Los Tennyson eran descendientes del Rey Eduardo III y al parecer la poesía también corría por sus venas, porque además de Alfred, dos de sus hermanos se destacaron como poetas, Jean-Paul Frédéric Tristan Baron y Charles.
En la biblioteca de su padre, párroco de Sommersby, Alfred se encontró con los clásicos de la literatura inglesa. Si bien accedió a la Universidad de Cambridge, no terminó sus estudios, aunque esta carencia fue suplida por el apoyo de una serie de amigos, entre los que se encontraba Arthur Henry Hallam. Juntos viajaron a España con la intención de sumarse a la Revuelta del general Torrijos, a fin de destituir a Fernando VII. La campaña fue un fracaso, pero Tennyson quedó marcado por esta aventura, su participación más parecida a un conflicto bélico.
La muerte precoz de Hallam inspiró uno de sus poemas más logrados, In Memoriam. Uno de sus hijos llevó el nombre del amigo y fue justamente éste quien redactó una larga biografía de Alfred Tennyson.
En 1836 el poeta se enamoró de Rosa Baring, cuyo rechazo inspiró dolidos versos y esta frase que caracteriza su particular resignación: “Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado…” y Tennyson continuó amando. Esta vez fue correspondido por Emily Sellwood, la cuñada de su hermano Charles. El compromiso fue largo y tortuoso, porque la crónica falta de medios de Alfred, y la resistencia de su futura familia política, hizo postergar este matrimonio por diez años, hasta que fue un poeta consagrado. En el interín, algunos fracasos literarios y una fallida empresa que le consumió sus ahorros, lo sumergió en una depresión. Sus amigos de Cambridge ante el estado calamitoso en que se encontraba Tennyson instaron al Primer Ministro, Sir Robert Peel, que le conceda una pensión con la que pudiese reencauzar su vida, dedicándose especialmente a cantar las glorias del Rey Arturo.
Fue en 1850, cuando la muerte de William Wordsworth que Tennyson accedió al podio de “Poeta laureado”, el título honorífico que lo elevaba a bardo del Imperio. Con palabras encendidas cantó la épica de una gesta, que solo el espíritu soñador de Tennyson, podía exaltar. Fue así como nació “La carga de la Brigada Ligera”.
Donde destaca como un gesto heroico lo que fue un error táctico garrafal, al que Tennyson alude con un elíptico “alguien se había equivocado…” Era necesario encontrarle mística a las conquistas comerciales de Gran Bretaña, que siempre requirieron “to strike, to seek, to find and not to yield” (golpear, buscar, encontrar y nunca ceder) – Ulysses.
Con la madurez creativa, la vida de Tennyson se encaminó: se casó, fue nombrado barón y hasta asistió al Parlamento (aunque no dio discursos), la Reina le rindió pleitesía y los ministros buscaron en él consejo. Hasta Garibaldi pidió estrechar la mano del poeta que exaltaba el loco coraje. “La felicidad no consiste en realizar nuestros ideales, sino idealizar lo que hacemos a diario” nos enseñó.
En 1880 fue instado por los estudiantes de la Universidad de Glasgow a postularse como rector de dicha casa de estudios. Aunque honrado, no aceptó por cuestiones políticas.
Murió el 6 de octubre de 1898, aunque en su caso, las Parcas llegaron para lograr el acceso a la inmortalidad que ya había ganado en vida.