarios polacos se estrelló en Smolensk. En el siniestro murieron las 96 personas incluido el presidente polaco Lech Aleksander Kaczyński y su esposa.
En 1999 el famoso director Andrzej Wajda dirigió una película sobre la masacre, llamada “Katy “. Su padre, el capitán Jakub Wajda, había sido asesinado por los soviéticos en el campo de prisioneros de Kharkiv.
El bosque está quieto, no sopla el viento ni susurra entre los árboles
El bosque está quieto y podemos mentir
La mentira está en el aire, pero en una tumba siniestra los cuerpos se pudren hacinados
La mentira se extiende en el tiempo y el espacio
Y también se pudre travestida en el sueño de los bosques de Katyn
Mary Stewart “En los bosques de Katyn“
–
Texto también publicado en Infobae